Málaga CF, la historia del supuesto “equipazo” que es colista de Segunda

El Málaga CF mastica la derrota entrenando
Pepe Mel, durante el entrenamiento de ayer. / Pepe Gómez

Las mejores expectativas devoran al peor equipo. Un grupo de, por pasado y pedigrí que no por rendimiento en Málaga, buenos jugadores que conforman un mal bloque. Es la realidad de un colista que es “un equipazo”, decía Gaikza Garitano, entrenador del Eibar, último verdugo blanquiazul. Las previas y postpartidos están llenas de elogios de los entrenadores rivales hacia el Málaga. Es cierto que hay una corriente buenista que pinta al contrario como el Milan de Sacchi, el Madrid de Di Stéfano o el Barça de Guardiola, sea quien sea. Pero sea Álvaro Cervera o Eder Sarabia, entrenadores de ideas antagónicas, la hemeroteca está llena de piropos al último equipo de la Segunda División.

Hay que hacer un profundo ejercicio de instrospección y sinceridad para encontrar algunas opciones para que la temporada no sea un desastre apoteósico. Tras 13 partidos se han ganado nueve puntos. Habría que vencer en la mitad aproximada de los 29 partidos que restan (o somar los puntos equivalentes) para obtener la permanencia. Empiezan a repetirse las sensaciones que llevaron al Málaga de Míchel, aunque el deceso lo firmara José González, al descenso a Segunda. Pero esta vez el drama es el abismo de la Primera RFEF, un pozo insondable. Cuando un entrenador se desnuda en sala de prensa y dice que se le acaban los argumentos y que medita hacer cambios para jugar contra la naturaleza de sus jugadores para ser más pragmáticos denota desesperación. Mel plantea bien los partidos, el Málaga domina y el rival espera el fallo, que llega. Y adiós. El técnico empezó asumiendo lo que había como suyo. Pero ya mandas mensajes más o menos explícitos de que con lo que tiene es complicado hacer más.

Un sector significativo de La Rosaleda ya gritó contra José María Muñoz y Manolo Gaspar en el partido ante el Eibar. El hartazgo es creciente y habrá situaciones más tensas si el equipo no saca puntos. Esperar a que las cosas cuadren sobre el césped y abrazarse al tancredismo puede ser una táctica, pero normalmente acabará mal. Existen movimientos tectónicos alrededor del Málaga que llegan más allá de lo deportivo. Hay nerviosismo en las instituciones que pusieron dinero en un año electoral para que el Málaga contendiera por el ascenso. Recién entrado noviembre se firma ahora mismo con sangre no caer a Primera RFEF. El administrador judicial ha visto refrendada la confianza de la jueza Ruiz González para seguir, pero no es lo mismo estar pensando en subir que en no bajar. Y no sólo están preocupados quienes van cada semana a La Rosaleda.

Los responsables máximos de la situación están en la sala noble, aunque no sea coherente decir que el director deportivo es malo y que la plantilla es para subir. Se ha fichado a supuestos buenos jugadores, muchos de ellos acostumbrados al balón al pie y al que el juego orbite a su alrededor sin dar un carrera en balde, pero se ha construido un mal equipo. Supuestos referentes, que no cobran poco porque esta no es la plantilla del salario mínimo, ven pasar los partidos en el banquillo o sin dejar ninguna huella en el césped. Y, aunque se fichen varias piezas en invierno, es el grueso de la plantilla que está aquí la que tiene que luchar por no pasar a la historia negra del balompié malagueño por bajar 25 años después del ascenso al fútbol profesional al Málaga Club de Fútbol. Es responsabilidad de José María Muñoz y de Manolo Gaspar y deben actuar. El crédito del director deportivo está en mínimos y las dudas sobre si es el hombre que debe dirigir los fichajes son evidentes. Y Mel necesita un mínimo refrendo de resultados para llegar al mes de enero y contar con los refuerzos que pudieran lavar la cara a este Málaga. La historia del “equipazo” que es colista de Segunda División.

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