El guerrero Alen Omic

UNICAJA | VALENCIA BÁSKET

El esloveno encajó mil golpes para subir el listón de intensidad y frenar a Dubljevic, un paso por debajo de lo visto en Valencia

Viny Okouo volvió a servir de refresco en la pintura

Omic hace un furibundo gesto de alegría a la grada tras el final del partido.
Omic hace un furibundo gesto de alegría a la grada tras el final del partido. / Javier Albiñana

01 de abril 2017 - 02:05

Recibe todos los golpes del mundo sin protestar. Sólo cambia su cara para gritar al público que se entregó a él y estrellar su pecho contra el compañero de turno. Alen Omic subió el listón de intensidad para frenar a Bojan Dubljevic y puso el punto de solidez para gestar parte de un triunfo que invita a soñar en La Fonteta.

El duelo es fuerte. Estaban asignados mutuamente porque a excepción de unos segundos, ambos coincidieron en pista toda la primera mitad. Dubljevic buscó siempre el contacto en el poste bajo para hacer daño, como hiciera exitosamente en Valencia. La consigna era clara: ser más duro, no huir del cuerpo a cuerpo. Omic cumplió con ello y pudo ganar varios duelos personales en ese posteo buscado una y otra vez en el arranque, aunque sufrió más en esos minutos iniciales para generar en ataque hasta la entrada de Viny Okouo y a su vez de Oriola.

Sigue dejando buenas sensaciones el congoleño, aunque tenga sus lógicas lagunas. Fue él quien empezara la sangría en el rebote ofensivo, donde más sufrió el Valencia Básket y la baza del Unicaja para contar con hasta tres posesiones seguidas en ciertos puntos del segundo cuarto. Y en base a ello se rehizo Alen Omic después de una vuelta al juego difícil. Y es que a su entrada en el segundo cuarto se le vio algo falto de ritmo en su lucha, apenas unos segundos con Oriola y un mundo con su verdadero contrincante, Bojan Dubljevic.

El esloveno aprovechó sus once centímetros más respecto al pívot taronja para hacer daño con hasta cuatro rebotes ofensivos en la primera mitad, por uno defensivo. Dinámica que seguiría también Jeff Brooks con tres de sus cuatro capturas. 24 a 11 fue el parcial de los dos primeros cuartos bajo el aro, diferencial para el 43-34 con el que los de Joan Plaza se marchaban al vestuario entre los vítores del triple in extremis del cuatro de Louisville.

Y cuando no funcionaba el plan, porque el montenegrino se aprendió bien la película, el esloveno siguió cuajando un gran partido para crecerse con su gran amigo: el público. Es de los que se denominan tribuneros. Grita, se da golpes en el pecho y anima. Hizo suya la zona y se marchó finalmente hasta los 10 rebotes y 12 puntos después de una brega constante. Dubljevic no cubrió del todo las expectativas a pesar de sus tremendas cualidades, apocopado por el calor del escenario. Se desactivó la opción del pick and pop a pesar de anotar un triple tras apertura mientras Omic salía y entraba a los minutos después de recibir un golpe tremendo en el ojo propinado por Oriola. Lo encajó y puede que con gusto, porque para eso estaba vestido como un guerrero.

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