De la apatía a la ola
Surtió efecto la llamada de Ibon Navarro a un Carpena que necesitaba reinventarse; hubo buen ambiente en la grada, todavía con margen
Las palabras del técnico
El guiño de Carles Durán al Palacio
"Me ha dicho una persona objetiva que el himno ha estado de 7.5. Hoy sí he visto ambiente, a la gente apretar; está bien que todo nos demos cuenta que hay que ir por otro camino". Era la evaluación de Ibon Navarro al comportamiento del Martín Carpena, de nuevo reconocible, y en la línea de lo que fue el Unicaja ante el Joventut. Claro que esa atmósfera favorable se multiplicó gracias al juego de los malagueños, momentos excelsos de baloncesto, lo que llevó a ese ajuste en la relación grada y equipo, idilio que vuelve a un estado de esplendor. Es una de las grandes noticias que dejó la noche, porque se había acrecentado el debate en las últimas semanas, buscando el porqué se vio a un Carpena frío frente a Valencia Basket, apagado, que incluso generó extrañeza dentro del vestuario del Unicaja. "Cuando el pabellón está así, somos un equipo muy jodido aquí", apostillaba el entrenador del Unicaja. Es el camino, pero el diagnóstico será más efectivo cuando el día se complique, o el baloncesto de los malagueños no sea tan vistoso. Hasta Carles Durán se rendía al público malagueño, limando asperezas el técnico del Joventut con el Palacio tras aquel episodio tenso la pasada temporada.
De esas victorias balsámicas, imprescindibles en lo que viene, demostró el Unicaja que da el callo cuando los tiempos rondan lo crítico, porque el perder con la Penya ya era entrar en una trampa peligrosa. Y la respuesta, generalizada, no pudo ser más positiva. Ahora toca gestionar de nuevo las expectativas, seguro que nuevamente se sobredimensionarán en el entorno del club. Momento de mostrar inteligencia, también esa humildad que reivindicaba en la previa ante la Penya, mensaje directos y subyacentes que tuvieron los mejores efectos posibles. Una réplica en la plantilla que fue asombrosa, al margen de todo el ruido, sangre fría que denota una autoestima intacta.
9.238 espectadores que hicieron más ruido que hace dos semanas, sin murmullos raros o reacciones que pudiesen generar nerviosismo al equipo, en un día que no hubo errores. La única pega es que decenas de aficionados se marcharon antes de tiempo, una rara avis la temporada pasada. Es un campo a mejorar, en este caso además porque el equipo necesitaba ese afecto pleno. Pero por lo general el Carpena estuvo espectacular, todavía con margen por desarrollar, al igual que un Unicaja que afronta una semana de tranquilidad e ilusionante. Se echaba en falta un aire festivo. De la apatía a un triunfo que se cerró con una ola generalizada, que ahora de nuevo hay que gestionar.
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