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Una aparición celestial de Will Thomas en el primer tramo del último cuarto desbloqueó un partido que al Unicaja se le estaba indigestando ante el bravo Obradorio, ante el que sumó su sexta victoria consecutiva con un marcador engañoso (87-74). Un equipo con sello de autor el santiagués, que exprimió todas sus posibilidades, optimizándolas hasta sacar de quicio en algún momento al cuadro malagueño. El particular Señor Lobo del Unicaja había estado silente en el partido, apenas había jugado cinco minutos. Con 63-62, recibió una bola que quemaba y metió un triple desde la diagonal. En el siguiente ataque, su clásico fade away para anotar desde cuatro metros. Un robo en defensa, una asistencia a Djedovic en un 2x1 del que no se sabe cómo escapó en la línea de fondo. Y, como guinda, un mate remontando por la línea de fondo que generó un dos más uno. Se fue del partido con 70-62. Había hecho su trabajo, recibió la ovación del Carpena, con gritos de “Will, Will, Will”. Y a otra cosa. Es la importancia de tener a este tipo de jugador en la plantilla. ¿Podría haber un jugador mejor al peso, con más proyección y margen de mejora? Seguro. Pero no sería Will Thomas ni aparecería con tamaña seguridad en momentos tan candentes.
La victoria fue exigente. No fue un gran Unicaja, pero hay que echarle flores al rival, que supo generar problemas desde mediado el primer cuarto. El equipo malagueño salió bien al partido, con la pareja Alberto-Carter en el exterior. El Obradoiro fallaba algún tiro cómodo y ello permitía al equipo malagueño correr y hacer pupa a los gallegos (16-5). Djedovic metía triples. Pero los de Santiago de Compostela tienen ese gen competitivo de los equipos con poso, con un entrenador y un estilo reconocible. Y poco a poco consiguió frenar y hacer incómodo el partido. Colocó una defensa en zona y dudó algo el Unicaja. Perry comenzó con decisiones erráticas y el partido se enfangó. Pero realmente la mejor manera de detener al Unicaja es atacar bien y con sentido. Y meter, claro. Ya al final del primer cuarto se había cortado la hemorragia (19-16).
Un triple de Badzim daba la primera ventaja visitante (24-26), lo que obligaba al tiempo muerto de Ibon Navarro. Eran minutos para Carter como base después de que Alberto cometiera la segunda falta. El Unicaja buscaba soluciones. No le entraban tiros cómodos a Kalinoski, cortos, que suele ser síntoma de que las piernas no están a tope. También los ciclos de los tiradores. El Obradoiro se sentía cómodo. Blazevic hacía daño bajo el aro o lejos de él, con un triple. Metía otro Tinkle, uno más Badzim. Y mandaba (28-33) a pocos minutos del descanso.
Emergió entonces en el encuentro Kameron Taylor, con minutos al estilo Brizuela. Tomó las riendas del encuentro el de Maryland, que también estos chispazos productivos en la anotación más allá de lo que da en otros aspectos. Pero encontró vías de agua en la defensa obradoirista, metió seis puntos seguidos posteando y en penetraciones después. Culminando con un triple un parcial de 9-0 en un parpadeo. Se culminó un 14-1 antes del descanso con una canasta de Barreiro a pase de un Perry más entonado en esta rotación y, tras una gran tapón de Sima a Figueras, con un triple de Osetkowski desde la esquina para colocar el 42-34. Un partido que parecía encasquillado se desengrasaba en cuatro minutos espectaculares. El Carpena gritaba y se levantaba para ovacionar al equipo rumbo al vestuario.
Pero, ni mucho menos, el partido se había acabado el partido. Blazevic provocaba muchos desajustes a la defensa malagueña. Zurbriggen le ponía garra argentina y acierto. Un triple de Álvaro Muñoz igualaba el partido. Rebuscaba Ibon en el librillo. Sima y Kravish se cargaban de faltas. Un gran Osetkowski oscilaba entre el cuatro y el cinco. Alberto le ponía fuego al partido y parecía el Unicaja romper el muro. Pero, como ese mosquito que da la noche y aparece el zumbido cuando ya se cree haberlo espantado, estaba ahí el meritorio Obradoiro. Pero irrumpió en el partido Will Thomas. Y cuando habla hay que callarse. En pocos minutos concentró lo mejor de catálogo que aún le queda dentro cuando se aproxima a los 38 años. Sacó el coche del atasco y desde ahí el Unicaja ya pudo llegar a la meta con un nuevo triunfo en la ACB antes de un peligroso periplo viajero por Girona, Madrid y Bilbao que eleva la dificultad. Son cuatro victorias en la ACB seguidas (más dos de BCL) antes del duelo con el Peristeri de este martes que cierra el noviembre competitivo en el Carpena. Un triunfo de valor para seguir creciendo, pero con el recuerdo de que nadie se pasea en la ACB y hay que salir siempre enchufados.
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