Dario Gjergja, el alma máter del Filou Oostende repleto de ADN de baloncesto
Desde 2011 dirige al equipo, ahora también a la selección serbia, y es hijo de un histórico jugador y entrenador yugoslavo
Viaje a Oostende
Pocos equipos en Europa tienen un entrenador tan longevo en sus banquillos como el que aborda el Unicaja este martes en el estreno de la Basketball Champions League. Y, en su caso, un ADN de baloncesto incrustado en la piel. Todo comienza con Giuseppe Giergia, que nació en Zadar, en 1937. La hoy ciudad costera croata era entonces parte del Reino de Italia (así lo fue desde 1861 hasta 1946, devenido entonces en la actual República) y el italiano era la lengua dominante. Zara, así se llamaba en italiano, fue italiana desde 1918 hasta 1947, cuando pasó a formar parte de Croacia y, de esta manera, la Yugoslavia de Tito. La primera y la segunda guerra mundial cambiaron su identidad. La inmensa mayoría de los italianos se marcharon, pero allí siguieron los Giergia.
Allí están las raíces del entrenador del Filou Oostende, Dario Gjergja (Zadar, 1975). Su padre, Giuseppe, Pino o Josip, según la fuente, el lugar y el momento, la grafía del apellido también lo hace, fue un leyenda del baloncesto europeo. Subcampeón del mundo dos veces con Yugoslavia, dos veces olímpico, multicampeón con el equipo dálmata al lado del mítico Kresimir Cosic, sólo se estrelló en Europa contra el Madrid. Era un base cerebral que marcaba la diferencia en los 50 y los 60. Tenía un tío en Estados Unidos que, cuando tenía 18 años, le mandó una cinta de Bob Cousy, legendario base de los grandes Celtics que tiranizarían la NBA. Aprendería su arte del pase. Después jugaría contra Oscar Robertson en los Juegos de Roma. Más tarde sería manager del Zadar y bronce mundial como entrenador de la Croacia de Kukoc y Radja, poco después del shock por la muerte de Drazen Petrovic, en el Mundial de 1994, última medalla universal del país.
"Mis desgracias tienen raíces lejanas. En 1949, el régimen comunista envió las milicias a mi casa. Irrumpieron, sacaron a rastras a mi padre, Eugenio (Geno), tratándolo como un Al Capone. Le ataron las manos con el alambre de hierro, lo golpearon en mi presencia, con manos y pies, lo amenazaron de muerte como un "enemigo del estado". Lo metieron en la cárcel a veces. Era culpable por encarnar la figura del propietario rico: agricultor, propietario de ganado y tierras agrícolas. Era inconcebible para el sistema colectivo, era necesario apoderarse de ello. Mi padre no hizo daño a nadie; trabajó cristianamente en favor de los necesitados, a menudo alimentándolos. Desde entonces, en esencia, mi apellido ha permanecido marcado y señalado", decía años atrás en una entrevista Josip Đerđa, así se le renombró en Yugoslavia, aunque años después pudo recuperar el original Giuseppe Giergia. Gjergja o Djerdja también es frecuente encontrar escrito el apellido.
Dario Gjergja, el entrenador del rival cajista hoy, mamó baloncesto en casa, aunque rápidamente optó por los banquillos. Con 25 años ya era entrenador asistente en Zagreb. Pasó por la Cibona, el Ural Great Perm ruso y el Charleroi como segundo de Anzulovic, también lo fue en la selección croata con Perasovic. Y su carrera se enfocó en Bélgica. Dos años en Lieja, ya como primero, y desde 2011 hasta el presente con el Oostende, al que ha hecho dominador del baloncesto belga, con 13 títulos consecutivos, también en la competición unificada con Países Bajos que se acometió para elevar el nivel competitivo. Obtuvo la nacionalidad del país y es el seleccionador belga. Es, de hecho, buen amigo del ex futbolista del Málaga Ivan Leko, croata que también ha desarrollado su carrera como técnico en Bélgica. El Oostende, donde ha formado a talentos que ahora están por el resto de Europa. Allí, por ejemplo, Matt Lojeski, Mateusz Ponitka o Tonye Jekiri saltaron a la Euroliga con el trampolín el técnico y Keye Van Der Vuurst vino a Palencia desde allí y ahora está en el Joventut. Es visto por los agentes como un buen lugar para desarrollar jugadores. Con la selección belga, por ejemplo, le ganó a España en el Europeo de 2022, la única derrota del equipo de Scariolo en el recordado oro de Berlín en la fase de grupos en Tblisi, y también en el Preeuropeo de la ventana de febrero volvió a ganarle en Bélgica.
“Cuando me di cuenta de que no tenía la calidad suficiente para poder jugar al baloncesto a un gran nivel profesional, me dediqué a entrenar. Paralelamente a jugar en la segunda división, me gradué en la Facultad de Kinesiología de Zagreb y muy rápidamente me di cuenta de que ser entrenador de baloncesto es el deseo de mi vida, así que decidí dedicarme por completo a esa vocación", relataba el entrenador del Oostende: "El entrenador es responsable de sus acciones y decisiones en el campo, también fuera del campo, en relación a jugadores, directivos, aficionados y periodistas. Como entrenador en jefe, tienes que ser el timonel de todo el club y tienes que ser capaz de lidiar con el estrés y la presión constantes de todos lados y, a veces, con la presión que te pones a ti mismo".
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