De Valencia a Belgrado, tribulaciones del Unicaja
20 años de 'Málaga Hoy'
En estas dos décadas se han relatado cinco títulos del club, el último aún reluciente, pero también hubo etapas oscuras que no han mermado el impacto del baloncesto en la provincia
El primer número del periódico 'Málaga Hoy' coincidió con una victoria en Valencia que cambió la historia
Unicaja, exigencias y apocalipsis
EL 16 de mayo de 2004, el día que se publicó el primer número de Málaga Hoy, el Unicaja jugó uno de los
partidos más trascendentes de su historia. No fue un título, pero sí el salvoconducto para el fichaje de Jorge Garbajosa, para la Copa de 2005 y la Liga de 2006. Un pico histórico que el equipo actual de Ibon Navarro intenta hollar de nuevo. Aquella calurosa mañana en la Fuente de San Luis, el Unicaja ganó el quinto partido de la serie de cuartos de final de la ACB a un tremendo Valencia Básket (Rigaudeau, Oberto, Tomasevic...). Perdía por 15 puntos, pero Sergio Scariolo había diseñado un plan del que no desistió: defender 40 minutos en una zona 2-3, una suerte que quedaba normalmente reducida a momentos muy concretos, no para tanto tiempo. Sus jugadores le compraron la idea, el Valencia se derritió y se remontó el partido. Esa victoria propició el acceso a semifinales y el billete para la siguiente Euroliga. Más inversión, fichajes de altura y la sublimación de una época dorada.
Títulos y el mejor equipo de la historia de la entidad. Leyendas, varios jugadores NBA, campeones olímpicos y mundiales... Fue también un espejo en el que durante mucho tiempo se miró y fue el listón, como aquel récord del mundo de Stefka Kostadinova en salto de altura que sigue vigente desde 1987, que provocó frustraciones porque el después, lustros duró la secuela, no se gestionó de la manera ideal.
Málaga Hoy llegó a tiempo para relatar esos días de vino y rosas, también a la histórica Final Four de la Euroliga en Atenas’07. Cumple 20 años con el Unicaja inmerso en un proceso similar de éxito que se intenta prolongar en el tiempo. Pocas semanas atrás se conquistó la Basketball Champions League, que pelea por ser la segunda competición continental en el escalafón. En 2023, la Copa del Rey en Badalona, siendo el primer equipo que conquista la competición tras ganar a Madrid y Barcelona. Pero entre estos dos bellos ítems ha habido también años ominosos y oscuros, demasiados. Travesía del desierto, desafección entre público y equipo, sensación de dejadez y malos resultados continuados. Decisiones erráticas, inversiones que salieron mal. Que puede ocurrir porque el deporte no es una ciencia exacta. Pero que hicieron daño y menoscabaron el estatus de un club que no había dejado de ir hacia arriba. Tardaría tiempo en cicatrizar. Pero las brasas siempre han estado ahí.
Málaga es la tercera provincia de España con más fichas de baloncesto, sólo tras Barcelona y Madrid. Había un caldo de cultivo labrado por los pioneros a mediados del siglo pasado que siguió con la creación del
Caja de Ronda en 1977 y la coexistencia en la élite de la ACB con el asombroso caso de un equipo de colegio que llegó a la cima, el Mayoral Maristas. Tras cuatro años compartidos en la élite, en 1992 se llegó a la unión y al despegue definitivo. En 2004 ya era un deporte consolidado, pero en este periodo de dos décadas ha existido igualmente un desarrollo muy importante en la canasta malagueña. Hay más de un centenar de clubes en la provincia. Málaga es lugar de peregrinación al que vienen jugadores de la NBA en verano a entrenar. Se ha desarrollado mucho el baloncesto femenino a medida que la sociedad progresa. En 2017 el Unicaja abrió el abanico a la mujer también y fue un gran impulso. Y el verano pasado, por ejemplo, dos malagueñas fueron subcampeonas del mundo sub 19 (Daniela Abies y Elena Moreno). El CAB Estepona se quedó hace un par de semanas a centímetros de ser el primer equipo malagueño en aterrizar en la Liga Femenina. Y es algo que llegará más pronto que tarde.
Un club de la dimensión del cajista normalmente fagocita lo que hacen otros en la provincia. Pero desde Manilva a Nerja y desde Mijas a Cuevas de San Marco hay alguna canasta, algún entrenador y alguna
chica que bota el balón. Novaschool, El Palo, Alhaurín de la Torre, CB Marbella, Salliver, Manilva... Así, decenas y decenas. La salida del Unicaja de la Euroliga, descabalgado por el resto de clubes, en la temporada 2015/16 marcó un punto negro en la historia del club. Pareció un proceso lógico, aunque se protestó, por la progresiva indefinición del club, ni cola de león ni cabeza de ratón. También empujó que la mejor competición de Europa se viera rutinaria en la ciudad y la afición. Y no, no lo era, era caviar. Ahora, con el nivel actual, se la echa de menos, pero tiene unos peajes que cuesta asumir, un modelo económico sólo viable a mucha inversión. Pero debe ser también un motor y un estímulo, llegar a ese lugar. La reacción fue de grandeza, con el cuarto título de la entidad, la recordada Eurocup de 2017 en Valencia tras ganar tres eliminatorias con el factor cancha adverso (antes Bayern y Lokomotiv Kuban). Aquel equipo de Joan Plaza jugó la última Euroliga en 2017/18. En 2021, con la llegada de López Nieto, se dejaron dos décadas en esa esfera para pasar a la FIBA.
En estos 20 años ha habido muchas historias. Justo cuando salía el periódico llegaba con el Zalgiris Kaunas a una estadía de pretemporada en la Axarquía. Lo hacía con el mito Arvydas Sabonis, ya con 39 años. Su familia estaba ya asentada en Málaga y sus tres hijos jugaban en la cantera cajista. “Con que uno de los tres saliese hacia adelante estaría muy contento”, le decía el zar a Nacho Rodrigo, redactor de este periódico. Los deseos se hicieron realidad. Domantas, formado desde los cinco a los 18 años en Los Guindos, es ahora una
estrella de la NBA, ha jugado varios All Star y tiene una carrera rutilante en la mejor
competición del orbe. Pasó por el Clínicas Rincón, el magnífico equipo vinculado que
durante casi una década tuvo el Unicaja con la inestimable ayuda de Manolo Rincón, uno de los mejores mecenas del deporte malagueño que ha habido. Ahí jugaron también Vitor Faverani, Ognjen Kuzmic o Álex Abrines, que también llegaron a la NBA tras debutar con el Unicaja. En Vélez, Torre del Mar o Rincón de la Victoria se pudo disfrutar de LEB Oro y LEB Plata con distintas generaciones de chavales que
nutrieron al primer equipo y al resto del baloncesto español. Aún quedan hoy casi una decena jugando en la élite que tuvieron ese master.
En este periodo Málaga ha albergado las Copas del Rey de 2007, 2014, 2020 y 2024, un espectáculo que trasciende al baloncesto. También varias Supercopas ACB. Vino a jugar un equipo de la NBA, los Memphis
Grizzlies de Pau Gasol y Juan Carlos Navarro, al que el Unicaja derrotó en un inolvidable partido. También ha sido, sobre todo en la última década, lugar frecuente de peregrinación de la selección española de baloncesto, campeona del mundo y de Europa repetidas veces. En la iniciática de 2006 en Japón estaban dos malagueños, Carlos Cabezas y Berni Rodríguez. En plenitud, con 25-26 años, conquistaron el oro
mundial en una secuencia mágica tras ganar la Liga unos meses antes. En aquel torneo el Unicaja era el equipo del mundo que más jugadores aportó (seis). Después Berni Rodríguez sería subcampeón olímpico
en Pekín, en aquella final contra Estados Unidos histórica. Y Cabezas campeón de Europa en 2009, ya con Sergio Scariolo, el arquitecto de aquel gran Unicaja y el mejor seleccionador de la historia de este país, a
los mando. Un malagueño adoptivo que también pisó la luna. Conquistó el título de la NBA formando parte del cuerpo técnico de los Toronto Raptors. Su vinculación con la selección continúa y en 2022 llegó otra
cima, tras el relevo generacional, con el título de campeones de Europa. Allí estaba otro malagueño, el icono actual del Unicaja, Alberto Díaz. ADN Los Guindos, desde los seis años en la EBG. Con 30 es un jugador del máximo nivel. Y los que vienen por detrás. Los tres últimos MVP del Europeo sub 16 son jugadores formados en la cantera cajista: Rubén Domínguez (ahora en Estudiantes), Mario Saint-Supéry, que con 15 años fue el jugador más joven en vestir la verde y morada, y Guillermo del Pino.
El Carpena, consolidado como una instalación multidisciplinar que vale para una final de Copa Davis o albergar los Goya, creció en dos remodelaciones importantes para pasar de 8.000 a 10.500 espectadores. Hubo una época larga en la que era un pabellón demasiado grande, ahora se vuelve a quedar pequeño. Es el relativismo del deporte, la distancia entre tener éxito o pasar desapercibido. El futuro pinta brillante para el baloncesto malagueño en la coyuntura actual, pero con frecuencia hay que mirar a esas épocas oscuras para no reiterar errores. La memoria es selectiva y refulgen los éxitos en estos 20 años, relatados desde Valencia a Belgrado in situ por Málaga Hoy. Un viaje en el que la gente pasa pero quedan las relaciones humanas. Y, aunque es el éxito lo que marca, el baloncesto es un gran formador de personas que, puntualmente, da muchas alegrías.
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