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Unicaja Baloncesto
El Unicaja ha ganado el 66.6% de sus partidos ACB, ocho de 12 encuentros, la ley de los dos tercios que garantizaría, de extenderse hasta final de temporada, éxitos en las dos competiciones. Es algo difícil de sostener cuando lleguen los momentos de máxima exigencia, pero es un umbral ambicioso al que el cuadro de Luis Casimiro ha llegado después de ganar siete de los últimos ocho partidos sin fallar en los cinco últimos. Hay todavía una especie cinturón de seguridad para de verdad contemplar con optimismo la temporada. Están latentes, ocultados por el buen hacer de cada vez más jugadores, algunos problemas estructurales que se temen que salten cuando lleguen puntos de no retorno. Pero la realidad es que el equipo ha ganado 12 de 14 partidos. Con calendario no de extrema dificultad y con los asteriscos que se quieran poner, pero se está ganando mucho. Y ante el UCAM, muy bien.
Una de las razones del crecimiento es que cada vez más jugadores están en dinámica. Si ha habido un esqueleto fijo de buen rendimiento formado porAlberto Díaz, Darío Brizuela y Francis Alonso más, con algún altibajo, Bouteille y Abromaitis, se disfruta ahora de una buena versión de Deon Thompson, de una bastante seria de los dos pívots, Guerrero y Gerun. También el último mes y medio de Waczynski es remarcable, aportando no sólo en la anotación, como ha solido hacer. Ha menguado Yannick Nzosa, en el lógico proceso del aterrizaje en la élite, aliñado con unas molestias en el adductor que le han impedido estar a tope en sus últimos encuentros. Ante el UCAM estuvo inédito, la primera vez desde que debutó en Andorra con tremendo impacto. Jaime dio buenos minutos en el contexto de su recuperación, Mekel también regresó en punto competitivo después de dos meses fuera. Y, al fin, Carlos Suárez tuvo minutos para expresarse con la recomposición de la rotación por la ausencia de Bouteille ante el UCAM, con Abromaitis de tres, ofreciendo gran nivel.
La asignación de roles es una de las decisiones de más calado en la formación de un equipo. No es una foto fija, va evolucionando. Y también hay que ser conscientes de que no todo los jugadores pueden meter 10 puntos, dar cinco asistencias y coger cinco rebotes. Hay un botín estadístico a repartir según el número de posesiones que no se puede estirar más. Por ello, cumplir labores aunque no haya brillo numérico es un trabajo quizá ingrato pero muy necesario que hay que hacer. Viene ahora un tramo en el que no se podrá contar con Alberto Díaz, faro defensivo y cada vez más ofensivo. Hay profundidad de plantilla y cada vez se exhibe más versatilidad, con más de un jugador cumpliendo fuera de su posición habitual. Habrá que esperar a enero, con el arranque del Top 16, para comprobar la resistencia de un Unicaja que empezó la temporada muy dubitativo. Pero cada vez hay más jugadores subidos al carro, con un rendimiento creciente y la sensación de que la química es excelente dentro del vestuario.
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