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Son palabras muy mayores, es el mejor Unicaja de la historia (2004/06), pero el equipo de Ibon Navarro comienza a mirar a la cara a aquella escuadra legendaria. Seguramente no haya jugado tanto y tan bien al baloncesto el club cajista desde entonces. Es un simple detalle, las 11 victorias consecutivas desde la quinta a la 15ª jornada de este ejercicio, que igualan los registros de aquella trituradora de Sergio Scariolo, que lo consiguió tres veces, dos en 2005/06, cuando se fue el mejor equipo de Europa durante meses, y una en 2004/05. Uno de sus discípulos, Ibon Navarro, con buena parte de aquel cuerpo técnico, está construyendo una obra que el tiempo dirá dónde se coloca. Pero que está haciendo disfrutar de días de vino y rosas al aficionado cajista. Qué manera de jugar al baloncesto, qué autoridad, qué plenitud, qué defensa... El puesto de cabeza de serie para la Copa de Málaga ya está conseguido.
Fue una sinfonía prenavideña en el territorio hostil que es Murcia. El UCAM está haciendo una gran temporada. Y ello le da más valor a lo que hizo el Unicaja (65-88) en tierras pimentoneras. El equipo de Sito Alonso fue empequeñecido por los malagueños hasta límites insospechados. Tiene bajas, un virus debilitó al equipo (también lo tuvo en el Unicaja), hubo un partido en Turquía y viaje sólo 48 horas antes... Puede explicarse en parte así el extra de energía con el que el equipo malagueño arrasó. Pero no es sólo el nervio y la garra, el físico, es mucho más.
Empezó el duelo igualado, con Sito intentando hacer del problema virtud, creando algún dolor de cabeza con Sleva jugando de cinco y Kurucs de cuatro. El primero causaba algún problema a Kravish. Rápidamente Ibon intervenía alineando a la pareja Ejim-Osetkowski para igualar. Y la moto arrancó de manera salvaje. Empezó a poner un ritmo que llevaba con la lengua fuera al rival. Mediado el segundo cuarto, el UCAM estaba por debajo del 20% de tiro de campo. No metió ningún triple hasta el tercer periodo. Falló algún tiro liberado, pero muy pocos, un número casi fisiológico de errores. Perry gobernó primero, después llegó Alberto, momento de forma excelso, para coincidir en un quinteto de la muerte que defensivamente tiene momentos en los que estrangula al rival, con Taylor y Ejim, sin apenas debilidades (11-20 tras el primer cuarto).
Aparecía Kalinoski, con dos picotazos con triples desde casi ocho metros. El Unicaja atacaba el rebote de ataque para penalizar ese juego interior alternativo de Sito. Después Carter, por allí Osetkowski, también Sima... Había minutos también para Augusto Lima, con presencia en defensa, ofrece cosas diferentes a expensas de que alcance un mejor nivel físico. Y así, la diferencia se iba a 17 puntos al descanso (27-44).
Tras el paso por el vestuario, el talento de Hakanson, con siete puntos seguidos, pareció abrir una ventana, pero el Unicaja la cerró inmediatamente con seis puntos de Carter. Y aquello no dejó de crecer, se pasó de la frontera de los 20 puntos. Con hambre, con sangre en el ojo. Con la confianza por las nubes. Así hasta zarandear a uno de los mejores equipos de esta temporada en su pista, que acabó pegando palo y sacando esa vena pendenciera aunque no esté ya Sadiel Rojas, que desde un palco a pie de pista veía la exhibición del rival. Una de esas exhibiciones de las que, con los años, se recuerdan. Apetece ver al Unicaja con grandes rivales, como será el miércoles un grande de Europa como el Barça. Es la vara de medir para explorar los límites de un equipo de récord.
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