UCAM Murcia - Unicaja: Muy, muy vivos (66-74)
El equipo de Ibon Navarro sale en tromba en Murcia y consigue dominar los 40 minutos para prolongar el play off y este lunes se jugará de nuevo quedar eliminado o volver a Málaga
Aún va por abajo en la eliminatoria pero sigue con vida
Las fotos del partido
Ahí está el Unicaja. En un ambiente hostil y caliente, en una caldera, una buena versión del mejor equipo de la temporada regular de la ACB permitió extender la campaña algo más, al menos dos días. Pero el mensaje está claro. Lo primero es la voluntad y, si había alguna duda, el equipo de Ibon Navarro salió con sangre en el ojo al Palacio de los Deportes de Murcia, como un equipo grande y con corazón. 0-12 de salida, 3-19 a continuación. Ahí construyó un colchón que fue clave para el desarrollo del partido, lo condicionó totalmente, el UCAM ya no jugó con ese viento a favor con el que volaba en Málaga. Son inercias y dinámicas, a veces inexplicables. “Todo está en la cabeza”, decía Ibon tras el partido. Y sí, la mente es el arma más poderosa también en este juego. El Unicaja se sentía bloqueado en el Carpena y el cambio de ambiente le sentó muy bien. A la inversa, despojado de responsabilidad en la Costa del Sol, el UCAM tampoco se sintió cómodo en su hábitat natural, una pista en la que ganan pocos equipos habitualmente. También hay una cuestión de piernas, son muchos partidos en pocos días. Y puede haber momentos de duda. El que no vaciló fue el equipo malagueño, que ganó 66-74 y salvó un match ball que este lunes tiene otra edición.
Ver las caras en la retransmisión televisiva nada más acabar el partido en el vestuario tranquilizaba. Gesto muy serio, apenas alguna sonrisa. Mentalización para lo que viene. No hay gesto de euforia durante el partido tampoco. En la pista, saludos a la afición y a otra cosa. Es la mentalidad con la que se ha construido este equipo, que disfruta pero que se ha convertido durante mucho tiempo en una máquina de ganar. Ha gripado en 48 horas, como cuando se delira cuando se tiene fiebre. Pero en Murcia apareció una versión ultracompetitiva, en algún momento brillante. Incluso diríase que, después de dominar por 23 puntos, se ganase por ocho. Es un aviso para mantener la tensión en lo que espera y también unos minutos más de desgaste para los jugadores más peligrosos y estructurales de un UCAM que tiene un mérito muy grande, pero que esta vez no fue el alegre y desenfadado que bordó el baloncesto en el Carpena. La presión pesa, aunque Sito lo negara. Y ahora tiene presión su equipo.
La salida al partido fue extraordinaria. No puso la zona el UCAM directamente, tardó más. Y el Unicaja fue como un lobo a por ello. Utilizando a Kameron Taylor para generar juego de inicio, con un Osetkowski en modo MVP que viró sus actuaciones de los últimos partidos, que él mismo calificó al final como “inaceptables”, con un Sima titánico bajo los aros. La velocidad permitió meter tiros cómodos y cercanos. Y el UCAM falló cuatro tiros cortos y sus triples no fluían. Y es la clave que se apuntaba en el Unicaja, cambiar la tendencia defensiva. Sólo 66 puntos metió cuando en Málaga había metido 88 y 101. Defensivamente es un equipo excelente el Unicaja, pero en el Carpena había conseguido desactivar todo el entramado. Al descanso, la ventaja seguía ahí (34-49) después de que el UCAM recortara hasta siete puntos.
Varios errores de Taylor en los primeros ataque propiciaron que los locales se colocaran a sólo siete puntos. Tuvo aplomo el Unicaja y encontró el ritmo de Kendrick Perry, metido en formol en la eliminatoria anterior para recuperarse de los problemas físico. Y encontró también el tiro. Osetkowski continuaba estelar, ofreciendo esa versatilidad que le hace diferencial. Se fue hasta por 23 puntos (38-61, 44-65 al final del tercer cuarto). Era tentador para el UCAM tirarlo y pensar en el cuarto para reservar, pero Sito hizo un último intento. Bajó a 10 el UCAM, pero aparecieron Alberto Díaz con una penetración impresionante y Kalinoski, con tirito de media distancia que no tocó ni red. No tuvo una gran lucidez el Unicaja en los minutos finales, las piernas pesaban en los dos equipos. Y el equipo de Ibon se dedicó a conservar y olvidó su juego. Habían sido tres cuartos de gran nivel. Pero es humano que hubiera alguna vacilación. Son lecciones que se deben aprender. Y así se sacó adelante un partido con más de un centenar de aficionados cajistas en las gradas que jalearon un triunfo que permite seguir vivo el sueño de volver a la final de la ACB. Ahora, el reto de volver a Málaga. Pasa por seguir el mismo guion. Seriedad, humildad y a correr.
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