Unicaja, exigencias y apocalipsis

Sobrerreaccionar a la derrota es un problema cuando se consigue ganar tanto como lo ha hecho el Unicaja esta temporada, una anomalía en la historia de la entidad

No debe ser preso de las expectativas internas y externas el equipo malagueño

El mercado ACB

Búscate en las gradas del Carpena en el primer partido de la eliminatoria entre Unicaja y UCAM Murcia
Las gradas del Carpena. / Javier Albiñana

El Unicaja fue rebasado nítidamente por su rival, el UCAM Murcia, en el primer partido del play off de semifinales. La diferencia en el marcador no fue extensa, pero sí en el juego y el control del duelo, mucho más próximo al equipo de Sito Alonso. Pese a ello, los malagueños compitieron. Ocurre en las eliminatorias por el título, hay inercias y dinámicas, momentos y partidos. Un equipo de pico altísimo que ha hecho historia, mentalmente por las nubes y rebosante de confianza. Otro que lleva una semana sin competir en una época en la que los jugadores tienen el chip de jugar y no entrenar. Los biorritmos son diferentes y gana la cabeza fresca y la euforia ante otro equipo que ha sido mejor durante muchos meses y que ha ganado los últimos cuatro partidos, que no estuvo acertado. Se pierde un partido. Y no debería ocurrir nada más allá de focalizarse en lo que hay que pelear 48 horas después.

Pero el Unicaja es preso de las expectativas que ha generado con su espectacular temporada. Haber mandado al Madrid y al Barcelona a batirse por el otro lado del cuadro le daba el favoritismo para llegar a la final. Que el equipo de Euroliga, el Valencia Básket, fuera eliminado por el UCAM ‘limpiaba’ aún más el camino. Pero las cuentas de la lechera no valen en el deporte. El equipo murciano, con la rotación reducida por lesiones y menos efectivos, tumbó al Valencia y ganó por derecho en el Carpena. Ibon Navarro y sus jugadores han devuelto, con el respaldo de López Nieto y Juanma Rodríguez, a Málaga al primer nivel del baloncesto en un tiempo récord. En mayo de 2022 el Unicaja había acabado 12º la temporada y dos años después está a tres victorias de jugar 18 años después una final de ACB. Quizá el salto tan tremendo como equipo y como club hace perder la perspectiva de dónde se viene y de la realidad de este deporte en España, que tiene la liga más competitiva de Europa. Y ese crecimiento rápido propicia que la exigencia se dispare y que la primera derrota de la temporada en el play off parezca un apocalipsis si se echa un vistazo a las redes sociales. Que se sabe que puede ser un lugar muy tóxico y radioactivo y no fidedigno al 100% del sentimiento de la afición. Obviamente, cabe lugar a la crítica tras la derrota ante el UCAM, pero no a la destrucción. En el crecimiento del seguimiento al calor de la victoria también hay advenedizos que desconocen cómo funciona este deporte. Es algo necesario para crecer como entidad, sin caer en el clasismo de sacar carnés de “yo estaba en Ciudad Jardín”.

Esta temporada será un éxito ocurra lo que ocurra, aunque se pierda 0-3 ante el UCAM Murcia. El Unicaja ha desplegado el mejor baloncesto visto en casi dos décadas en Málaga, ha ganado más del 80% de partidos de la temporada, ha abierto por segundo años consecutivo la vitrina de Los Guindos, ha enganchado a mucha gente, muchísimos niños, a este deporte. La exigencia debe permanenecer, es condición sine qua non para crecer. Pero lo que ha ocurrido esta temporada es extraordinario, difícilmente sostenible en el tiempo a este nivel. Batir el récord de victorias en la ACB, superar a Madrid y Barça, ganar un título (igual se da más valor a la BCL después de ver a este UCAM, al que se ganó en Belgrado, competir)... Y es quizá el reto colectivo, dentro y fuera del club, no desquiciarse si el equipo marcha quinto o sexto el año próximo en la ACB o si no se es cabeza de serie en la Copa. Durante años no se pisaron estas alturas. Y ahora sigue habiendo una oportunidad extraordinaria de jugar una final de ACB. Con respeto y humildad, el UCAM recordó a todo el mundo que hay que tenerlo siempre, pero con un equipo histórico ya en esta ciudad con el que no hay motivo para dudar después de todo lo que hizo.

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