Unicaja-Telekom Baskets Bonn: Ese cosquilleo especial (20:30)

El equipo malagueño intenta acceder a la cuarta final europea de su historia ante el vibrante equipo alemán, que ha asombrado en el continente durante todo el año

Ilusión y presión combaten en el seno de un Unicaja que no perdió un partido de no retorno esta temporada

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Entrenamiento previo en el Martín Carpena. / Javier Albiñana

Hay una extraña sensación de clandestinidad con la Final Four de la Basketball Champions League en los días previos a su celebración en el Carpena. No ha existido esa atmósfera especial que antecede a la Copa del Rey, por comparar con el evento de referencia. Organizar en apenas tres semanas y contrarreloj un torneo de estas características implica que la planificación no es la idónea. Que el cuartel general de los equipos y la organización sea en Benalmádena porque no había manera de reservar las plazas suficientes en la capital o más cerca es significativo. No hay cartelería visible, dos días antes en el Palacio no había constancia visible del acontecimiento que se celebra. La idea de organizar en una sede neutral para que calara el evento con tiempo se cambió en favor de que hubiera un anfitrión que garantizara un pabellón lleno. No está todo vendido, había que hacer un esfuerzo que se nota en las familias, aunque habrá gran entrada. La llegada de los hinchas visitantes, sobre todo los israelíes, debe dar más colorido a esta Final Four.

Deportivamente es una competición en la que el Unicaja está a dos victorias en el Carpena de conseguir un segundo título en una temporada con ribetes históricos, que sería el tercero continental de su historia. Es en lo que hay que canalizar la concentración. El Unicaja lleva una campaña larga, que comenzó a primeros de agosto en la pretemporada, iniciada antes que nadie por justamente la fase previa de la BCL, con la que había pánico. Sirve para valorar dónde se está. No es la Euroliga, pero es una competición pujante con un nivel que no deja de subir, probablemente por primera vez está ya por delante de la Eurocup. Hay un desgaste importante, matizado por la manera en que Ibon Navarro y su staff están gestionando las cargas y los esfuerzos. "No me había sentido tan fresco a estas alturas de temporada antes", confesaba Kendrick Perry la semana pasada. Es el hombre que más minutos juega, pero apenas llega a los 22. Ese reparto de esfuerzos y el protagonismo coral en el que hay hueco para el lucimiento de prácticamente cualquiera de los 12 jugadores es la gran fortaleza de un Unicaja que ha jugado a niveles no vistos en los últimos años en Málaga. Se tocó el cielo en Badalona, pero la felicidad ha sido constante por ver competir a un equipo que, con una camiseta vintage que ya es histórica, ha honrado la mejor tradición del club.

Pero, ya en este punto, y valorando todo lo que se ha conseguido, se quiere ganar, volver a tocar plata. Es un grupo ambicioso de jugadores que ahora no es el underdog, como en la Copa, cuando con un cuadro con Barcelona y Real Madrid no se veían resquicios para ganar. Por trayectoria, peso y momento actual, el Unicaja es un aspirante claro a esta Final Four de la BCL. Y está el plus de jugar en casa, aunque sea un Carpena con una configuración de público distinta. Es un plus, pero también ese extra de ansia que puede bloquear. Es algo frecuente ver a los anfitriones sobrepasados en momentos concretos. Hasta ahora este bloque ha tolerado de manera ejemplar, no ha perdido ningún partido de no retorno, "abraza la presión", decía Darío Brizuela. El equipo está entrenando bien, ganó 11 partidos seguidos antes de caer en Madrid y su tope es muy alto. Pero hay que gestionar bien las emociones para ganar.

La primera semifinal enfrentará al Lenovo Tenerife y al Hapoel Jerusalem, el rey de la competición contra el potente equipo israelí, que viene de ganar la semana pasada al Maccabi, ya le ganó la final de la Copa, y que tendrá una legión de seguidores, a las 17:30 horas. A las 18:00 hay previsto un recibimiento al equipo malagueño por parte de la afición. Y a las 20:30 horas, el partido ante el Bonn, el líder de la Liga de la Bundesliga con un asombroso balance de 32-2. Está firmando una temporada extraordinaria, ha dominado en Europa también y sólo ha perdido cinco partidos oficiales esta temporada. Ya han cumplido de manera sobrada con su presencia en Málaga, pero llega con la frescura y el descaro del novato y el presupuesto más bajo de los cuatro. Su entrenador, Tuomas Iisalo, tiene un aura especial de técnico al que puede verse pronto en grandes banquillos europeos. A su manera y salvando distancias están viviendo un ejercicio parecido al del Unicaja. Se ha hablado estos días bastante de TJ Shorts, el más que probable MVP de la competición, pero es un equipo con americanos muy respetables, con jugadores experimentados y que ha practicado un baloncesto excelente durante muchos tramos de la temporada. Sólo así se puede ganar tanto.

Después de temporadas insufribles, Málaga ha recuperado el orgullo por su equipo de baloncesto. Hace justo un año, el equipo se arrastraba salvando una situación delicada en el que se temió por la permanencia en la ACB. Ahora hay cosquilleos en el estómago porque el domingo se puede conseguir el primer título de la historia en Málaga y coronar una temporada histórica. No es aquella Final Four de Atenas'07, pico legendario del club, pero es un torneo que ha elevado mucho el nivel y es un título europeo. Que lleva un premio aparejado de un millón de euros que valdría para amortiguar la inversión realizada para renovar el equipo para la próxima temporada, esa plantilla que ha vuelto a enamorar a la ciudad. Pero antes, cuarto a cuarto, minuto a minuto, el Telekom Baskets Bonn.

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