El parqué
Nicolás López
Tono mixto
El Unicaja activó el modo rodillo y pasó por encima del Real Betis (106-60). El equipo sevillano no resistió el nivel físico y atlético que en esta temporada es capaz de aplicar. Debería ser una constante ante rivales de zona media-baja de la tabla. Son partidos que dependen, en gran parte, de la concentración y aplicación que despliegue el equipo de Ibon Navarro en los partidos. Con unos mínimos de acierto ofensivo, los dividendos en forma de victorias deben crecer. El encuentro se había encarrilado ya al descanso (53-30) a lomos de un Perry más chispeante y clarividente, semejando al que se vio en el Eurobásket, y un Melvin Ejim devastador, que hizo mucho daño con su intensidad en los dos lados de la pista. La baja de Tyson Carter no se notó. La reducción de la rotación (al final tuvo minutos el joven Mario Saint-Supéry) no merma en periodos cortos de ausencia la idea del técnico vitoriano. Y puede valer para que jugadores que lo necesiten se suban al carro y se carguen de confianza.
Hay victorias que multiplican y ésta en el derbi regional es una de ellas. Más allá de la rivalidad con la capital andaluza, encauzada a un terreno sano en el baloncesto, fue un día bonito en el Carpena. Con un punto de evidente tristeza porque fue el primero sin José María Martín Urbano, pero el minuto de silencio y la ovación posterior fue sobrecogedora para uno de los arquitectos esenciales de lo que es hoy este deporte en Málaga. Y, en un ambiente festivo, ese horario matinal que se convirtió en clásico durante la mejor época del club facilita la asistencia familiar, con más de 8.000 personas, una entrada de otra época si no está enfrente el Madrid o el Barça, se celebró el juego desplegado y la cómoda victoria para también sembrar y que la gente vuelva a disfrutar del baloncesto en el Martín Carpena. Y que quien acuda se quede con ganas de volver.
El Unicaja ejecutó el plan a la perfección, tras un ejercicio minucioso de preparación del partido. Sembró la defensa de minas para que Shannon Evans, alfa y omega del equipo, estuviera incomodísimo. Perry le miró a la cara. Por lo que se vio en el partido se hubiera podido confundir cuál era el jugador sobre el que había dudas por su dubitativo arranque de temporada y cuál el máximo anotador y asistente de la competición. Alberto Díaz le subió la temperatura más tarde. Tuvo la mala suerte de torcerse el tobillo casi al final del primer tiempo. Afortunadamente, Evans volvería tras el descanso, pero por la deriva que tomó el partido tampoco quiso Casimiro forzarle más.
El Unicaja asfixió al Betis. Fueron no menos de cinco los ataques en los que el cuadro heliopolitano acabó consumiendo la posesión sin poder tirar a canasta. Ello le permitía al equipo malagueño llegar a los ataques con ventaja, creando sin la defensa rival formada. Además, abrasaba en el rebote de ataque y repartía el balón con solvencia, bastante por encima de las 20 asistencias al final, compartiendo bien la bola para crear ventajas. Quizá un ideal de lo que tiene en la cabeza Ibon Navarro, que no ponía en pista a Will Thomas hasta el segundo tiempo, lo que da idea de la profundidad de la plantilla. Cada uno que salía mantenía el nivel o lo subía. Por ejemplo, Barreiro fue otro de los que se sintió cómodo y ganó autoestima.
Si al descanso la diferencia era ya de 23 puntos (53-30), la salida tras el receso, en el que también se homenajeó a Los Mihitas por sus 25 años, siguió la misma senda. El Unicaja seguía con fuego y ganas para no bajar el nivel y elevó hasta los 34 (79-45) al final del tercer cuarto. Robaba balones en pista ajena, apenas dejaba tiros cómodos y quería más. Puede ser fundamental para la clasificación de la Copa del Rey el average general y el Unicaja se aplicaba para conservarlo.
Faltando cinco minutos entró en pista Mario Saint-Supéry, como durante un par de minutos había pedido el Carpena. También otro guiño a Los Guindos, instalación que también tuvo el padrinazgo de José María Martín Urbano. El Carpena acabó haciendo la ola durante los minutos finales, celebró los primeros puntos de Saint-Supéry con el primer equipo y se fue con una sonrisa a casa. Vendrán montañas mucho más altas pero los momentos de felicidad escasearon y hay que paladearlos.
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