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Marko Simonovic nació en Pristina, la capital de Kosovo, en 1986. Hijo de Zoran, un ex jugador de voleibol con trayectoria, en 1999 la familia se trasladó a Belgrado. Aquel año se produjeron los bombardeos de la OTAN sobre el país y la mayoría albanesa en Kosovo se enfrentó a las autoridades aún yugoslavas. Hubo entonces un masivo éxodo de serbios desde Pristina y los Simonovic se mudaron a la capital serbia. Kosovo, hoy país independiente, es considerado por los serbios como un lugar sagrado.
En ese marco, tras la guerra a principios de los 90, creció y tuvo la adolescencia Marko Simonovic, un guerrero que no ha dejado de superar obstáculos durante su carrera. Con 33 años le llega la oportunidad de jugar durante unos meses en la Liga ACB, en el Unicaja. El club confirmó que llega hasta final de temporada y hoy aparecerá por Málaga para estampar su firma y, si no surge incoveniente, ser presentado mañana con la camiseta verde. No ha habido problemas para romper el vínculo con el Cedevita, su club esta temporada, con el que jugó la Eurocup y con el que jugaba la Liga Adrático.
Con 33 años y 2.01 metros, es un jugador polivalente, que puede jugar como tres y como cuatro. Aporta dureza y tiro de tres (un 50% esta temporada en Eurocup), además de experiencia. Será el jugador más veterano de la plantilla junto a Carlos Suárez y Frank Elegar. Tiene experiencia en Bélgica, Francia, Alemania y Rusia. Simonovic no tuvo los mismos focos en su carrera que otros jóvenes talentos serbios. No debuta en la absoluta hasta los 28 años, cuando, no sin pocas críticas, Djordjevic le convoca para el Mundial de España en 2014. Consiguió la plata ahí y en los Juegos de Río dos años después.
En su llegada a Belgrado, con esos 13 años, Simonovic empieza a jugar al baloncesto en el Radnicki, un reconocido club de base de Belgrado. Allí debuta en el equipo senior a los 17 años tras un año en el Smederevo, en la segunda división yugoslava. Lavovi 063 y Egronom Nis son sus siguientes equipos, antes de saltar a Bélgica (Oostende) y regresar para jugar en el Hemofarm Vrsac (recordado en Málaga porque fue el equipo al que se ganó el primer título de la historia, la Copa Korac de 2001). De 2008 a 2011 se estabiliza en el Buducnost de Podgorica, donde acumula títulos nacionales y llama la atención del Alba Berlín, donde juega una temporada (2011/12).
No había jugado en ninguno de los grandes serbios y es el Estrella Roja quien le ficha con 26 años, una decisión que cambiaría su carrera. Se convertiría poco después en capitán e ídolo de los Delije, los aficionados más radicales del equipo rojiblanco. Y empieza a crecer como jugador. Cambia el dominio incontestable que tenía el Partizan en el país y el Estrella Roja pasa a convertirse en el capo de la competición. Y Simonovic es uno de los iconos del equipo, de hecho se convierte en protagonista de una celebración de un título del gran rival. Tras un año en el Pau-Orthez francés, vuelve a la Euroliga y completa en la temporada 2016/17 su mejor año como profesional, con 12.6 puntos y 3.9 rebotes por partido en 30 partidos. Tras dos años en el Zenit de San Petersburgo, el último medio a las órdenes de Joan Plaza, se enroló en el curioso proyecto del Cedevita, que aunó el club croata con el Olimpija Ljubljana. En la Eurocup firmó 10.4 puntos y 3.9 rebotes.
Simonovic, cuya abuela, Sevdalinka Todic, se hizo famosa por acudir a partidos y apoyarle, tiene pareja, María, licenciada en Periodismo, con la que tuvo una hija, ahora de tres años, Tara. Simonovic tiene una tienda de ropa para niños hechas de materiales orgánicos y naturales, llamada “Smile kids”, en el centro de Belgrado. El jugador serbio afronta esta etapa en Málaga con mucha ilusión. Ya ha jugado más de una vez en el Carpena y lo hará ahora como local. No hay que esperar a un jugador deslumbrante, pero sí conoce el oficio del baloncesto y adonde ha llegado lo ha hecho por trabajo y no por talento. Dará profundidad a una plantilla que salió hecha picadillo de la Copa y que necesita energía. El jugador se abrirá un mercado en la ACB.
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