Vitamina Jaime
Tras dos meses fuera, el madrileño volverá este domingo ante el MoraBanc, aunque con minutaje limitado después de su traicionera lesión muscular
El equipo vuelve hoy a la pista tras dos días de trabajo fuera de ella
El palo de Manresa fue durísimo, la constatación de que este Unicaja no tiene unas bases sólidas aún para construir nada serio. Parece que dará para salvar la categoría, pero pensar en algo más es bastante osado e iluso ahora mismo. El baño de baloncesto y de realidad padecido en el Nou Congost dio repelús y dejó muy tocado a todo el club y el entorno. Se sabía que el Baxi Manresa está en un momento exuberante y que practica un baloncesto difícil de contener con su confianza actual, pero cuando no se compite y el partido está perdido al final del primer cuarto no hay justificaciones posibles. No se salió con la actitud adecuada a la pista y eso es imperdonable en un encuentro de máxima trascendencia, que podía marcar la temporada. Ibon Navarro intentó asumir la culpa en la sala de prensa, aunque también se infería decepción en sus palabras porque había insistido bastante en la previa en cómo había que salir al parqué para acercarse a los niveles de energía, intensidad y agresividad que despliega el cuadro catalán. Fue en vano.
Miércoles y jueves han sido jornadas para intentar reconstruir el jarrón después de que volara por los aires y se estrellara. El equipo ha ido estos dos días al Carpena, después de aterrizar desde Barcelona y también este jueves, pero no ha realizado entrenamientos al uso. Han realizado actividades específicas paralelas para intentar hacer grupo y recuperar a un equipo con la moral quebradiza. Es algo que desde su llegada ha empleado Ibon Navarro con frecuencia. Las dos derrotas ante Valencia y Manresa han hecho daño. Después de que saliera algo el sol con tres victorias seguidas ante Obradoiro, Betis y Bilbao, chubascos en el Turia y tormenta en el Bagés.
Quedan pocos asideros a los que agarrarse para no completar la peor temporada de la historia desde la fusión de 1992 entre Caja de Ronda y Maristas. Es cierto que perder por 1 o por 23 daba igual en Manresa, pero psicológicamente el impacto fue terrible por la tremenda sensación de inferioridad. No es el primer caso que se remonta una eliminatoria tras una paliza de un equipo en la apertura, pero ahora mismo la prioridad es asegurar cuanto antes las 13 victorias en la ACB que históricamente siempre han dado la permanencia en la categoría. Quedan dos.
En la vertiente positiva, volverá este domingo Jaime Fernández si no hay contratiempo en las dos sesiones previas. El madrileño, que se subía por las paredes en el banquillo del Nou Congost viendo el partido, está con muchas ganas. Su último partido fue a comienzos de febrero ante el Oostende. Se lesionó muscularmente y ha tenido frenazos cuando ya estaba cerca de volver. Parece que sí ha cicatrizado esta vez y las sensaciones han sido buenas. Viajó con el equipo a Valencia y Manresa para trabajar con los fisios y los técnicos en su proceso de recuperación. Aún no ha jugado a las órdenes de Ibon Navarro, su último partido fue con Katsikaris.
Obviamente, no se puede esperar tras casi 10 semanas fuera de partidos oficiales una versión óptima de Jaime, por ejemplo la del primer mes de competición. Si se consuma la reaparición del madrileño, será con un minutaje limitado, pautado con los servicios médicos para no forzar más de la aconsejable. Y así será progresivamente. Hay que tener en cuenta que después del de este domingo de Ramos con Andorra vendrán partidos Martes Santo (Manresa en casa), Jueves Santo (Barça en el Palau), Domingo de Resurreción con el Lenovo Tenerife. Y, si hubiera tercero con los catalanes en la BCL, el martes siguiente en el Nou Congost.
El Unicaja puede esperar al mismo domingo para cambiar jugadores. Y en el previsible caso de que sea Yannick Nzosa el descarte no sería necesario cambiar porque el joven congoleño tiene ficha con el equipo vinculado. Un poco de Vitamina Jaime no puede ser malo para el Unicaja.
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