Casademont Zaragoza - Unicaja: Hay maneras de perder (84-69)

El Unicaja suma su cuarta derrota seguida lejos de Málaga en un horrible partido en el Príncipe Felipe, superado en todo momento y con momentos feos

Las fotos del partido

Taylor penetra.
Taylor penetra. / ACB PHOTO

Málaga/El Unicaja dejó una imagen preocupante en Zaragoza. Demasiados avisos lejos de Málaga. Girona, Lugo, Estambul y ahora el Príncipe Felipe, después de una semana cargada de emociones con un cierre feo. Porque hay maneras de perder, si algo se ha caracterizado el Unicaja en estas temporadas, además de todas las páginas doradas y ganarse una admiración generalizada, el tener un nivel competitivo por las nubes. Hubo momentos de desesperación y dejadez en la capital maña, imágenes desagradables. No es la primera vez. Es un momento valle comprensible, semanas de sobrevivir por el precio de la Copa, pero el equipo rozó el ridículo en alguna fase. Fuera de sí, demasiados jugadores fuera y un lenguaje corporal nada positivo. Y una derrota que supone la cuarta seguida lejos de Málaga (84-69). Las consecuencias tienen su grado, pero más pensando en lo que viene y en aquello de recuperar señas de identidad.

No arrancó el Unicaja con esos mínimos de intensidad, tendencia pre y post Copa del Rey de Gran Canaria. Lejos de Málaga, precedentes que abundan, Estambul la pasada semana, antes Lugo o Girona, son derrotas que tienen esos patrones, con rivales que salen con el cuchillo. Zaragoza venía de un varapalo europeo, un 71-115 ante Valencia Basket en el último compromiso liguero en el Felipe. No supo aprovechar el Unicaja esa atmosfera enrarecida con esas señas de identidad que identifican al equipo malagueño. Desconexiones fruto de un excesivo autocontrol y un acierto terrible, la gasolina para que el Unicaja fluya delante y atrás. El 11-2 de salida, un equipo maño con rigor y encontrando a sus jugadores troncales, no hay tantas parejas en la ACB de la calidad de Bell-Haynes y Dubi. Contra el desacierto (0/7 en triples) y hasta el videomarcador del Príncipe Felipe, que en un momento infló el tanteador local. Algo se olería. 22-8 acabó ese primer cuarto y solo tres canastas en juego: Kravish, un alley oop de Alberto con Tyson y un chispazo de Carter.

Sin un viso de reacción, no había rastro del Unicaja en Zaragoza, pesadillas de aquel día fatídico en Manresa donde el equipo se dejaba ir. 32-10 llegaron a ganar los maños. Con tal capacidad para producir, difícil hacer las cosas peor, ante unas secuencias en pista que alcanzaban lo tétrico. Balances defensivos, pases sin tensión, jugadores de máxima fiabilidad sin empuje. Perry, el superhéroe en estos momentos de necesidad, deslizaba en dos ocasiones por el parqué maño. Taylor anotaba el primer triple al decimotercer intento y el partido entraría en otra onda, lo paraba Porfi Fisac, que encontró un buen recurso en Nate Watson, el sustituto de Jilson Bango, devorando por momentos a los interiores cajistas. Minutos de cierta solidez de Taylor, aunque excediendo de bote el de Maryland. Balcerowski, que entraba en convocatoria por Tillie, descarte con Kalinoski, hacía tres faltas en dos minutos. Todo a contracorriente, y con algún momento de bochorno. Primera parte extrañísima, donde el Unicaja pudo agarrarse con el bonus (38-22).

Se puso a trabajar el Unicaja, aún adormecido, pero el equipo trasladaba una voluntad. Primero ordenarse y encontrar un efecto contagio, construir desde atrás y generar un estado de ansiedad en los aragoneses, el vértigo de tener al Unicaja campeón de Copa controlado y maniatado. Buena energía, sí, encontraba algún quinteto el Unicaja de cierta sostenibilidad, pero es un rival potente este Zaragoza, que controlaba esa renta cómoda. Llegó a aproximarse el Unicaja a esa distancia psicológica (52-39). Dos triples valiosos de Barreiro, de esos que se salen del guion, diabluras de un Carter que perdonaba tiros liberados. Muchísimos durante el grueso del partido. Bell-Haynes se marchaba al vestuario, pero el equipo maño supo controlar el shock, perdiendo el tercer parcial por 19-21 (57-43). Podía meterse el Unicaja con uno de esos momentos ciclón.

Colocaba Sulejmanovic una banderilla con un triple clave a siete minutos del final, con el 59-50, el Unicaja se aproximaba con un triple de Djedovic, que escenificaba la pobre versión malagueña con una de esas pérdidas difíciles de entender. Bell-Haynes y el bosnio (de Zaragoza) ponían el 64-50, golpe al partido claro a siete minutos del final, y ese viento a favor en el Príncipe Felipe. No hubo conato de reacción, al contrario, Zaragoza quiso hacer sangre. Spissu clavaba un triple definitivo desde la esquina y el Unicaja hincaba la rodilla.

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