Rubén Vicente, 'rescatado' desde el fútbol para ser subcampeón del mundo
Mundial sub 17
El mallorquín llegó a Málaga en edad infantil y ha puesto otra pica del Unicaja en la medalla de plata
El pequeño pueblo de Consell, a unos 15 kilómetros de Palma, es de donde viene el mallorquín Rubén Vicente, la otra medalla de plata del Unicaja en este Mundial sub 17 de Málaga. En la grada estaban unos 15 familiares llegados desde Baleares para acompañarle en un día muy especial. Entre ellos su padre, Kymo, que fue uno de los culpables de que el baloncesto le entrara por las venas. Fue jugador y ahora es presidente del CB Consell.
De pequeño, Rubén Vicente tuvo devaneos con el fútbol. “Era muy movido, un trasto, se aburría y ya veía que botaba bien la bola sin haberle dicho nada. Era un club que empezaba, pequeñito, y el niño se aburría. Decía que no quería jugar más al baloncesto, pero yo le decía que de acuerdo, pero que tenía que hacer deporte. Se echó al fútbol, era muy grande, destacaba físicamente, le gustaba”, decía el padre del tirador cajista, que tuvo que urdir un plan para ‘invitarlo’ a que volviera el baloncesto, como cuenta divertidamente: “Tengo un hermano que había sido jugador también y que entrenaba y le dije que no le podía obligar, pero que había que incitarlo. Se venía al campo del baloncesto a ver entrenar a las niñas y ahí empezó, porque se aburría y lo metíamos con ellas. Así le convencimos”.
La progresión era grande y empezó a llamar la atención de los equipos más potente de la isla, pero un pabellón a 500 metros de casa para entrenar cuando quisiera y un garaje en casa acondicionado también le permitían entrenar y hacer la tecnificación también con los mayores del club. Y llegó en edad preinfantil, cuando los clubes de ACB empezaron a mostrar interés. Varias canteras top lo hicieron y también el Unicaja. Aquí lleva cuatro años, desde su segundo año infantil.
“Él tenía claro que quería salir fuera de la isla. Visitamos varios sitios. Por forma de vivir, clima, la cercanía, colegio, residencia, Los Guindos, todo muy cerca, conexiones Mallorca-Málaga... Pensamos que, el día que debiera irse, debía ser al Unicaja. En todos los sitios hay cosas, no estás al 100% satisfecho en ningún lado, pero los problemillas que puedan salir lo gestiona, tiene madurez, sabemos que lo ha pasado mal, pero intenta buscar la parte positiva”, relata Kymo Vicente, que explica cómo vivió su hijo esta medalla de plata: “Él ha estado muy tranquilo, le cuesta expresar las emociones. Pudo pensar que no tiene los minutos que le gustaría, que no está aportando lo que podría, pero él piensa siempre en positivo e intenta hacer lo que pueda y sin volverse loco. Ayudar, animar a los compañeros, sin poner malas caras. Me gusta verle que sigue haciendo detalles que le marqué desde pequeño, me enorgullece que lo siga haciendo, va a la mesa a saludar, también a los árbitros. Si ves que el chaval sigue haciendo eso, es que no está anímicamente mal”.
“No me va a cambiar la vida si gano el oro, aunque igual me vuelvo un poco loco”, cuenta Kymo que fue una de las últimas frases que le dijo Rubén antes del partido. Le faltó poquito a la selección para hacer más historia todavía. Y aparecerá el nombre del Unicaja como el club en el que jugaba Rubén Vicente.
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