Visto y Oído
Emperatriz
Este jueves se oficializó la continuidad de Kendrick Perry hasta 2025, noticia que ha causado una gran alegría en la afición del Unicaja, por el especial apego que se ha ganado el estadounidense en estos meses, y porque el conjunto cajista consigue atar a una pieza importante del proyecto. Pero la predilección por Perry viene por su cercanía, las palabras de cariño y agradecimiento que siempre ha expuesto del club y la vida en Málaga, de esos que caen de pie desde el primer día; fichaje que caló desde el minuto uno, que por suerte el club ha podido retener, no sin esfuerzo, porque el jugador tenía ofertas de Euroliga más potentes encima de la mesa.
"Hemos encontrado nuestro hogar", proclamaba el jugador en su cuenta de Twitter, muy activo siempre, hasta de portavoz en momentos polémicos, para eso también es líder. Perry ha elegido construir una vida en Málaga, junto a su esposa Amber, aficionada asidua en el Carpena, justo antes de aterrizar se dieron el "sí, quiero". Ha primado ese factor para que el de Florida diga también sí al Unicaja, esa calidad de vida que encandila a los extranjeros, y que muchos terminan afincados en la capital de la Costa del Sol. La lista es infinita.
Parece que lleva toda la vida en el club, por ese sentimiento de arraigo que desprende. Y es un jugador que ha militado en diez de equipos en la última década, un nómada del baloncesto, pero que estaba predestinado, como si el azar lo hubiese ordenado, que un día tenía que llegar Unicaja, en un contexto muy complicado, exigido. Esa frescura que se necesitaba ante tanta revolución, también con una afición que ansiaba nuevos ídolos, y Perry ha sabido perfectamente recoger el testigo. Ha dejado tantas imágenes para la posteridad en tan pocos meses: ese icónico momento donde envolvió a Ibon Navarro en Badalona, domando al técnico para que no entrara en cólera ante el Barça. "El trabajo no ha terminado...por ahora", dijo en el balcón del ayuntamiento. Mínimo, dos años más.
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