El corazón y el talento
unicaja | real madrid
Alberto Díaz cambia el curso del partido y Nedovic remacha en un soberbio último cuarto ante el Real Madrid.
Excepcional ambiente en el Carpena para llevar en volandas.
Alberto Díaz pone el vello de punta con su contagioso entusiasmo, el que le hace superar sus limitaciones y provocar el delirio entre una grada que ha encontrado alguien cercano con el que identificarse. Nemanja Nedovic baila claqué y hace magia a la vez, es un lujo para el Unicaja. Tiene nivel de equipo de Final Four o de NBA. Alberto y Nedovic aúnan las dos características necesarias para batir a un rival como el Real Madrid, el mejor de España y Europa con cifras en la mano. Alberto es el corazón y Nedovic el talento. Un buen punto de partida, en un deporte como el baloncesto, que es colectivo pero que lo deciden individuos. Como Alberto y como Nedovic.
La electricidad del Carpena generó un ambiente espectacular, que casi ninguna pista en España puede igualar. Las voces que celebraban las canastas del Real Madrid al inicio del partido se fueron apagando, engullidas por la marea verde, que periódicamente necesita partidos así para no abandonar la fe. La sugestión que provoca batir al Madrid propicia este huracán de emociones. Urge una reflexión colectiva sobre el motivo por el que sólo se excita el gran público con partidos concretos. Ahí se engloban todos los estamentos del Unicaja, desde la propia afición, que debe reflexionar, hasta la prensa. Igual no sabemos vender bien lo que puede conseguir el equipo con un ambiente tan candente. Obviamente, el club también debe quebrarse la cabeza y pensar por qué.
Pero no es día para negatividad. El Unicaja se montará en el avión para la Copa con los gritos del "sí, se puede" y la ovación de un Carpena que se vuelca cuando se le da algo. Llega el primer tramo irreversible de la temporada, en el que se conceden notas importantes, la Copa y las eliminatorias de la Eurocup. El Unicaja ha tumbado en el Carpena a los tres equipos españoles de Euroliga (Baskonia, Barcelona y Real Madrid). Los parámetros, puede ser, han cambiado a la hora de priorizar esfuerzos en los gigantes que compiten en la mejor competición. Pero cuando se repite la victoria es que venir a Málaga no es agradable. El Madrid no contaba con Ayón, pero Llull jugó 30 minutos y recuperó a Nocioni, que sale de las catacumbas cuando olfatea que vienen los títulos.
No fue un gran Madrid, pero tuvo su cuota de culpa el Unicaja. Rescató una seña de identidad de la mejor época de Plaza en Málaga, el dominio del rebote. En anteriores temporadas se ganaba esa faceta alrededor del 80% de los partidos, si no más. Este año no se pasa del 50%. Ayer sí se controló (43-36), y ése es un punto de partida excepcional para ganar a un rival de la talla del Real Madrid. Da la impresión de que el Unicaja necesita niveles altos de excitación para rendir, que le puede la monotonía. Pero el crecimiento sólo pasa por la regularidad. Ayer ofreció un nivel cercano a su mejor versión el Unicaja, porque más jugadores pueden jugar mejor.
Un factor importante de un público tan entregado es que un equipo tiene una red para caerse. El Madrid puso su clásico ritmo de salida y dominaba en el primer cuarto (19-21), pero el Unicaja respondía. Es difícil dar réplica al arsenal que maneja Pablo Laso, pero el Unicaja lo conseguía. Asegurar el rebote, también en ataque, permitía alternativas. Y Brooks hacía daño ahí, para dar los puntos necesarios. El factor diferencial fue la irrupción de Alberto Díaz en el encuentro. Su segundo cuarto fue una descarga de adrenalida. Puso la piel de gallina cómo remontó el partido el base malagueño. A un jugador se le examina por lo que tiene enfrente. En ese momento no estaba Llull, pero sí Doncic y Draper. A los dos los mandó al banquillo Alberto, que defendió como sólo lo pueden hacer los que saben que tienen una misión. El asunto es que redondeó eso minutos de éxtasis con 10 puntos, dos triples en difícil posición, de esos de los que antes no se imaginaba que pudiera tirar. Su crecimiento es tremendo. Dominaba el Unicaja (33-27) cuando Alberto se fue al banquillo en una reverencia colectiva que no se recordaba. Antes del descanso, Nedovic daba una dosis de puntos para mantener el liderato (40-36).
Salió de manera fulgurante el Unicaja del vestuario. Parcial de 11-0, con triples de Waczynski, Nedovic y Brooks más una canasta de Musli (51-36). El serbio no tuvo especial brillo ofensivo, pero los espacios que abre son determinantes. Cuando no están y su compatriota Nedovic, el panorama cambia. Se fueron con una renta de 16 puntos (54-38) debido a las tres personales de cada uno. Se colapsó el ataque, otra vez con Smith con malos minutos, y el Madrid llamaba a la puerta al final del tercer cuarto (58-53).
Un partido así sólo se gana con actuaciones sobresalientes. Y Nedovic, cuando el Madrid más apretaba, sumó 13 puntos en el cuarto decisivo. Empezó con dos triples cuando volvió a la pista (71-59) para dar aire en un momento complicado. El Madrid no se rendía. Anthony Randolph, jugador de evidente calibre NBA, martilleaba. Y se ponía peor cuando Nocioni, qué carácter competitivo, asomaba con dos triples. Pegaba el Madrid. Se ponía a cuatro puntos (79-75) y Fogg y Nedovic fallaron tiros libres delicados. A 9.9 segundos, Llull metió un triple en carrera para dejar a sólo dos al Madrid (80-78). El balón llegó a Nedovic, que padeció la falta. Y esta vez no vaciló. Metió los dos para coronar un partido espléndido y sellar la victoria de un grandísimo Unicaja que se fue entre gritos de "sí, se puede". Una forma de decir "Vitoria, allá vamos".
No hay comentarios