Unicaja - Limoges: Billete a cuartos, Atenas dirá si en primera o segunda clase (99-88)

El Unicaja tumba a un muy correoso Limoges que hizo sufrir bastante para conseguir el pase a la eliminatoria, aunque ante el AEK se decidirá si como primero o como segundo y con factor cancha o no

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Mario Saint-Supéry lanza a canasta. / Unicaja B. Fotopress / M. Pozo

Las victorias que se dan por supuesta, a veces, son las que más se atragantan. El Unicaja pasó un momento de dificultad importante ante el Limoges, perdió el control del partido al final del segundo cuarto (6-22 en los últimos cinco minutos) ante el gran acierto del equipo francés (bien entrado el último cuarto estaba rozando el 65% de tiros), en parte favorecido por una defensa malagueña que no fue la habitual. Faltan efectivos, aunque Mario Saint-Supéry, titular, echó una mano nada desdeñable. Y ese ritmo que sólo los equipos de Euroliga sostenían es ahora más terrenal. Sin Djedovic y Brizuela hay menos variedad en el perímetro.

El partido se proyectaba a los 100 puntos y ahí se exige mucho acierto. Después de aguantar el vendaval francés, el Unicaja alzó la cabeza (99-88) y ya está en los cuartos de final de la Basketball Champions League, aunque queda un tremendo partido en Atenas para rematar la faena, menos de 48 después de acabar ante el Barça y con un viaje largo por medio. Y es que en la capital griega se jugará el primer puesto del grupo, esencial para hacer el camino más accesible a la Final Four, que será en Málaga si el Unicaja está presente.

La resaca de la Copa está siendo durilla, pero se paga gustoso la factura. Es parte del proceso de digestión y de maduración del equipo. No hubo mala actitud, epro sí falta ese punto de frescura. Fue deliberada la decisión de Ibon Navarro de levantar el pistón tras la Copa y no seguir acelerando hasta que el motor gripara. Era necesario el receso y el Unicaja está recomponiéndose para intentar estar competitivo en abril y mayo, territorio de play off en Europa y ACB. Pero hay que llegar a ese punto. Y los malagueños ya están entre los ocho mejores de la BCL, el punto donde se quedó la temporada pasada. Ahora las perspectivas son bastante mejores.

Con la citada sorpresa de Saint-Supéry en el quinteto inicial para intentar darle normalidad a su situación, como razonaba semanas atrás Ibon, el Unicaja no salió mal al partido. Con buena fluidez de bola, metió 26 puntos y algunos detalles de la joven perla malagueña. Triple, robo y un pase por la espalda para asistir a Kravish. El Unicaja gustaba y se gustaba, pero igual se regodeó y el Limoges, despojado de presión y con un fabuloso partido de Desi Rodríguez, que acabó aplaudido por el Carpena tras sus 25 puntos, fue creciendo y creciendo. Y metió 30 puntos en el segundo cuarto (46-52 al descanso).

Como suele, Ibon cambió el quinteto en la segunda mitad. Alberto Díaz metió una marcha más atrás y la reacción fue inmediata, se cambió la tendencia y el Unicaja se colocó por delante. Pero el Limoges nunca se descolgó, metiendo dos de cada tres tiros que lanzaba era complicado que sucediera. Kalinoski, nunca duden de un tirador, encontraba vericuetos para, esta vez sí, ver el aro como una piscina. Con seis hombres con 10 puntos o más, el Unicaja encontró equilibrios en ataque y detrás ofreció unos mínimos (36 puntos encajados en la segunda mitad) mejores para sacar un partido que le da el billete a los cuartos de final. Atenas decidirá si en primera o segunda clase.

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