Éxtasis, duelo y éxtasis (103-102)

Unicaja Baloncesto - Real Madrid | Crónica

Memorable victoria del Unicaja, culminada con un triple de Jaime Fernández (27 puntos y nueve asistencias) en la prórroga

El tiempo extra se jugó después de que Dani Díez metiera el segundo tiro de una serie y le diera la última opción de empatar al Madrid

Los jugadores del Unicaja celebran el triunfo.
Los jugadores del Unicaja celebran el triunfo. / Marilú Báez

Se vieron finales raros en el baloncesto, pero siempre hay alguno diferente, nuevo y sorprendente. Por esto este deporte es tan extraordinario, porque no hay película, novela ni obra de teatro que contenga guiones tan diabólicos, retorcidos ni geniales como el del duelo de este domingo 3 de febrero en el Carpena. Si es aficionado del Unicaja, no olvidará lo que ocurrió en el parqué del coliseo malagueño. Ni el glorioso segundo tiempo de Milosavljevic, soldado serbio indestructible que creyó posible una remontada imposible, ni el triple ganador en la prórroga de un sublime Jaime Fernández (103-102). Ni, por supuesto, el error de Dani Díez que propició un doble éxtasis. El del minuto 40, interruptus, y el del 45, ya definitivo.

El Unicaja celebraba la victoria cuando Causeur fallaba un triple y Dani Díez capturaba un rebote rodeado de madridistas. Era la foto final de un partido heroico del equipo malagueño, que había llegado a perder por 21 puntos y ganaba 94-93. Pero había un corolario que parecía cruel. Los árbitros habían pitado falta sobre Díez aunque los relojes se habían encendido. Y subieron el tiempo, tras la revisión, a 1.2 segundos. Dani Díez debía meter el primero y fallar. Hizo lo contrario, fallar el primero y meter el segundo, aunque quisiera errarlo, y le quedaba un tiempo muerto al Real Madrid, le dio vida después de estar muerto. Y Ayón la metió a la media vuelta para forzar la prórroga.

¿Partido perdido? Lo parecía. El golpe psicológico era brutal, de verse ganadores a jugar cinco minutos extra con el Madrid hambriento y para ponerse en la tabla con el Barcelona a tiro. No lo iba a dejar escapar, se palpaba. Y, pasada media prórroga, lo parecía. El Unicaja sólo metía un tiro libre, pero el Madrid no le remató. Rudy, excelente todo el partido, erró un triple abierto. Campazzo falló una entrada. Y este Unicaja tiene defectos y carencias, pero posee espíritu, tiene fe y compite, en la victoria y la derrota.

Shermadini, impresionante partido el suyo entre las torres madridistas, machacó una bandeja de Jaime Fernández (100-102). Eligió defender el Unicaja a 29” y le salió bien, Rudy fue el último en tocarla en un balón dividido a 3.8”. ¿La bola para quién? Tras el tiempo muerto, para Jaime, que fue con decisión para meter un triple fabuloso en las narices de Taylor, uno de los mejores defensores exteriores de Europa. Quedaban aún 0.7 segundos, pero Campazzo, a la desesperada, lanzó a la grada desde su campo.

Es difícil digerir tantas sensaciones en tan poco tiempo. Metido en un tobogán, el Unicaja venció en un partido extraordinario tras un primer tiempo muy mejorable. Se suele señalar a la defensa como principal foco de mejora malagueña. Campazzo se encargó de recordarlo desde el inicio del partido. El argentino desbordó de manera constante, en cada ataque, a su par defensivo, fuera Roberts o Boatright. A partir de esa ventaja, el Madrid construía su ataque para encontrar posiciones de tiro cómodas. Ello, con el plus de talento de sus jugadores, le bastaba para poner un ritmo de anotación infernal, insostenible para cualquier equipo.

Campazzo (nueve asistencias al descanso, más que todo el Unicaja) se plantaba sin problemas en la línea de fondo para asistir, preferentemente a su lado derecho. Así, una y otra vez. Sin antídoto ni en la pista ni en el banquillo. En ataque, la imponente presencia de Tavares incomodaba no sólo a los pivots, condiciona también a los exteriores porque el terreno que abarca es espacio que muere. Como los porcentajes del Madrid eran excelentes (rozando el 65%), la diferencia iba creciendo. Tras el 7-17 de inicio, un chispazo de Jaime Fernández metió al Unicaja en el partido de nuevo tras el tiempo muerto de Casimiro, que poco después se ganó la técnica por protestar de manera airada. Estaba en esa peligrosa frontera de los 10 puntos de desventaja el partido. La puntilla que faltaba era la salida de Rudy Fernández, fresco tras descansar en Estambul. El mallorquín metió tres triples casi seguidos y dio una asistencia por la espalda a Ayón para obligar a otro tiempo muerto de Casimiro (21-38).

La salida del partido de Campazzo dio un poco de aire al Unicaja, que pudo contener a Prepelic con mayor facilidad, pero tampoco le permitió recortar excesiva distancia. Llegaría a rebasar el Madrid los 20 puntos de diferencia (33-54), aunque un dos más uno de Lessort dejaba algo más estrecho el margen (41-57) al descanso.

De partida, Casimiro cambió fichas y colocó a Milosavljevic sobre Campazzo para atosigar al argentino. La decisión fue mano de santo. Es un recluta para las labores más ingratas el serbio. Lástima que su clarividencia ofensiva no sea alta. Pero es de los que no sobra en cualquier equipo. Rápidamente hizo dos faltas para hacer más incómoda la dirección del base rival. Otro cantar es que con la agresividad defensiva y el constante uso de manos que el argentino hace no se le señalara una personal hasta bien entrado el tercer cuarto. Era algo que protestaba el equipo malagueño.

Un triple de Dani Díez y una entrada de Jaime Fernández ante Tavares encendían al Carpena y Pablo Laso pedía tiempo muerto. Jaime encadenaba cinco puntos, un triple y otra plástica entrada a pie cambiado por la izquierda. Había partido cuando parecía que estaba muerto. Una canasta de Milosavljevic, cargado ya de tres faltas, tras un robo en defensa, reducía la ventaja a sólo dos puntos (63-65) y el Carpena entraba en combustión. Entre medias, técnica a Pablo Laso, que quería proteger a Campazzo de la defensa cajista.

Pero un ligero bajón, una pérdida o un rebote perdido ante el Madrid tiene más valor que ante cualquier otro. Rudy Fernández le dio gasolina con cuatro puntos y un pase para Campazzo. También sacando una falta a Boatright, muy protestada por el Unicaja, para lanzar tres tiros con la posesión agotándose y el Unicaja a sólo cuatro puntos. 69-76 era el marcador al final del tercer cuarto, en el que el Unicaja había exprimido sus posibilidades. Defender le había permitido jugar en transición y con velocidad y minimizar el tremendo impacto de Tavates. Todo partió desde la defensa al base, inexistente en la primera mitad, a través de un salvaje Milosavljevic.

Prepelic se fue dos veces de Boatright y le sacó cinco puntos casi gratis y también la cuarta personal. Jaime Fernández estaba con la bombilla encendida y metía y generaba. Daba de comer a Shermadini y metía otro triple (81-83). Tras una excelente defensa, Milosavljevic y Jaime disponían de triples para darle la vuelta al partido, pero erraron y Rudy volvía a aparecer.

Perdía otra opción de ponerse por delante el Unicaja, que no desfallecía cuando el Madrid estiraba (83-88). Y a 2:47 se gestaba el sorpasso tras tres jugadas espectaculares de Milosavljevic, dando crema a su mayúsculo partido. Asistencia entre las piernas para que Shermadini metiera como trailer un mate. En la siguiente jugada, tras empequeñecer a Campazzo, culminaba un alley hoop a pase de Jaime. Y en la de después metía un triple (92-91) antes de hacer la quinta personal a 1:24. El Carpena le despedía con una ovación tremenda.

Tras tiros libres de Campazzo y Shermadini, penúltima posesión para el Madrid a falta de 23 segundos. A Causeur se le salía un triple y Dani Díez cogía el rebote que parecía de la victoria. A 1.2, falló el primer libre, que debía meter, y metió el segundo, que debía fallar. Y Ayón, a la media vuelta, metía el empate a 95 sobre la bocina.

La prórroga, más que nunca, fue sobre todo un estado de ánimo. El Unicaja estaba de duelo tras verse con el partido ganado y escaseaban las fuerzas. Sólo metió tres puntos en más de cuatro minutos el equipo malagueño. Pero el Madrid no le remató. Y ejerció de grande el Unicaja. Shermadini metió un mate para rematar una bandeja de Jaime, el Madrid extravió la bola en el siguiente ataque y le quedaron 3.8 segundos para ganar el partido al Unicaja.

Dicen que quienes han jugado a alto nivel que hay pocas drogas más poderosas que esa. Última bola para ganar el partido con el rival ganando. Fue Jaime quien quiso ser líder. Metió un triple en la cara de Taylor para firmar 27 puntos, nueve asistencias y cinco robos. Y para levantar al Carpena como en aquel triple de McIntyre ante el Madrid años atrás, o más. Un partido memorable que definió al Unicaja, un primer tiempo malo y un segundo tiempo y una prórroga al nivel del mejor equipo del continente en los últimos años. Qué locura.

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