El Unicaja y la difícil ley del 75%

El Unicaja gana tres de cada cuatro partidos que juega, una media complicada de cumplir y que, de mantenerse, garantiza éxitos

El Falco llega dominando en Hungría

El triunfo del +60

Kameron Taylor realiza un mate. / Acb Photo / M. Pozo

El Unicaja vive uno de los mejores momentos de su ya larga historia, camino del medio siglo de existencia como entidad, pasadas las tres décadas desde la fusión entre Caja de Ronda y Maristas. En todos los aspectos, desde el deportivo al institucional. El primer equipo masculino es la locomotora de todo. Ahora se vive un momento de esplendor pero los equilibrios son muy frágiles en el deporte de alto nivel. Y es algo de lo que es plenamente consciente el staff técnico del Unicaja y también sus dirigentes. Ibon advierte de que cuanto más se gana más cerca se está de perder. Y no hay que irse muy lejos para ver un ejemplo de lo que supone perder tres partidos seguidos, como sucedió con los duelos ante Zaragoza, Valencia y Gran Canaria en el hueco de 10 días. No era extraño dos, tres o cuatro años atrás, de hecho más frecuente de lo deseado, pero ahora sí lo es.

Mejorar cuando se está cerca de la excelencia, al menos cuando se gana tanto, no es sencillo. Vuelve a estar el equipo malagueño en el 75% de victorias en partidos oficiales, cifras en las que se movió habitualmente el año pasado. Si ganar dos tercios de partidos (66%) ya se considera un promedio bastante aceptable para un equipo con aspiraciones, subir ya supone mucho. Ayuda, es cierto, el benévolo primer tramo de la Basketball Champions League. Pero en la ACB ese 9-3 es proporcionalmente igual que el 3-1 de la competición europea. Y la Liga está este año con buen nivel. Ver fuera de la Copa a Baskonia y Joventut con sólo cinco jornadas para el corte copero recuerda que no en sencillo lo que está haciendo el equipo malagueño. Son tres victorias de distancia ya con el octavo. Tres triunfos en los cinco partidos que quedan pueden valer perfectamente para ser cabezas de serie en la Copa.

Mantener ese fuego, esa motivación, es el reto. Se han visto esta temporada algunos tics de suficiencia que en la anterior no se vieron. Es humano y comprensible. El equipo, un bloque que empieza a jugar de memoria, conoce sus límites y en ciertos momentos no da el 100%, no deja de ser detalles de grande. Y los rivales juegan. El staff también está en ello, le toca gestionar ahora bajones de rendimiento previstos y programados, otros deben subir, a ver cómo vuelve Augusto Lima tras la lesión, la baja de Jonathan Barreiro... Siempre en esa frágil equilibrio que es el deporte colectivo de alto nivel.

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