Sergio Rodríguez como síntoma

Unicaja Baloncesto

La importante oferta por el base, una pulsión de seguir pensando aún en grande cuando la tijera se abre

Sergio Rodríguez da un pase ante Jan Vesely. / Efe

La incredulidad fue la primera reacción cuando se publicó la oferta del Unicaja por Sergio Rodríguez. No había presentado una propuesta siquiera similar en la última década por un jugador. Había que remontarse a la era dorada, mediados de la anterior, para encontrar un sueldo parecido al que ganaría el canario si aceptara, algo que ahora se ve complicado. En cuanto el CSKA de Moscú le dé oficialidad a la separación de caminos se precipitarán los acontecimientos. No debería pasar de esta semana la decisión.

Durante unas dos semanas, en el seno del Unicaja se ha visto como una opción muy real la contratación de una figura de relumbrón en el continente como el tinerfeño. En el Banco, la Fundación y en el club pocas personas conocían la operación. Desde la Copa se habían entablado contactos y la predisposición de Sergio Rodríguez era buena. Ha estado con frecuencia en Málaga, es amigo desde la adolescencia de Carlos Suárez y su relación con el entonces director deportivo, Carlos Jiménez, es óptima. Evidentemente, era una operación muy cara para los cánones actuales de la entidad. Se consultó a la planta noble y se recibió el OK para seguir trabajando en un fichaje de mucho impacto deportivo y mediático. Se consideraba una inversión rentable por la calidad y el nombre del jugador.

La información que el Unicaja manejaba es que, una vez el Madrid no había hecho movimiento por Sergio (lo preferido por jugador y familia) y los otros dos clubes con licencia A tampoco, la opción malagueña era la preferida para continuar su carrera en España, incluso antes que el Valencia Basket pese a su presencia en la Euroliga tras el título de la Eurocup. Falta ver el desenlace de la operación para ver si era así. El Milán, desde la entrada de Ettore Messina con plenos poderes tras su lustro como mano derecha de Popovich en San Antonio, ganó peso en la carrera por Sergio.

En cualquier caso, el simple intento en contratar a Sergio Rodríguez es algo reseñable y que causa cierta sorpresa. El Unicaja no ha perdido su consideración en el mercado de club serio y pagador impecable con el añadido de un lugar privilegiado para vivir. Quien se marcha suele hacerlo en muchísimos casos con bastante pesar. Pero esto es baloncesto profesional. Y el dinero es el que lo mueve todo. Cuando a Ataman, técnico del Efes, le preguntaban por el secreto de la presencia de su equipo en la final de la Euroliga, que perdió ante el CSKA de Sergio, respondía que “el presidente creyó en nosotros y nos dio 10 u 11 millones para sueldos. Hicimos buen trabajo fichando buenos jugadores y buenas personalidades”.

Esa cantidad, entre 10 y 11 millones, es el presupuesto total del Unicaja. Lo destinado a sueldos de la primera plantilla es sensiblemente inferior, no rebasa los siete millones. Y hay que contar, utilizando ese ejemplo, con que la fiscalidad turca es bastante más ventajosa que la española. Los jugadores españoles en Andalucía se acercan al 50% de cotización. Los americanos, en su primer año en España, se quedan en el 24%. En Turquía están todos en el 15%. Un ejemplo gráfico. Para que un jugador cobre 500.000 euros netos, el coste club del Unicaja sería 740.000 euros y para el Efes, 575.000.

El Unicaja llegó a rozar los 20 millones de presupuesto en la década pasada, ahora está en poco más de la mitad. Y la carrera entre los gigantes del continente se ha acelerado bastante y en la franja entre 30 y 40 hay varios, entre ellos Barcelona y Madrid. Baskonia y Valencia están o se acercan a los 20. El músculo financiero y la solvencia del banco está fuera de toda duda. Pero en los últimos años sólo ha aumentado el presupuesto para el regreso a la Euroliga tras el título en la Eurocup y lo haría ahora en esta apuesta por Sergio Rodríguez. Es decir, esa pulsión de seguir pensando en grande existe, pero no de manera continuada. Y la realidad es que el tren se va escapando con respecto a los cuatro mejores clubes del país. Están más cerca ya los Gran Canaria, Tenerife, Burgos o Joventut que el cuarto.

Con los dineros ajenos es fácil fantasear, pero el planteamiento que se ha decidido con el club de baloncesto es, de momento, mantener un perfil no tan ambicioso, con un equipo estabilizado entre el quinto y el octavo lugar en el escalafón nacional. Cuando cuadren perfectamente fichajes y trabajo será posible un paseo por las nubes. Sin un aumento de presupuesto estable, pedir mejores resultados resulta un brindis al sol. Con los recursos que hay, evidentemente, se pueden hacer plantillas muy competitivas. Y con niveles de acierto altos en incorporaciones, manteniendo a jugadores identificativos y generando una gran química, aspirar a logros más grandes que estar en play off o meterse en la Copa. A levantar algún título. Tras la salida de Carlos Jiménez, el club busca un director deportivo, que podría ser un director general si se encuentra un perfil apropiado.

Cuando se hace un intento como el de Sergio Rodríguez hay quien piensa entre el aficionado de a pie que se podría inyectar esa cantidad para elevar el nivel colectivo de la plantilla. La escala salarial con un sí del canario tendría un escalón importante con el siguiente. Este verano también se han liberado sueldos importantes, como el de Shermadini. De momento, el sueño de Sergio es un síntoma de la realidad en la que se mueve el Unicaja.

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