El mundo del baloncesto se vuelca en el adiós a Alfonso Queipo de Llano
Centenares de personas acuden a despedir al padre del baloncesto malagueño, que falleció este domingo en Málaga
"Cuando entró en el hospital me decía que estaba allí muy a gusto, disfrutando, hablando con los médicos y enfermeras. Así era Alfonso", contaba José María Martín Urbano, el fiel escudero de Alfonso Queipo de Llano. El padre del baloncesto malagueño fallecía este domingo en Málaga, después de que la neumonía a causa del Covid se le complicara, a los 84 años. Este lunes se celebró su funeral. La sociedad en general y el mundo del baloncesto en particular se volcó en el adiós. Centenares de personas despidieron a Alfonso, del que había múltiples anécdotas que recordar. Momentos tristes y de dolor, pero el recuerdo de familiares y amigos acababa con una sonrisa rememorando alguna ocurrencia. "Exprimió la vida como nadie", era una comentario común de los presentes.
La familia reunida, personalidades como el alcalde Francisco de la Torre o la concejala de Deportes, Noelia Losada, gente del flamenco, el toro y las verdiales, otras pasiones de Queipo. Y su cuadrilla de jugadores de los años 60, 70 y 80, con los que hizo una piña que trascendió al tiempo. Cada año siguen quedando un día todos para celebrar la amistad. Y la semilla de Alfonso seguirá manteniéndose viva. Rafa Pozo, Toquero, Diego Gómez, Paco Mayo, De Haro, Salva Gallar, Manolo Rubia, Jacinto Castillo, Paco Alonso, Bernardo Rodríguez, Carlos Cabezas padre... Miembros del Club Deportivo Málaga, El Palo y el primer Caja de Ronda que colocaron los cimientos del baloncesto de élite en Málaga.
Estuvo toda la plantilla del Unicaja, encabezada por su presidente, Antonio Jesús López Nieto. También los embajadores, Berni Rodríguez y Carlos Cabezas. Técnicos ahora de la cantera que fueron jugadores en la época en la que Los Guindos crecían, como Manolo Bazán o Jesús Lázaro.
Entre todo el que lo conoció dejó un rastro de amabilidad y bonhomía, con una lucidez y una vitalidad encomiables que exhibió hasta sus últimos días. Recibió una última gran alegría con el homenaje y la insignia de oro que le entregó el Unicaja el pasado mes de diciembre. El arriba firmante pudo disfrutar poco antes de una inolvidable lección de historia, baloncesto y vida de tres horas abriendo las puertas de su casa. "Así era Alfonso con todo el mundo", respondía un amigo suyo al que le contaba la secuencia. Así vivió, exprimiendo hasta el final la vida, el padre del baloncesto malagueño. Descansa en paz Alfonso Queipo de Llano.
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