De Benahavís al cielo de Pekín

Mundial | Selección Española

El camino del Mundial se inició en el municipio de la Costa del Sol, germen del oro

Ocho malagueños han participado en esta aventura de colofón dorado, con Scariolo a la cabeza

España celebra la medalla de oro en la ceremonia de entrega.
España celebra la medalla de oro en la ceremonia de entrega. / Efe
Jesús María Noguera

16 de septiembre 2019 - 05:51

"Hoy he visto muchas fotos de la concentración en Benahavís", decía Sergio Scariolo poco después de levantar la Copa del Mundo. Del municipio malagueño a la gigantesca ciudad china. En la provincia, a la que el bresciano cogió tanto cariño después de su paso por el Unicaja, se puso el germen de lo que se culminó en el majestuoso Wukesong. En el coqueto pabellón benahavileño organizó el seleccionador español una concentración en julio de 2017 con las ventanas FIBA de clasificación al Mundial como principal quebradero de cabeza.

Una planificación metódica donde Málaga cobraba especial trascendencia. Luego España jugaría contra Bielorrusia en el Carpena y más recientemente en la preparación. También la Costa del Sol tuvo su incidencia en el capital humano de la expedición nacional. Ocho malagueños ayudaron, cada uno en distintas etapas, a ese oro. "Todos tendrán su medalla, aunque no sé si me estoy tirando a la piscina con eso...", afirmaba el siempre atrevido Scariolo.

"Era quizá una primera toma de contacto para el grupo de las ventanas. Habla muy bien de la planificación de Sergio y la FEB para preparar a largo plazo este Mundial. Todos pasan por alto, pero tanto la Federación como Sergio tuvieron en cuenta cada detalle. La cohesión del grupo de las ventanas se consiguió ahí", comenta Alberto Díaz, que jugó varios partidos de clasificación, sobre la importancia de esa concentración. Palabras que secunda Paco Aurioles, que se marchó con pleno tras seis partidos de ayudante en las ventanas. "Todo parte de un guion que lleva muy a rajatabla Scariolo, lo tiene todo planificado. Sabía de las dificultades de este Mundial, estaba preparado para el final. Ha hecho todo el camino para que el mejor momento fuera al final, lo pensó desde el primer día en Benahavís. Tenía que poner un equipo para clasificar y luego para ganar. Los jugadores estuvieron brillantes porque asumieron el rol", detalla el entrenador, que dirigió este verano a un combinado nacional sub 22 donde estaba Rubén Guerrero, que estuvo en esa génesis. Se lo perdió Francis Alonso, citado pero con compromisos en Greensboro.

Enri Salinas y Cañete posan con la medalla.
Enri Salinas y Cañete posan con la medalla. / feb

Además de Aurioles, en Benahavís también estuvieron Javi Salvo y José Ruiz. "Siempre dijo que había una oportunidad real de coger una camiseta en el Europeo y de las ventanas para estar en el Mundial. Así fue. Esa motivación desde el primer día se la refrescó a los jugadores. Dijo que no se venía a rellenar una selección B, dijo que había una oportunidad real y que había que hacer un equipo para clasificarse al Mundial y que algunos pudieran ir", cuenta el ahora ayudante de Casimiro sobre lo que se vivió allí, mientras agrega: "Se sabía que no iba a ser un regalo, pero que iba a haber una oportunidad. Era un plan que ya había diseñado e iba compartiendo. Ha hecho que nos sintamos importantes para sentirnos parte de ese proyecto".

"Siempre tuvo claro el camino de todos y que esa gran familia que pretende ser el baloncesto español participara en todos los objetivos. Se ha conseguido. Es una medalla donde muchos se van a sentir partícipes. Una representación de casi toda la ACB y el baloncesto federativo", insiste Aurioles, realzando ese sentimiento de pertenencia que intenta inculcar el bresciano.

Esa mirada atrás de Scariolo y los jugadores es un gesto de grandeza y un detalle elegante. "El objetivo era darlo todo por el país y la selección y que ellos ganen es un orgullo. Aunque no esperábamos un reconocimiento, se han encargado y es lo que les hace grandes", asegura Alberto, que habla de las sensaciones que vivió en su estreno internacional: "Muy especial. Cuando fui a las ventanas era un grupo rodado, un grupo que se había conjuntado en ventajas anteriores cuando yo estaba en Euroliga. Me acogieron como uno más, me hicieron sentir cómodo e importante. Siempre con un gran ambiente y humildad. Es esencial en ese grupo".

Entrenador y jugador desgranan el segundo mundial en la historia del país. "El carácter competitivo a la hora de los grandes retos, cuando parecía que tocábamos techo. Ahí los jugadores sacaron su gen competitivo cuando parecía que no daban las fuerzas. Fue lo más espectacular", asegura el técnico malagueño, que incide: "Cuando llegó la igualdad, ahí salió el gen de competición que heredaron de unos a otros como Ricky y Marc, que lo habían visto de Pau o Garbajosa. Lo mejor de Rudy, Llull, Ricky, Claver, Marc... Eso es el ADN del jugador español que estos últimos años lo fue forjando".

Carlos Salas, detrás de Quino Colom.
Carlos Salas, detrás de Quino Colom. / fiba

Un discurso con semejanzas con el del pelirrojo. "Es lo que tiene España, aunque parezca que está mal cuando hay que competir es cuando más unidos están y más fuertes se sienten como equipo y muestran el talento para salir adelante. Esa competitividad personal, ese gen de no darse por vencido aunque las cosas vayan mal, siempre confiar en sí mismo. Eso es lo que más me gusta. Esa actitud para darle la vuelta cuando peor va. Se demuestra lo bien que se lleva el grupo, lo dan todo porque se lo pasan bien", explica, mientras analiza el papel de otro base y gran triunfador individual en China: "Ricky es una persona con un talento muy, muy especial. Siempre ha tenido un dominio del juego, pero ha sabido aceptar su rol. En la selección estaban Pau y otros jugadores de gran categoría y siempre se adaptaba al rol que le exigía el juego. Siempre fue el líder silencioso. Ahora se le necesitaba y respondió como siempre".

Además de los cinco malagueños ya mencionados, al Mundial viajaron con la expedición el técnico Ángel Sánchez-Cañete, el preparador físico Enri Salinas y el malagueño Carlos Salas. Ellos han sido la punta de lanza, la cara más visible del baloncesto costasoleño. "Simplemente es la confirmación de lo importante que es Málaga en el baloncesto, lo llevamos siendo mucho años. Está el Unicaja y hay mucha cantera. Sergio se rodea bien y no regala nada a nadie. Él ha estado aquí. Él sabe que la gente malagueña está preparada para los retos, tanto jugadores como técnicos. Sabe que en Málaga somos una potencia en baloncesto", saca pecho Paco Aurioles. Ellos reivindican el papel de Málaga, clave en la España de las dos estrellas. En Pekín se tocó el cielo, pero en Benahavís se puso la escalera.

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