El Unicaja se aleja del drama (75-91)

Resultado y crónica del Bilbao Basket - Unicaja

Los de Casimiro no se dejaron emboscar por un Bilbao que pagó su apagón en el segundo cuarto

El equipo andaluz se hace fuerte en la pelea por la Copa

Abromaitis y Thompson, los más eficaces

Lance del partido en Bilbao. / Acb Photo / A. Arrizabalaga
Adriano Espinal

27 de diciembre 2020 - 20:32

Brilló lo suficiente el Unicaja para no decepcionarse. Echó mano de los quilate más cotizados de tipos como Abromaitis, Brizuela y Thompson para no dejarse sorprender por un Bilbao que olió a machada en el primer periodo pero se perdió en la falta de pegada de sus jugadores más explosivos. Le faltan kilómetros a Jenkins para ser tan fiero como puede y fuelle a otros elementos para aguantar el ritmo rotación tras rotación. No se dejó emboscar esta el Casimiro, algo que estabiliza la obligación copera del Unicaja. La practicidad y el ritmo le dieron la victoria y le alejan del drama.

Escondiendo la pelota y recurriendo a su clase, Jaime fue aire para el Unicaja en el primer periodo. El Bilbao se dio cuenta de que, algo nerviosa, la zaga visitante sufría demasiado con las ayudas de los hombres altos fuera del aro. No le hizo falta esperar a los de Mumbrú, en un parpadeo, el pívot local había metido un par de canastas así bajo el aro, una con adicional. Y mientras Jaime echaba puntos tempraneros al zurrón, el Bilbao tenía brío para rebotear, fallar alguna canasta fácil y tentar al Unicaja para un partido a base de correr de un sitio a otro.

Thompson apareció desde el triple y en algún rebote ofensivo para empezar a calmar las aguas, mientras Dos Anjos castigaba con saña para cerrar el periodo con nueve puntos en su primera rotación. Supo mover la pelota el Bilbao en el cuarto, pero se el Unicaja supo sobreponerse a su mala mano exterior cuando Ferrari metió el único triple de ocho intentos al final del cuarto. Jenkins aún tuvo tiempo de marear a Waczynski y dejar una canasta de ventaja en un periodo desacompasado, sin nadie muy a gusto. Con el Bilbao ilusionado y el Unicaja por arrancar. (22-20) .

Más defensa de los de Casimiro y la sobria efectividad de Abromaitis para olvidar los problemas. El ala pívot ahorró medicación cardíaca a su banquillo con un par de triples calcados que se unieron a una canasta de Gerun y un tiro libre de Waczynski para un parcial de 0-9 que barrió la confianza local y aplacó los nervios del Unicaja. Con Ferrari de base, Brizuela como motor, el Unicaja encontró buenos tiros, cambió las tornas, movió la pelota y se sintió bien mientras el Bilbao se iba por el desagüe sin ser capaz de estar tranquilo en los ataques ni de repetir las cosas que había hecho bien en el arranque. Punto para los malagueños que se fueron con una renta jugosa de 14 puntos y la certeza de que la defensa funcionaba mejor porque Nzosa es capaz de estar en varios sitios a la vez. Es rápido, voluntarioso y desconcertante para quienes atacan. Su capacidad innata para leer el lugar a donde tiene que ir y su rapidez hacen olvidar los errores de novato, que tampoco son muchos para alguien que aún no tiene los kilos que necesita para pelear de tú a tú en la pintura.

La adrenalina que no tenía en el segundo cuarto, triples y un parcial de 0-7. Así volvió a la acción el Bilbao. Aprovechó un combo de malas decisiones de Jaime en la dirección para tomar aire y encontrar tiradores. Thompson tuvo que aparecer al rescate con dos triples y una canasta lejana casi consecutivas. Transmitiendo tranquilidad y esperando que alguien más se uniera al ataque. Alonso, Bouteille, Waczynski y Brizuela. Triple casi por cabeza para volver a una renta cómoda de 15 puntos y emparejar esfuerzos. No se disolvía el Bilbao como antes del descanso, pero aunque llegó a ponerse a cinco de distancia, tampoco mordía: cuatro triples locales contra cinco visitantes. El Unicaja llegaba a tiempo y dominaba el duelo de pistoleros: 56-68 antes del periodo final.

Sudó, buscó la desesperada y no encontró héroes el Bilbao. Tampoco se dejó el Unicaja que siempre que vio peligrar la barrera de los diez de ventaja se topó con Brizuela o Abromaitis para merendarse la ilusión bilbaína. Supieron los de Casimiro no ponerse nerviosos ni caer en el correcalles que hubiese querido Mumbrú. Bien.

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