Una alegría y un aviso

El gran siete de nueve firmado en la última semana da mucho aplomo al equipo

Cuando no se puede ganar, hay que empatar, la lección aprendida ante el Mirandés

Caye Quintana, ante Lizoain. / Marilú Báez

Tras el subidón por las victorias ante dos gallitos de la categoría, Zaragoza y Sporting de Gijón, el empate ante el Mirandés y la inferioridad mostrada en el grueso del partido ante el cuadro burgalés recordaron la realidad del equipo y la de la Segunda División, donde no hay tregua y en cada esquina hay una trampa. Equipos con menos nombre elevan el nivel aunque la sensación generalizada en la categoría es que se haya perdido un punto de calidad. Pero la competitividad sigue estando en un pico alto.

El siete de nueve puntos posibles en la última semana es extraordinario y eso hace bueno el punto ante el Mirandés, sobre todo tras esa imagen inferior. Hubo debate sobre las rotaciones de Pellicer, sobre si procedían o no. La realidad es que hace falta activar a un sector de la plantilla con menos participación y protagonismo en este arranque, que llegaron tarde y necesitan ponerse a tono tras no haber hecho pretemporada colectiva. Hay que ir pagando ese peaje para tener activados a más hombres. De hecho, en la segunda parte se evidenció que, pese a los cambios que hizo el entrenador, el Mirandés estaba más fresco y tenía más piernas.

La “trituradora”, en palabras de Pellicer, que es la Segunda División, aumentada esta temporada por los varios tramos de cinco partidos en 15 días que habrá repartidos por la temporada por la necesidad de comprimir, pone en constante prueba a los equipos. No hay que olvidar que, pese al refuerzo de los canteranos, el Málaga tiene la plantilla profesional más corta de la categoría, con sólo 18 jugadores. Y vendrán más lesiones, sanciones, valles físicos en jugadores que han tenido que acelerar su puesta a punto.

Pellicer prescindió de la sala de máquinas de ADN Academia que tan buen resultado le había dado en los partidos ante Zaragoza y Sporting, Luis Muñoz y Ramón Enríquez. Su salida en el último tramo de partido equilibró algo, pero el centro del campo se perdió pese a que se alineó de manera simultánea a Cristian Rodríguez, Jozabed, Jairo y Escassi, jugador de cabecera para Pellicer, siempre titular, ya sea en el centro del campo o, más tiempo, en el centro de la defensa. Pero perdió la posesión (44%-56%), dio menos pases (333, de los cuales sólo un 69% con éxito). También se notó falta de frescura y desborde. Sólo intentó nueve regates (tres con éxito) por 23, 20 con éxito, del rival.

La conclusión ante de dos morlacos como el Mallorca y el Espanyol es que el equipo compite, siempre lo hizo salvo ante el Rayo. Y hay que saber empatar cuando no se puede ganar.

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