La resistencia del Carpena se queda sin fiesta
La afición en el Unicaja - Valencia Básket
Pese al horario, gran imagen del pabellón, que rugió en la remontada y solo calló en los tiros libres finales del partido
Colas en las taquillas más de una hora antes del inicio
El Carpena se quedó sin fiesta pese a un ejercicio encomiable de resistencia. Nada pudo con el cajismo, que respondió a la llamada y se envalentonó tras la victoria en Valencia. El ambiente, más que de noche, fue de sobremesa grande. El martes en La Fonteta se decide si este fue el último partido de la temporada en el Martín Carpena o aún quedan emociones por delante.
Mucho se había barruntado durante la semana con el horario. Tampoco ayudaban las expectativas con la venta de entradas, ya que restaban unas 800 en la noche anterior al partido, pero pasadas las 15:00 se empezaron a ver las primeras colas en las taquillas del Martín Carpena y el coliseo cajista se abarrotó.
Estaba el fantasma del Alba Berlín, lo decía Alberto Díaz tras ganar en Valencia. Esta vez la victoria en el primer partido sí pareció dar un empujón dentro del ambiente de escepticismo que se respiraba y la buena lectura de cuerpo técnico y jugadores tras ganar en La Fonteta ayudó a mentalizar de lo que venía. No en vano, el Unicaja era el segundo equipo que ganaba en suelo taronja en toda la temporada; desaprovechar este match ball para tumbar al equipo de Ponsarnau no se podía contemplar como opción. Por mucho que Casimiro intentara relativizar para restar presión a los suyos.
Al grito de "sí se puede" y desde la salida de los jugadores al calentamiento, el Palacio de los Deportes José María Martín Carpena fue una auténtica caldera. Precioso en el himno, atronador en la presentación. Comunión y aplausos especiales para Dragan Milosavljevic, premiado por el partido marciano que se marcó en Valencia. Siempre se han reconocido sus esfuerzos, pero un poco de cariño de vez en cuando tampoco viene mal.
Es curioso que las fluctuaciones del partido siempre llevan a momentos más fríos y más calientes en la grada, pero no se vio así en unos primeros compases del partido donde el Unicaja estaba fuera; seguramente sobrerrevolucionado, precipitado y sin clarividencia. Ciertamente, fueron 40 minutos de público metido. En del segundo cuarto, cuando el equipo intentaba reengancharse al encuentro estando 15 abajo, Lessort tiraba de cancherismo y gesticulaba a la grada. Probablemente más para motivarse y entrar él en el partido que para encender al cajismo.
Remó el equipo, pero faltó la guinda. No hubo fiesta y solo se hizo el silencio en los últimos tiros libres de Vives que cerraron el partido. No se puede decir que el fantasma del Alba visitara al Unicaja, la situación fue muy distinta. Faltaron cosas, sobre todo acierto, pero en absoluto actitud. Hubo remontada y en el cuerpo a cuerpo no se pudo rematar.
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