Los cimientos del Unicaja para regresar

El Unicaja firmó la mejor primera vuelta de los últimos ocho años (12-5) con buenas perspectivas

El equipo ha jugado 25 partidos oficiales, ha ganado 19 y ha perdido seis

El mejor partido de Rubén Guerrero

Los jugadores del Unicaja hacen piña.
Los jugadores del Unicaja hacen piña. / Acb Photo / M. Pozo

El Unicaja rubricó en Manresa la mejor primera vuelta en las últimas ocho temporadas. Desde la campaña 2014/15, con Joan Plaza al mando, en la que se firmó un 14-3 en el primer turno y se acabó líder, lo que en el fútbol sería el campeón de invierno, no se cosechaba un registro mejor. El cuadro de Ibon Navarro acabó quinto y ha cumplido como un reloj ganándole a todos los rivales por debajo en la tabla salvo el Joventut, con el matiz de que, salvo en el caso del Real Madrid, jugó en Barcelona, Vitoria, Tenerife y Badalona. Todos esos equipos deberán jugar en el Martín Carpena desde la próxima semana, cuando se recibe al Valencia, equipo de Euroliga al que se ganó en La Fonteta. Real Madrid y Barcelona acabaron con 14-3, Baskonia y Tenerife con 13-4 y quinto, en solitario, quedó el Unicaja con ese 12-5. Doblar el registro en la segunda vuelta sería un éxito.

No había mostrado en el último lustro esa consistencia el equipo malagueño, desde que dejó de jugar la Euroliga, a la hora de ganar. Se están poniendo los cimientos para volver a la élite, para competir de nuevo con los mejores, como sí se hizo en las dos décadas anteriores con regularidad. Se ha multiplicado el crédito de Ibon Navarro, por el que el club apostó después de acabar la temporada anterior con seis derrotas. En la situación en la que se estaba como club y como proyecto deportivo pudo entenderse como una osadía, pero hay pocas dudas sobre su trabajo. El trabajo veraniego de Juanma Rodríguez en la dirección deportiva también le ha reforzado, con nueve fichajes (10 con Sima) y la confección de un bloque pétreo que está jugando al baloncesto bien, en numerosos tramos muy bien. La mitad de la temporada es una buena muestra, pero hay que refrendarlo hasta junio para que el proyecto adquiera más empaque.

De septiembre a enero, la temporada tiene poco reproche. Se han jugado 25 partidos oficiales, con 19 victorias (el referido 12-5 en la ACB y 7-1 en la BCL, incluyendo los dos partidos de la fase previa). Un 76% de victorias difícilmente sostenible de aquí a final de temporada porque va aumentando la dificultad en Europa y, si se avanza, en la competición doméstica. El reverso de que vengan los mejores equipos, salvo el Madrid, a Málaga es que en teoría será más complicado amarrar victorias en el Carpena que en la primera vuelta, más aún por las amplias diferencias que se han conseguido, y que habrá salidas más complicadas.

Los síntomas son excelentes, lo que se ve dentro de la pista y lo que se palpa fuera de ella. Se ha construido un buen grupo humano, con una buena ética de trabajo. Y no parece que se haya tocado techo en la evolución. Los jugadores han comprado la idea de Ibon Navarro del reparto de protagonismo, que seguramente sólo sea sostenible cuando se gana regularmente, sería más complicado cuando se pierde con frecuencia. Sólo Kendrick Perry juega, por muy poco, más de 20 minutos de media por partido. El resto va entre los 13 del recién llegado Sima y Barreiro y los 19 de Díaz, Kalinoski y Osetkowski. La tendencia habitual en la élite es que la rotación vaya menguando cuando llegan los tramos decisivos de la temporada, pero el Unicaja ha sido robusto con una rotación profunda que ha acabado triturando a muchos equipos de zona baja.

En Manresa, por ejemplo, no se jugó bien. Se sufrió allí como se hizo en Santiago (donde han caído Barcelona y Baskonia), pero es parte del crecimiento del equipo sacar partidos enfangados en ambientes hostiles y con rivales incómodos. Bien ahora un tramo duro de calendario, por acumulación de partidos y calidad de los rivales. Seis partidos en 18 días con AEK, Valencia, Limoges, Gran Canaria, Galatasaray y Baskonia antes de la Copa del Rey. Se eleva el nivel de exigencia. Toca comprobar si los cimientos que se han puesto han fraguado y son sólidos para pensar en algo grande de enero a junio.

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