El barco de Alberto Díaz
El base ha tomado un gran protagonismo sin otras piezas que le puedan dar descanso Igualó el récord de asistencias del club en Europa y casi hace lo mismo con el de robos de balón
Tiene un diseño milenario, trabajado en Los Guindos, acabado al sol del Mediterráneo, siempre encuentra una buena defensa que ofrecer y un baloncesto inteligente, hábil que desarrollar. Además, en el último tramo del campeonato se ha hecho más grande y vistoso, acepta pasajeros y tiene su base en el Martín Carpena. Es el barco de Alberto Díaz que ha recogido el protagonismo necesario para que su equipo tome aire justo cuando no existen piezas de recambio en su posición.
El Unicaja Unicajarespira después de un arranque de competición demasiado feo. El partido contra el Mornar Bar en Eurocup supuso un golpe a la travesía del equipo que confirmaba malos presagios y falta de rumbo. Ya en la segunda mitad de aquel encuentro se vio el destello de amor propio del base malagueño. Desde entonces, en Valencia y el miércoles contra el Buducnost, las actuaciones del internacional han sido sobresalientes: más allá de la estadística, con sobredosis de intangibles y la capacidad de asentar una buena defensa tras otra, el canterano ha sido capaz de hacer brillar a partes y entramados del conjunto andaluz que parecían corroídas por el óxido. En el camino, además, ha recogido algunas cifras sorprendentes con las que florear su trayectoria.
En Valencia consiguió su récord personal de recuperaciones y anduvo cerca del absoluto del club –Rafa Vecina en 1988 y Veljcko Mrsic en 1999 consiguieron ocho recuperaciones– con siete robos, contra el Buducnost mostró otra faceta al peso: las asistencias. Con 11 pases de canasta consiguió una marca personal y plasmó sobre la estadística un capítulo en el que el equipo necesitaba mejorar. 11 de las 20 asistencias totales que consiguió el Unicaja contra el Buducnost fueron de Alberto Díaz que tuvo el relevo de Brizuela en la posición pero volvió a completar otro partido con más de 30 minutos de participación. Tiene exigencia.
En el capítulo estadístico, ningún base del Unicaja ha dado en competición europea más asistencias que él. Sólo Omar Cook en un partido de Euroliga –7 de enero de 2010 contra el Orleans, perdió Unicaja– consiguió la cifra de 11. El récord absoluto del club son 15 pases de canasta conseguidos por Fede Ramiro, un martes por la tarde de 1990 en Ciudad Jardín jugando contra el Real Madrid; después repitió este registro como visitante en el 1991 contra el Ferrol de Lavodrama. Aún quedaban cuatro años para que naciese Alberto Díaz.
“Vamos en dinámica ascendente, mejorando poco a poco. Igual que un bache pueden ser dos partidos, una buena racha también pueden ser dos partidos. Al final, es muy diferente a lo que se ve. Yo paso el balón, pero quienes la meten son otros, el mérito es suyo, yo sólo se la doy al que está solo. Hay partidos que salen así, los compañeros están inspirados y entran. Yo me quedo con darlo todo para que el equipo gane, luego los números, pues hay partidos como la segunda parte contra el Buducnost que parece que entra todo, pero la base es entrenar al equipo. Todo se puede mejorar, pero tengo compañeros que te hacen todo más fácil y eso es meritorio por su parte”, decía ayer al respecto en los micrófonos de la SER.
Con Mekel lesionado y Jaime Fernández en la recta final para recuperarse de la lesión de larga duración que sufre, Alberto Díaz se ha quedado como único base puro de la plantilla y su reacción ha sido subir el nivel de su juego. Mientras piezas determinantes en defensa como Carlos Suárez aún están tomando la forma idónea y otros efectivos de la plantilla no pasan por su mejor momento de rendimiento, la capacidad de Díaz para asumir un papel preponderante en el juego, dirigir y contagiar a los suyos es importante en un equipo que aún tiene problemas con la defensa interior en diversas fases de los encuentros.
“Nos falta la consistencia los 40 minutos. No entramos bien en la primera parte, no estuvimos bien en defensa, pero hay que quedarse con la actitud y lo que hicimos en la segunda parte, que es lo que queremos ser”, explicaba al respecto el base.
El barco de Díaz sigue esperando pasajeros mientras él ejerce de algo más que señor Lobo en los últimos partidos. Soluciona problemas, contagia ánimos, recompone posiciones, encuentra compañeros sin marca y señala el camino para que el proyecto que dirige Casimiro tome un camino que pueda llevarle a buen puerto.
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