Opinión
Carlos Navarro Antolín
El Rey brilla al defender lo obvio
El Unicaja sigue como un trueno, con la meta volante de la Copa del Rey ya conseguida virtualmente. Muy meritoria victoria (92-79) ante el Surne Bilbao, señor equipo bien trabajado aunque quizá algo corto de rotación. El equipo de Ibon Navarro, pese a las bajas, sigue teniendo una marcha extra para liquidar a los rivales en la segunda mitad. Sobre todo en un Carpena en el que ha vuelto definitivamente el ambiente de verdad. Más de 8.000 personas en un partido a las 21:30 horas, con niños aún de vacaciones pero laborable al día siguiente. Una atmósfera preciosa, con la gente leyendo perfectamente lo que pasa en el partido, subiendo los decibelios, aplaudiendo cuando debe y valorando defensas o rebotes como si fueran mates.
La plantilla del Surne Bilbao, que perdió un par de partidos ante equipos LEB en pretemporada y parecía débil en ciertas posiciones, ha desmontado malos vaticinios siendo competitiva en cada partido que ha jugado en ACB y BCL. Y no iba a ser menos en Málaga, donde apuraba opciones de jugar la Copa del Rey. El Unicaja sabí a lo que había, con una rotación de 10 jugadores, sin Lima y Brizuela, cuyo esguince le impidió ser de la partida por ser demasiado reciente. Ese punto extra que da tener 12 jugadores, siempre que, como hasta ahora ha sucedido, todos asuman su rol era una prueba si iba a tenerla el equipo malagueño.
El primer tiempo transcurrió con cánones de máxima igualdad, con cinco puntos de renta como tope para el Unicaja y dos para Bilbao. En ese estrecho margen circuló el partido hasta ese 42-41 al descanso. Con 10 jugadores las rotaciones son más largas. No hay un quinto exterior ni un quinto pívot para sentar antes a alguien que no entre enchufado o cuando haya problema de faltas. Esa reconstrucción de roles será clave para mantener el nivel.
Al Unicaja le faltaba un punto de finura. Kalinoski empezó como un tiro metiendo ocho puntos seguidos el día que volvía después de su esguince. El equipo falló varias canastas cerca del aro o se le fueron un par de balones en situaciones claras de ventaja. Pero, a cambio, los jugadores iban, con mención especial para Barreiro, como lobos al rebote de ataque. Era un partido que había que masticar, no era de los que se ganan con el frac, sino con el mono. En el Bilbao hacía daño Hakanson, uno de los mejores bases de la ACB a día de hoy. También el joven charrúa Agustín Ubal, cedido por el Barça, justificaba por qué hay peregrinación de ojeadores NBA a Miribilla. Gran pinta.
En la segunda parte, el Unicaja comenzó con el colmillo muy afilado, subiendo el diapasón defensivo con una intensidad brutal. Sí, como el día del UCAM, a pesar de las bajas, queda aún esa marcha extra para demoler a los rivales en la segunda mitad cuando han aguantado la primera. Tercer cuarto brutal del equipo malagueño, primero con Perry al mando, después con Alberto. Temía Ponsarnau a la pareja de bases malagueña y le daban la razón. Era un duelo bonito contra la suya. Magnífico Melvin Ejim, metiendo intensidad y en uno de esos días en los que mete. No desde lejos, una pena porque hubiera aumentado la dimensión de su carrera, pero es un jugador importantísimo para que todo ruede en el Unicaja. En la primera parte había sido Thomas el sostén. También se unía un Tyson Carter que en la primera mitad estuvo algo apagado. La última jugada del tercer cuarto fue sintomática. Brutal defensa, robo de Kravish y pase de costa a costa de Alberto a Djedovic para que el bosnio colocara el 70-56 de máxima ventaja.
Francis Alonso, motivado pero impecable en su regreso a casa, metía cuatro puntos seguidos para recordar que el Bilbao no se iba a rendir, pero el Unicaja aceleró y llegó a irse hasta por 23 puntos. Hubo un par de minutos para Mario Saint-Supéry, con punto y asistencias, y para el debut de Rubén Vicente, en un gran día para la cantera de Los Guindos, como siempre que debuta un canterano. 10-4 divisando el final de la primera vuelta. 2023 comenzó bien.
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