Una merienda perfecta para el Real Madrid (91-68)

Resultado y crónica del Real Madrid - Valencia de la Copa del Rey de Baloncesto

Los de Laso dominaron al Valencia Basket con un Campazzo excelso y son los primeros finalistas de la Copa del Rey de Málaga 2020

Dubljevic y Tavares pelean en el suelo por un rebote
Dubljevic y Tavares pelean en el suelo por un rebote / Acb Photo
Adriano Espinal

15 de febrero 2020 - 20:26

Málaga/Inexplicable, pero cierto. El Valencia se precipitó en su propio abismo de inseguridades. No encontró nada a lo que agarrarse para mantenerse vivo. Empezó mal, recuperó la sonrisa, el Madrid aceleró levemente y se acabó el choque. Tal vez fuese el miedo, la presión, la mala pata de fallar una y otra vez las jugadas que habitualmente le hacen lucir entre los mejores de la competición, el caso es que los de Pablo Laso no pudieron tener un partido más plácido, una merienda mejor antes de la final de esta Copa del Rey.

Resolvió bien el equipo valenciano el primer parcial duro: 9-0 para empezar el choque. A compás, sin estridencias, los de Pablo Laso se centraron en sacarle rédito a un perímetro inspirado que encontró tiros no muy difíciles. Randolph desde el perímetro era un aviso a lo que le esperaba al equipo de Ponsarnau. Con todo 18-11 después de los primeros diez minutos. Se entendía que era un mal arranque toronja, un mal trago que superar a base de defensa y un poco de ataque. No parecía descabellado. Lo fue.

Se cansó Dubljevic de marrar canastas debajo del aro antes del descanso. Sin saber que extraña fuerza le proporcionaba un bocado de hiel después de hacerlo todo bien para tener una canasta franca. Y no era fácil. La buena defensa en los aros de Tavares, el temor de no responder a la exigencia del partido. La tensión de la Copa y la batalla de cuartos contra el Barcelona. Todo era una mochila de la que nadie se quiso deshacer.

Mientras el Valencia se asfixiaba, en el Madrid, el maltrecho Rudy y el clásico Felipe Reyes daban minutos. El pívot fue aplaudido a cada paso y acabó convirtiéndose en el jugador con más partidos de Copa ganados: 34, uno más que Navarro. Las efemérides ya eran algo con lo que entretenerse al descanso: 34-20.

La esperanza de que el vestuario le sentara bien a los valencianos se desvaneció en muy poco tiempo. Es verdad que salieron con más ritmo que hasta entonces, que trataron de acelerar el partido, anotar rápido. Lo hicieron sin que su acierto fuese pulcro y el Madrid se los comió. Se dedicó a responder cada pequeña treta valenciana con más puntos de los que la defensa de Ponsarnau podía asimilar. Vives y Dubljevic fueron poco y la mera intención de intercambiar canastas de los de Laso llevó al choque a un irremediable 52-31.

Pudo rotar Laso lo que quiso. El Carpena disfrutó de un Campazzo excelso. Disfrutó, anotó (15), disfrutó, asistió (9), robó (7) y volvió a disfrutar. Está de dulce y es el ritmo que necesita este Madrid. Oposita a figura de la Copa. Su equipo creció con respecto al cruce contra el Bilbao pero no enseñó casi nada. Se limitó a hacer lo que sabe una y otra vez. Llegan a la final después de una buena merienda.

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