Unicaja - Lenovo Tenerife: Carpe diem (98-75)

El Unicaja arrasa al Lenovo Tenerife con un segundo tiempo maravilloso y comienza la Liga ACB al mismo nivel que acabó la temporada pasada y con aún más registros de juego

Así fue el partido

Yankuba Sima celebra una canasta.
Yankuba Sima celebra una canasta. / Carlos Guerrero

El Unicaja sigue jugando como si le debieran dinero. Lo que se ha visto en pretemporada y en el estreno de la campaña en una tremenda victoria ante el Lenovo Tenerife (98-75) conecta con la espléndida línea de la temporada pasada, la construcción de un proyecto que va más allá de los resultados o los títulos. Aspira a la consolidación de una identidad que mezcla el instinto más primario con el deseo de ganar con un despliegue agresivo, vertical y veloz que conecta con el gusto de una afición que vive momentos de enajenación pellizcándose después de lo sufrido en el lustro previo, que disfruta de cada partido y crea una atmósfera en la que el primer partido de ACB se compite a cuchillo ya. Y como tal hay que plantearse la temporada. El carpe diem constante para paladear lo que ofrece este equipo, como recomendaba aquel inolvidable profesor John Keating a sus alumnos en El club de los poetas muertos. El Keating de este Unicaja es Ibon Navarro, que adiestra a un bloque que le compra completamente su idea y que va a muerte. No es sencillo eso. El equilibrio es un muy frágil en el deporte y el baloncesto, más aún. Por ello hay que valorar el disfrute que ofrece este equipo, que mezcla estética y competitividad. Una miríada de canastas, mates, defensas magistrales y corajudas se desplegaron para tumbar al Lenovo Tenerife, equipo que se veía a años luz de baloncesto a comienzos de la temporada pasada. El sorpasso ha llegado en el escalafón, aunque sea una silla que se mueve. Pero el admirable equipo insular ha perdido los cuatro últimos partidos ante los malagueños. No hay que mirarse el ombligo, no obstante, pero sí observar el panorama, acordarse de dónde se viene y hacia dónde se va. Se ha pasado del blanco y negro a la alta definición.

El Unicaja maneja registros que van más allá del juego para intentar encontrar escenarios favorables en los partidos para las características de sus jugadores. Hay confianza en el plan. El Lenovo salió bien plantado al Carpena, con altos porcentajes de tiro y metiendo 26 puntos en el primer cuarto. 24 metía el Unicaja, que tenía que lidiar con ajustes de roles con el regreso de una versión más dura de Yankuba Sima en la rotación interior. Poco a poco, el equipo malagueño fue cogiendo las riendas y llevando el partido a su terreno. El Tenerife había metido, pero se jugaba al ritmo alto que propone el Unicaja, que para ello emplea a sus 12 jugadores. Y la línea de flotación del Lenovo es un grupo de veteranos a los que les cuesta afrontar un escenario así. Alberto Díaz y Kendrick Perry marcan el nivel defensivo y la entrada de Kameron Taylor da otros registros más continuos.

Al descanso se mandaba 45-40 con la sensación aún de que el techo de rendimiento estaba lejos. Y la salida tras el paso por el vestuario fue en tromba, una versión aún más salvaje en la que ayudó esa labor de desgaste de la primera mitad. Correr sin parar, manos y brazos. Allí reinó el Unicaja, pletórico, con Thomas ofreciendo recital como si se hubiera quitado tres años, con un Perry imperial rajando la defensa rival, con un Ejim desencadenado más allá de los números, con Sima dando lo que hacía falta, con Taylor ganándose al Carpena con su catálogo... El Unciaja se acercó a la excelencia. Superó los 10 puntos (67-54) a finales del tercer cuarto pese a los intentos de Jaime Fernández. Y en el último completó un recital con una victoria por 23 puntos ante un señor equipo. Es el partido a partido, pero con deseo de disfrutarlos y no de padecerlos. Como si no hubiera habido verano por medio, el Unicaja empieza la competición en quinta.

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