Unicaja - UCAM Murcia: La fiesta permanente (96-71)
El Unicaja tritura al UCAM Murcia para seguir peleando por el liderato de la ACB tras una emotiva conmemoración del título de la BCL conseguido la pasada semana en Belgrado
La bandera de la BCL ya cuelga del cielo
Las fotos del partido
Fiesta antes y durante. El Unicaja devoró al UCAM Murcia en un sensacional partido (96-71). Con el aire a favor después de que se pusieran los vellos de punta mientras se desenrollaba la bandera que da fe del sexto título de la historia del club, cosechado una semana antes en Belgrado, el equipo de Ibon Navarro trituró a un rival que 10 días antes le había exigido al máximo en la semifinal de la BCL. Habla fenomenal de la mentalidad del equipo malagueño y de la voracidad que hay en el vestuario y que se intenta inocular. “Mucho trabajo, mucha humildad y mucha ambición”, decía Juanma Rodríguez, director deportivo, tras el título en la BCL que era la receta para ganar. Y la es para seguir ganando. El Unicaja parece tener las coordenadas y cumplir las premisas bien entrados en mayo, antes de un mes y medio para coronar una temporada mágica. Y serán los rivales los que le pongan techo a su quehacer. Los resultados y el desarrollo de los partidos de esta jornada evidencian que los equipos están al límite en muchos casos y que se priorizan esfuerzos porque las energías son las que son. El Unicaja sigue exhibiendo músculo y mandando mensajes, sin darse importancia, para el resto. Será un equipo al que habrá que matar varias veces para eliminarlo de la carrera por el título.
Este tipo de prolegómenos festivos suele dar pie a alguna desconcentración. La carga emotiva fue alta, pero el Unicaja salió a buen ritmo y con el nivel de intensidad alto. En Tenerife ya se había pagado ese peaje y costó el liderato, pero no es mal canje por un título. La defensa del UCAM Murcia no era la que habitúa y el equipo de Ibon Navarro propiciaba muchas pérdidas. Al principio era Todorovic quien hacía daño, después algo de Ennis, pero el Unicaja conseguía cerrar vías de agua. Y, como consecuencia, robaba balones y podía pisar el acelerador como le gusta. Cuando no se metía estaba Alberto Díaz, que esta vez decidió dar lecciones de cómo un exterior puede coger repetidas veces un rebote de ataque. E insistir e insistir. Un clínic constante también en las facetas para las que no está dotado. Como el de Will Thomas para jugar un baloncesto clásico en un mundo moderno que no le es extraño.
El Unicaja se instalaba por encima de la frontera de los 10 puntos y fluía el juego. Había incluso contraataques sin botar el balón, el catón del baloncesto clásico. Carter daba algunos picotazos de seda. Se le ve cada vez más potente también en la batida para realizar mates que antes no desplegaba. Lleva varios partidos, en Belgrado se pudo ver, con varios mates de mucho nivel. También lo hizo ante un UCAM que apretó las tuercas en el tramo final del primer tiempo. Dominaba 37-23 el Unicaja y hubo una doble antideportiva de Perry y Taylor en la misma jugada, un lance bastante extraño, que ofreció a los pimentoneros la opción de remontar. Augusto Lima mantenía esta vez el nivel defensivo con minutos de buen nivel. Poco a poco equilibraron fuerzas los de Sito, con una defensa más acorde a su filosofía y a la capacidad de sus jugadores. Una canasta sobre la bocina de Kravish dejaba la distancia por encima de los 10 puntos (47-36).
El descanso permitió realizar algunos ajustes, pero el Unicaja mantuvo la concentración. Los contraataques eran constantes y Carter ofrecía de nuevo unos cortes de su fino instinto asesino. La manera de correr del equipo de Ibon tiene un gran trabajo previo en la ocupación de las calles y los espacios para generar casi siempre situaciones claras para finalizar. También los pases de pista a pista denotan, más allá del gran talento que hay, que detrás existe un labor ímproba. El UCAM daba algún coletazo con Ennis pero mostraba algún síntoma de fatiga, incapacidad para contener a un torbellino verde y morado que va a llegar como un tiro al play off por el título. Una contra acabada con un triple a tabla de Djedovic sobre la bocina del tercer cuarto desde nueve metros era la constatación de que este equipo sigue iluminado (78-51). El último cuarto quedó a beneficio de inventario. Un brutal mate en carrera de Taylor, rotación y ajustes de minutos para que el excel de Navarro y Cerveró no tuviera zonas rojas y que continúe la fiesta, que sigue antes, durante... y después.
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