Alberto Díaz, vacaciones y plazos de vuelta al Unicaja
Tras la cruel eliminación de España en los Juegos, el malagueño descansará tras una temporada infernal: 67 partidos entre Unicaja y selección
Regreso con la pretemporada iniciada, algo de rodaje y listo para los primeros títulos
El Unicaja y el placer del aburrimiento
Alberto Díaz podrá conjugar por fin el verbo descansar, seguro que antes de lo que deseaba el jugador malagueño. Cortada la aventura de los Juegos Olímpicos tras el adiós doloroso de España, víctima de un guion kafkiano, sin ni siquiera haber pisado París y exprimir como tal esa experiencia, como deseaba el jugador antes de iniciar ese sueño, y con el añadido emocional de no ver a Rudy sobre una cancha. Por muchas cosas. Ya en proceso de digerir ese adiós, el capitán del Unicaja inicia unas vacaciones plenamente justificadas, necesarias más que nunca. Concluye quizá la mejor temporada de su carrera, en una línea física estable, difícil de predecir años atrás con unos problemas físicos, la mayoría musculares, que eran recurrentes. Y si el cuerpo le responde, el gran motor de juego, siempre será reconocible, como ha sido el caso. A sus 30 años, el mejor Alberto Díaz de siempre y sin valles. El icono del club, renovado hace menos de un año hasta 2028, y más que nunca el espejo de una filosofía. Mejor jugador de lo que era el año anterior, a base de trabajo y querer mejorar, ahora también por salud. Otro título con el Unicaja, el segundo como capitán, sus primeros Juegos Olímpicos, son ya muchos momentos culminantes recientes, y una 23/24 que ya queda en la hemeroteca. Atrás queda cuando soportaba sobre sus espaldas el peso de un club y mucho más. Recuerdos de Vietnam.
En una temporada interminable e infernal, el malagueño jugó un total de 67 partidos en los últimos diez meses. 56 con el Unicaja y 1.110 minutos en las piernas: 38 de ACB, 15 de BCL, 2 de Supercopa y uno de Copa del Rey. Metido en la exigencia en la que se movió el equipo siempre, optando por títulos, lideratos, la carga emocional de unos play offs, el jugar la Copa en Málaga, una Final Four en Belgrado. Intangibles no solo dentro, también fuera de la pista, y estos últimos causan fatiga silenciosa. Siendo capitán, orgullo y responsabilidad; la sobreexposición que, pese a haber disminuido, es alguien solicitado para eventos, actos, galas, entrevistas y todo ese desgaste invisible que va dentro de su trascendencia en el Unicaja. Además, 11 partidos más con la selección: 2 en esa Ventana letal pos Copa del Rey, que los jugadores usan para descansar; 4 del Preolímpico en Valencia, compitiendo con el gancho, 2 más de preparación y un balance de 3 en París 2024, desgraciadamente solo en Lille. Con apenas pausa. Tuvo apenas cuatro días antes de concentrarse en Fuengirola tras el play off con Murcia, más una semana de premio después de cumplir el objetivo en el Preolímpico.
Y el Unicaja le dará varias semanas. Viene una temporada más estresante aún que la anterior, con esos dos títulos en septiembre de entrada. En un principio no arrancará la pretemporada. El equipo vuelve al trabajo la tercera semana de agosto, preparación muy particular con respecto a otros veranos. Que cargue baterías al máximo, hay recursos en plantilla para cubrir esa baja y tampoco hay necesidad de forzar ese regreso antes de tiempo, cuando lo realmente importante es septiembre. Es un condicionante, pero a la larga una inversión. La idea es que se reincorpore ya bien entrada la pretemporada, varios entrenamientos para ponerse en el tono de sus compañeros, si es posible acumular carga en algún ensayo, bien la Copa de Andalucía o el Costa del Sol, y ya volar a Singapur ese 8 de septiembre a pleno rendimiento, el primer gran reto de la 24/25, difícil de emular. El techo está por las nubes.
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