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Identificación e impacto

El peso del jugador nacional en este Unicaja se cuantifica con el alto porcentaje de puntos (46%) de los españoles

Es el equipo de la ACB que más dependencia local tiene en su plantilla

Francis Alonso, Alberto Díaz, Rubén Guerrero y Carlos Suárez. / Marilú Báez

Es una gran rareza en los tiempos que corren. El máximo anotador del Unicaja es español (14.3 puntos, Darío Brizuela. Le sigue Francis Alonso, con 11.7). El máximo asistente (Alberto Díaz, con 5.8 pases decisivos, Top 5 en la Eurocup y Top 10 en la ACB), también. Igual que el máximo reboteador (Rubén Guerrero, 4.5). También Alberto es el que más balones roba (2.1, el que más de la ACB y el segundo en la Eurocup). Y Brizuela el más valorado (13.4). El que más tapona aún no tiene el pasaporte nacional, pero es canterano y va en camino. Es Yannick Nzosa (0.8 por duelo), la Federación ha iniciado los trámites, con su visto bueno, para acometer su nacionalización vía carta de naturaleza. Son datos que refrendan el tremendo impacto del jugador nacional en el juego del Unicaja. Con el regreso de Jaime Fernández hay seis jugadores, más Nzosa, con un alto peso específico en los planes de Casimiro.

La situación no es casual, ha sido una tendencia en los últimos años. Es quizá el gran resultado del fichaje de Jaime Fernández, por el que se paga un traspaso de más de 200.000 euros al MoraBanc Andorra en el verano de 2018, el momento en el que se asume en el Unicaja que debe ser el camino, fortificar un espinazo nacional en el que ya Carlos Suárez y Alberto Díaz eran básicos. Se fue Dani Díez de ese núcleo, pero se repuso con Brizuela pocos meses después. Y converge con la maduración de Rubén Guerrero y Francis Alonso, que terminan sus respectivas etapas universitarias y el Unicaja les recluta de nuevo tras seis y cinco años en Estados Unidos. Ambos, antes de marcharse, habían aparecido por LEB con el Clínicas Rincón, sin mucho minutaje. Pero vuelven siendo jugadores distintos, con lógica mayor experiencia, con 23 años y 24 años. Preguntarse cuál hubiera sido su evolución quedándose en el Unicaja no tiene mucho sentido. Las experiencias vitales y el conocimiento de otra cultura, también baloncestística, es una experiencia incalculable. También saben lo que es estar fuera de casa y pueden valorar el calor del hogar.

El peso del jugador nacional, pues, en el Unicaja es altísimo. Un camino hacia la creación de una identidad. La mitad del equipo es nacional y casi un cuarto, malagueño. Las mejores épocas del Unicaja en su historia han coincidido con una importante presencia de la cantera y del jugador nacional. En el mítico subcampeonato del 95 había jugadores de casa (Nacho Rodríguez, Curro Ávalos, Gaby Ruiz, Dani Romero...) más nacionales de nivel como Alfonso Reyes y Manel Bosch. En el gran Unicaja del trienio mágico de 2005 a 2007 están Carlos Cabezas y Berni Rodríguez como importantes pilares canteranos más el factor diferencial de Jorge Garbajosa entonces, fichaje que cambia la historia del club. Más tarde, también con Joan Plaza tiene peso el jugador nacional. Se gana la Eurocup en Valencia con Alberto, Díez y Suárez en pista. A la inversa, en el trienio oscuro de 2010 a 2013 mengua la importancia del jugador canterano y nacional. Se va Berni, sale Abrines pero se marcha rápido, Alberto debuta pero tarda en consolidarse, las apuestas por Vidal y Urtasun no salen bien...

Y ahora, en 2020, el Unicaja tiene seis jugadores nacionales, tres de ellos malagueños, con peso real en el equipo. Esa importancia crea vínculo y poso, identificación y un plus. Todos saben lo que es jugar en este equipo y la exigencia que comporta. Más allá de lo simbólico y lo emocional, los números reflejan ese impacto. El 46% de los puntos que mete el Unicaja son de jugadores españoles. Así han sido 567 de los 1.232 hasta ahora anotados por los jugadores españoles de Luis Casimiro. Si se incluyera a Nzosa, el porcentaje se elevaría hasta el 49.8%. Una cifra a la que ningún equipo de la ACB se acerca. El Joventut, también con una base nacional y mucho jugador formado en la cantera de Badalona, tiene un 38.7% de puntos de jugadores con pasaporte español. El Barcelona, entre Euroliga y ACB y contando al nacionalizado Mirotic, suma un 36% de puntos nacionales. El Madrid, ejemplo en los últimos años de la creación de un núcleo de jugadores españoles claves, tiene un 33.5% de puntos españoles entre Euroliga y ACB. En el Valencia, otro equipo que se había caracterizado por la apuesta por el jugador nacional, sólo tiene un 15% de puntos nacionales. Andorra y Manresa, con un 26%, son otros clubes con jugadores españoles con cierto peso.

El peso en la anotación es extensible en el Unicaja a otros aspectos del juego, véase las asistencias, con un 63% de la cifra que reparte el equipo. Este primer cuarto de temporada ha bastado para constatar que hay deficiencias en el equipo difícilmente corregibles sin salir al mercado, pero también una ilusionante base sobre la que crecer, con jugadores que producen identificación entre la afición. En breve se conocerá la lista de Sergio Scariolo para las ventanas y, con probabilidad, será el equipo que más hombres aporte, es verdad que sin jugadores de Euroliga y de NBA. Pero será motivo de orgullo. Se tratará, para crecer, de rodear a ese núcleo de piezas diferenciales.

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