Steve Kerr, Málaga 37 años después

El multicampeón de la NBA y seleccionador estadounidense jugó el Mundobasket'86 en Ciudad Jardín

"Málaga era maravillosa"

Steve Kerr, en el banquillo bebiendo agua. / M. G.

Steve Kerr (Beirut, Líbano, 1965) es una de las personas más influyentes en el baloncesto contemporáneo. Tiene nueve anillos de la NBA, cinco como jugador. Tres de ellos en el segundo threepeat como escudero de Michael Jordan. Icónico momento en un tiempo muerto en las finales de 1997 Utah-Chicago. “Estaré listo”, le dijo al mejor jugador de la historia. Jordan se la pasó y Kerr metió la canasta para tumbar a Stockton y Malone. Inmisericorde tirador (el mejor de la historia en la NBA por porcentaje, un 45.4%), después ganó otros dos con los Spurs de Tim Duncan y David Robinson.

Habiendo trabajado con Phil Jackson y Gregg Popovich, quizá no había otra opción que el banquillo. Otros cuatro títulos de la NBA son como entrenador, al frente del equipo que ha cambiado la manera de jugar al baloncesto en la última década, los Golden State Warriors. Después de ser asistente de la selección americana, un gesto de humildad poco habitual en alguien de su estatus, ahora es el entrenador principal que intenta reconquista la corona que España ganó en China’19 con un bloque que aterrizó este miércoles en Málaga en un vuelo privado desde Las Vegas, donde se ha desarrollado el trabajo de preparación.

No es la primera vez que Kerr visita Málaga. En 1986 estuvo en el Mundobasket que se celebró en España y que tuvo a Ciudad Jardín como una de sus sedes. 37 años después llega una persona bastante distinta a la que aterrizó entonces, con 20 años y como miembro de un equipo americano compuesto por universitarios (así fue hasta que en 1992 apareció el Dream Team una vez se levantó el veto a profesionales). Dos años antes, en 1984, Malcolm, el padre de Steve, fue asesinado en Beirut, donde era profesor de la Universidad Americana, por las milicias de Hezbolá. Algo que, obviamente, le marcó. Después siempre ha tenido un discurso políticamente comprometido por la igualdad.

Kerr ya era ese tirador tremendo en aquellos tiempos. Aquel equipo estuvo compuesto, además, por Mugsy Bogues, Kenny Smith, Derrick McKey, Charles Smith, David Robinson, Sean Elliot, Armon Gilliam, Tommy Amaker, Brian Shaw, Tom Hammonds y Rony Seikaly. Muchos jugadores después All Star y campeones de la NBA que ganarían el oro tras derrotar a Yugoslavia y Unión Soviética a las órdenes de Lute Olson, otro mítico técnico. “Málaga era maravillosa. Allí jugamos las rondas preliminares. Recuerdo la belleza de la ciudad, mejorar con los partidos, las gradas llenas... Fuimos mejorando durante el torneo. Perdimos un partido, no recuerdo contra quién, pero luego jugamos un partido realmente importante contra Yugoslavia”, recordaba hace unos años en una entrevista en As, justo antes del Mundial de China. Kerr se rompió la rodilla en la semifinal ante Yugoslavia y vio la final en diferido desde Estados Unidos antes de ser operado.

Una mente privilegiada para el baloncesto que hoy recibirá un premio especial, junto a Luka Doncic, en la gala que la Federación Española y Marca celebrarán en Gibralfaro. Vuelve Kerr, que esta mañana ya entrena con su equipo en El Higuerón, a pisar las huellas de 37 años atrás. Aquel fino chaval rubio que flotaba por Ciudad Jardín, donde jugó cinco partidos, es hoy una persona indispensable en la historia del baloncesto. Allí, desde la grada, por cierto, le veía Sergio Scariolo, en la primera vez que estaba en Málaga...

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