Will Thomas, otro porfolio memorable
La asombrosa lección del ala-pívot ante el Barça prueba que su categoría se mantiene, justo cuando se aproxima la pelea por títulos
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El resumen del Unicaja-Barcelona
Will Thomas regaló una noche al Carpena para la eternidad. En una versión brillante del Unicaja ante el Barcelona donde es difícil buscar imperfecciones. Baloncesto de un clímax que perduró cuarenta minutos, ante el segundo clasificado de la Euroliga, que quedó reducido, como un equipo vulgar. Cómo carbura este Unicaja tan completo, donde Ibon Navarro no deja de innovar. Donde no hay modificaciones es en el peso del tío Will en el engranaje malagueño. La grandeza, experiencia bien aplicada y un talento que puede permitirle mantenerse a primer nivel, ya con 37 años. Dosis de carisma y saber estar en un grupo que nuevamente aspirará a títulos en 2024. Pero es que además disfruta, sonríe y de vez en cuando grita. Tiene un carácter particular, tipo de pocas palabras, pero forma parte de ese carisma inmenso que ha construido en Málaga. Ha ido dosificando esfuerzos, lógico porque su pico en septiembre fue altísimo. Controla mejor que nadie su cuerpo, rutinas bien aprendidas para llegar a su nivel a partir de febrero, al igual que en la 22/23. Y su actuación frente al Barça corrobora esa línea. Que Will Thomas se está poniendo a tono para la Copa y todo lo que venga, que viendo al bólido malagueño serán muchas fechas hasta junio.
Dando cátedra desde el poste bajo, jugador en peligro de extinción. En Badalona bailó a Jan Vesely, uno de los mejores defensores de Euroliga en la última década. Esta vez hizo lo que quiso con Oscar Da Silva, Jabari Parker, Joel Parra y hasta Willy Hernángómez. No encontró el Barça una salida ante tal lección. Y de esa forma tan característica en el de Baltimore. Una técnica de culear que ya lo firmaba una reina del carnaval brasileño, o un cuñado en estos guateques navideños, para bajar el lomo, poniendo al límite su lumbar, brazo izquierda arriba, recibir, y a partir de ahí a orquestar. Cuando Will gana en esa posición, va a sacar rédito sí o sí, porque lee mejor que nadie esas situaciones de corte o salidas, o bien generarse ese espacio para lanzar en caída. Menuda plasticidad en esos lanzamientos, en posiciones a veces antinatural, pero que fueron para dentro. Ese segundo cuarto, donde anotó 11 puntos, es para verlo detenidamente y paladearlo. Acabó el partido con 16 puntos, dos triples frontales, uno de ellos antológico en el tercer cuarto; 5 rebotes y 24 de valoración; su mejor partido en su segunda etapa en Málaga, que si este nivel se mantiene, podía tener algún capítulo más porque esa categoría es difícil de encontrar. Aún es fase de especular.
Y el Carpena lo pudo saborear con ese "Will, Will, Will". Con cierta estupefacción, porque el final de Thomas en Málaga, por el fichaje de Tyson Pérez, puede anticipar un final que desde luego sería doloroso. Cumplirá 38 años en julio, pero tiene cuerda para rato. La admiración hacia el pívot en el club es máxima, por su ética de trabajo y esa capacidad de transmitir a los demás, además de una figura paternal, que tanto se ensalza desde dentro. Pero es que encima deja tesoros como este Unicaja-Barcelona, otro porfolio a la colección de en Málaga. Y llega su momento, que en parte marcará las aspiraciones de este equipo por su capacidad en los días grandes.
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