Unicaja-Barcelona: Un viaje maravilloso (75-87)

El Unicaja no puede forzar el quinto partido ante el Barça y queda eliminado tras una grandísima temporada en la que acaba tercero en la Liga Endesa y conquistó un título

Mucho histórico en la grada

Los jugadores e Ibon despiden a la afición.
Los jugadores e Ibon despiden a la afición. / Javier Albiñana

El final no fue el ideal, el Barcelona fue bastante superior (75-87) en los dos partidos en Málaga y no se pudo forzar el quinto partido de la semifinal. Los dos duelos del Palau alertaron al cuadro azulgrana de que enfrente había un rival de mucho nivel. Lo subió el equipo de Jasikevicius y un equipo dosificado, pero exprimido, que empezó la pretemporada el 9 de agosto, no dio para más. Pero todo lo conseguido es muchísimo. El Unicaja acaba como el tercer clasificado de la Liga Endesa, conectado de nuevo a la afición, semifinalistas tras seis años y con un título (el más inesperado) más en las vitrinas en 10 meses de sensacional baloncesto, con presencia en el Top 4 de las tres competiciones disputadas. Algo impensable un año atrás.

Ha sido una temporada tremenda, de gran baloncesto y emociones que se pensaba que ya no se volverían a vivir en Málaga. En el deporte lo normal es perder, pero el público que atestó un día más el Carpena entendió que procedía un homenaje a un equipo que ha transmitido valores y baloncesto, que tocó el cielo en Badalona en febrero y que no pudo llegar al cum laude pero sí se quedó con la matrícula de honor. El plan de Ibon, el equipo construido junto a Juanma Rodríguez, llegó lejísimos, mucho más de de lo pensado. Quizá el mejor trofeo emocional sea ver cómo el Carpena vibraba al final del partido cantando el himno y clásicos varios del repertorio de Los Mihitas. “Málaga, Málaga”, bramaba la grada mientras el equipo aplaudía desde el centro de la pista para despedir en un aplauso, con los 10.000 espectadores sin moverse mientras cantaban el himno una vez más. Las lágrimas de más de un jugador demostraba que aquello no era de cartón piedra. Acabó con una vuelta al ruedo.

El Unicaja fue a remolque desde el arranque. Dos triples de Kravish y dos balones sueltos que Barreiro convirtió en canasta fueron el único bagaje antes de que en los últimos seis minutos y medio de cuarto, el Unicaja sólo metió un afortunado triple a tabla de Kalinoski. Fue un colapso importante que condicionó el partido de salida. Porque el Barcelona seguía con la velocidad de crucero del segundo tiempo del tercer partido. Fluído, cómodo y con mucha puntería. Sólo falló cuatro tiros en los primeros 10 minutos. Fue dominando el rebote porque el Unicaja estaba demasiado errático. De nuevo, Perry debía salir pronto del partido porque se dio un costalazo en una entrada no sancionado con falta.

13-23 era el marcador tras el primer cuarto. La sensación era de que se iba con la lengua fuera y que el partido podía quebrarse, pero se tuvo al partido el equipo malagueño, como ha hecho durante toda la temporada. Es cierto que había un arbitraje inusualmente amable contra el Barcelona. Técnicas a Jasikevicius y Da Silva, desde que quedaba 8:30 al descanso con el rival en bonus, los de Ibon Navarro apretaban (21-25), pero los catalanes habían construido ahí una alambrada en las dos posesiones de distancia. El Unicaja encadenaba dos acciones buenas, pero no una tercera que podía permitir un cambio de aire verdadero. Al menos, en el segundo cuarto el equipo malagueño se soltó algo más para anotar con mayor continuidad, encontró alguna vía de agua superior en la defensa azulgrana. Grandes minutos con Carter en la dirección, demostrando que su crecimiento no tiene techo. Pero el Barça, rozando los dos de cada tres tiros metidos en el primer tiempo, impedía al Unicaja hacer su juego: correr. Y el porcentaje propio raspaba el uno de cada tres. Cuando no se puede minimizar los porcentajes rivales cuesta más, sobre todo ante un equipo tan físico y atlético como el Barça, con la carta extra de Nnaji que no se había empleado en los partidos del Palau. Dos triples puntillosos de Abrines aplacaban a un Carpena encendido antes del descanso (37-45).

El Unicaja consiguió cambiar el viento del partido en el arranque de la segunda mitad juntando a Perry y Carter en pista, un poco de rock and roll. Aceleró el partido, le metió una marcha más y tuvo un par de ataques para ponerse a dos y tres puntos. Perry falló un triple abierto claro y la defensa de Satorsansky impidió un contraataque de Barreiro que parecía claro. El Barça daba una opción, pero no una segunda. Ahora, era previsible, el arbitraje había cambiado. El Barcelona sin faltas tras ocho minutos y medio de cuarto y el Unicaja pronto en el bonus. Y el Barça no fallaba. 48-65 se marchaba el cuadro culé, con malas vibraciones porque otra vez el ritmo era suyo en el final del tercer cuarto. La última chispa ya no daba para más y el cuarto final fue un ejercicio de impotencia (52-73 tras 30 minutos). El show de Jasikevicius le llevaba a ser expulsado por una segunda técnica. Se apagaba una temporada extraordinaria, una de las mejores de la historia del club, que ha devuelto la ilusión, la comunión con la afición y el orgullo de una ciudad y una provincia por su equipo de baloncesto. Un viaje maravilloso que merece un aplauso y las gracias. Y que hace crecer las ganas de que llegue septiembre.

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