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Unicaja - Real Madrid: Una derrota sobre la que construir (71-76)

El equipo malagueño obliga al máximo al poderoso equipo blanco, aunque el nefasto día en el triple (16%) impide dar el zarpazo y ganar el partido

Osetkowski machaca ante Tavares. / Pepe Gómez

El Unicaja va en el buen camino para construir algo serio. Exigió hasta el último segundo al Real Madrid (71-76). El equipo de Ibon Navarro planteó un partido incómodo y con aristas para que el equipo blanco tuviera que sufrir en el Carpena. Y el objetivo se consiguió. Faltó algo de acierto. Con menos de un 20% en el triple es muy difícil en el baloncesto moderno. Ni al Madrid ni a casi ningún equipo. Es verdad que las posiciones conseguidas no fueron siempre las mejores, el bloque merengue niega muchos tiros fáciles con el tamaño de todos sus jugadores. Pero es necesario mucho acierto, que escaseó en un Unicaja guerrero. No obstante, confirmó que puede hacer partido y medirse sin palidecer ante un contrario del máximo nivel europeo. El arbitraje volvió a encender al Carpena. Una veintena más de tiros libres para el Madrid, que es verdad que buscó más el aro por el efecto disuasorio de Tavares en el Unicaja. Pero queda ahí registrado.

Lo mejor, seguro fue el ambiente, con un Palacio repleto, eléctrico y dispuesto a empujar y disfrutar. Evidentemente, el rival llama muchísimo, pero era un motivo de celebración ver la grada así, como hacía más de dos años que no lo estaba. Y una ilusión en el ambiente que se palpaba. Estaba el histórico Ray Smith en el palco de visita y el 80% del pabellón estaba vestido de verde. Hubo 10.602 espectadores en las gradas, la mejor entrada vista en el pabellón para un partido de baloncesto desde la final de la Copa del Rey de 2020.

El Unicaja planteó el partido, no podía ser de otra forma, como una guerra de guerrillas. Encuentro largo y de desgaste, que el Real Madrid supiera que iba a tener que bajar al fango y que no iba a pasar un rato agradable. La velocidad de crucero de los equipos grandes sirve para devastar a los rivales en la Liga Endesa sin demasiado problema. Se trata de sacarlos del carril y provocar incomodidad. Durante la mayor parte del partido se consiguió. El problema con el conjunto blanco es que cada jugador del banquillo es más determinante que el que está en el campo. Y viceversa. Llull, Musa y, sobre todo, un Tavares cada día más dominante aparecían e iban elevando el listón de dificultad progresivamente. El gigante caboverdiano lo ponía en el cielo. Varios problemas con la mesa y el tiempo obligaban a parar más de lo deseado el ritmo del partido.

Estiraba el Real Madrid con un 0-8 inicial, pero el Unicaja se metió en el partido con la salida de Augusto Lima, que dio la dureza necesaria en el juego interior para repeler a los blancos. Ibon apostó por Alberto y Ejim de salida porque había que poner la alambrada desde el inicio. Lástima del desacierto de Perry cuando dio su rotación. El Unicaja iba picando, le costaba anotar mucho en estático pero el Madrid tampoco estaba cómodo. Estabilizó la diferencia entre los cuatro y seis puntos. El plan de partido de Ibon iba igualando los quintetos para intentar paliar los desequilibrios en la medida de lo posible. Brizuela fue el último jugador en salir y lo hizo en el minuto 12. Y el vasco dio una llamarada de su talento para darle la vuelta al partido y la primera ventaja (25-23) al equipo malagueño. Un triple, un corte, un tiro a tabla, un pase sin mirar para la canasta de Thomas... Se sumaba Osetkowski, activo atrás también. Alberto fijaba de nuevo el nivel defensivo y el Unicaja combatía de tú a tú con el Madrid. Pero en una batalla de este nivel siempre hay agujeros negros. Encajó un parcial de 0-8 para cerrar el segundo cuarto que dejaba un regusto amargo tras 20 minutos muy competitivo (31-37), aunque sólo se metía el 41% de los tiros de campo.

Las buenas sensaciones se evaporaron rápido. 0-7 de salida de nuevo para el Madrid. Perry perdiendo balones y tomando malas decisiones y Kalinoski fallando tiros que un especialista debe meter. 31-44 era el marcador cuando Ibon, que quería estirar la rotación, debió pedir tiempo muerto tras dos minutos de cuarto. La respuesta fue óptima, un parcial de 7-0 después de que el Madrid alcanzara su máxima (31-46). Volvió Alberto Díaz y el equipo es otro. Triple, ahora sí, de Kalinoski, un par de buenas defensas (el pelirrojo sobre Yabusele en un movimiento revolucionario) y tiempo muerto de Mateo. La diferencia de faltas era muy favorable al Madrid y eso encendía al público. Estiraba el equipo blanco tras un par de pérdidas un tanto absurdas. La distancia en la que se movía el partido era cada más lejana y un triple de Musa tras una buena defensa hacía mucho daño (43-56), pero un par de buenas acciones de Brizuela dejaban la puerta abierta (47-56) antes del último cuarto. Magnífico el vasco, igual que cuando se precipita se le critica, aportó la dosis de arrojo y verticalidad que otros compañeros no tuvieron. Y sostuvo durante muchos minutos al equipo.

El Unicaja recortó hasta los cinco puntos (51-56) de distancia, pero Alberto, fundido, pidió el cambio y ahí el partido se complicó. Las primeras acciones de Perry fueron conceder un dos más uno al Chacho penetrando por la derecha y fallar un triple liberado que propiciaba la contra y el despegue del Madrid (51-63). Pero el montenegrino, al menos se empleó bien en defensa en el tramo final. Un triple de Osetkowski para ponerse a cuatro pudo ser la mecha, lo fue un robo de Perry para que Carter machacara (66-71). Una técnica y una falta de Tavares sobre Osetkowski permitían bajar a sólo dos con 52 segundos por jugar (69-71). Llull metió un tiro a tabla, respondió Kravish con un mate. El mahonés metió dos tiros libres (71-75) a 10 segundos y un triple de Alberto bien trabajado hubiera colocado a uno a falta de siete. Pero se falló. Y ahí se fueron las opciones de tumbar el mejor equipo del continente.

La ovación del Carpena al equipo al acabar el partido demuestra que se va por el buen camino. Pero hay que mejorar y crecer. Y meter más triples. Con el 16% es casi imposible. Por más días así, no tiene previo ver el Palacio así.

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