Análisis
Santiago Carbó
Algunas reflexiones sobre las graves consecuencias de la DANA
El Unicaja ha doblado del Cabo de Hornos después de superar una tormenta de la que normalmente nunca nadie sale vivo, un 0-2. Ha ganado dos partidos tremendos, jugados a cuchillo y navaja, en Murcia, y vuelve a estar en la casilla de salida. Trabajó nueve meses para ser primero y para esto, para tener la oportunidad de decidir en el Martín Carpena cualquier desempate. Será este miércoles (20:30 horas) ante un tremendo y admirable UCAM. La cábala dice que ningún equipo ha ganado en casa en estos cuatro partidos y que los de Sito Alonso vencieron siempre a domicilio en sus cuatro partidos de play off. Todas las precauciones y todo el respeto del mundo, pero, si alguien da a elegir, 40 minutos a fuego se prefieren jugar en casa.
Un partido magnífico de baloncesto, puro play off, el culmen de este deporte. Con momentos de cada equipo. Una primera parte mayestática en ataque (no tanto en defensa) del Unicaja, una segunda con color más carmesí. De nuevo, el equipo de Ibon Navarro, al que sus hombres siguen como al flautista de Hamelin en lo que propone, leyó bien la defensa zonal rival. Empezó a castigarla de manera inmisericorde. El factor psicológico de esa defensa sin tanto uso hoy en día se ha atenuado progresivamente en estos dos partidos en Murcia. En la cabeza está todo, sostiene Ibon, y el Unicaja se ha quitado el tapón y a Sito de la cabeza. Será un partido muy psicológico en pocas horas, con muchos matices. Se merece el Unicaja jugar una final de ACB y el equipo ha demostrado, no hacía falta, la profesionalidad y el espíritu ganador que tiene. Era tentador abandonarse con la temporada hecha, con un título y grandes resultados. Pero no, es un equipo vencedor, las caras de concentración y la actitud en cancha, un lenguaje corporal de killers, que no hacen prisioneros. Han sufrido, pero están en el punto de partida.
Ibon ha ido rotando los quintetos a medida que pasaba la serie, también Sito, que puso de salida a su batería exterior ‘suplente’ de la serie, con Sant-Roos para marcar el nivel. Pero el Unicaja ha ido creciendo y madurando durante la serie. Fue adquiriendo una ventaja que los entrenadores consideran peligrosa y es que se consigue por un gran acierto propio, con altos porcentajes, y no por errores rivales. Ello puede inducir a la relajación, a conceder algunas canastas sencillas atrás. Se quejaba Ibon al descanso por eso. 18-31 era el marcador en el primer cuarto, con un Kameron Taylor estelar y Dylan Osetkowski percutiendo. Las delicatessen de Tyson Carter guiaban en el segundo cuarto y el equipo malagueño coqueteaba con alcanzar los 20 puntos de renta, pero el UCAM tiene orgullo y jugaba en casa. Un sensacional triple de Carter sobre la bocina tras poner a bailar a Morin dejaba la renta en 12 (43-55).
El Unicaja siguió aumentando la renta tras el descanso, suele ser un termómetro de lo que puede resistir un rival herido. Volaba a lomos de un Perry que ha ido impactando cada vez más en la serie. Un alley hoop a Osetkowski subía la renta a 18 puntos (45-63), pero el UCAM siempre está, nunca se va. Había reservado Sito a Radebaugh y Diagne, ambos con tres faltas antes del descanso, y les soltó frescos. Y cambiaron el aire del encuentro en ese momento. Al Unicaja le costaba anotar, también con esa humana sensación de conservar lo que se tiene, se tiende a bajar revoluciones. Y este equipo es rock and roll, aunque a veces sí hay que contemporizar.
Entró a nueve puntos el UCAM en el último cuarto, cargando el rebote de ataque de manera salvaje (35-30 ganaron los locales bajo los tableros al final, hubo algún momento de más desequilibrio). Reducían los pimentoneros, con un Rodion Kurucs a nivel top de alero Euroliga, y un triple de Caupain (71-74) ponía por primera vez a tiro de una canasta al UCAM. Tras el tiempo muerto, buen síntoma, cesta de Ejim. Y parcial de 0-7 con robo y bandeja de Taylor. No acababa ahí. 77-81, parcial devuelto por los locales (6-0). Unos dedos mágicos de Osetkowski desviaron el tiro de Caupain para colocarse a uno. Y el balón dividido lo ganó Kalinoski para sacar una antideportivo a Sleva. Tras los dos tiros libres, triple matador de Osetkowski sobre la bocina para liquidar la resistencia de un rival al que, bajo ningún concepto, se puede dar por muerto. Tienen corazón y alma. Y han ganado los dos últimos partidos en Málaga. Pero el Unicaja es un señor equipo, que escapa de tormentas a las que los equipos inmortales no pueden resistir.
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