La importancia del calor humano
Casi cinco meses después del último partido con público, la afición regresó, hasta un número de 400 personas, al Martín Carpena para vivir un partido oficial al lado de su equipo
Katsikaris pudo dirigir su primer partido ante una muestra reducida de su nueva afición
Casi cinco meses después, volvió a haber público en el Carpena. Acaso simbólico, 400 personas, pero una manera de acercarse a una normalidad que parece tan lejana. El último partido en el Palacio con afluencia habitual, antes del estallido, tuvo a 10.015 personas en las gradas, fue el 1 de mayo de 2020 ante el Real Madrid. Menos de un 5% de aquello. Puede parece nimio, pero para quien ha asistido a todos los partidos desde que se reanudó la competición, es otra historia aunque parezca muy pequeño el número de aficionados.
Con las normas estrictas, entradas nominales y distancia de seguridad de tres sillas entre cada aficionado aunque acudieran convivientes, cada aficionado tenía una localidad asignada concreta de la que no se podían mover. No estaba permitido el movimiento ni comer durante el partido. Un voluntario le llevaba exactamente al lugar al que debía sentarse a cada aficionado. En 18 minutos volaron las 150 localidades gratuitas que el club colocó a la venta para los abonados “Siempre te llevo contigo” a las 9:00 de la mañana, el mismo día, una vez el club organizó el dispositivo tras recibir el visto bueno de Salud. Se abrieron cuatro puertas, dos por el lado del Carpena que da a la autovía, una más por el fondo más cercano al Quirón y otra, la principal. En el fondo entraron los 150 sanitarios. Además, 50 asistentes de patrocinadores y responsables del club estuvieron en el lado del palco. Y los restantes 150, más los familiares de los jugadores (18 acudieron al partido), estuvieron detrás de los banquillos.
Miguel, abonado desde hace cuatro años, ya estuvo en los primeros partidos de la Eurocup. “Es emocionante, claro. Aunque yo ya estuve en los primeros partidos, mi mujer, que también es abonada desde hace varios años, está más emocionada aún. Estamos locos por venir y por que haya normalidad”, explica, al tiempo que cree que “para el equipo creo que es bueno. Yo jugué al fútbol y no era lo mismo hacerlo con gente que sin ella. Seguro que les ayuda”.
Sara es una de las sanitaras que acudió al partido. Es un sector que ha sido esencial y que ha corrido muchos riesgos en primera línea en la pandemia y el club quiso tener el gesto de regalar 150 entradas entre los distintos centros médicos que colaboran con el club para que estuvieran simbólicamente presentes en el regreso de una cierta normalidad al Carpena. “Es un gesto bonito del club hacia nosotros. Yo suelo venir, no soy abonada, pero he venido con cierta frecuencia. Es una experiencia distinta, pero creo que es un paso a la normalidad que esperemos que llegue cuanto antes. Es bueno dar esos pasos, aunque haya que ser muy prudentes”, explicaba.
Durante el partido, algo de calor humano, que se echa en falta en estos tiempos plastificados por las restriccione. Reacciones a buenas y malas acciones, no la frialdad quirúrgica habitual. Y también un recibimiento en diferido para Fotis Katsikaris, en un primer partido con público en la grada desde que aterrizó hace varias semanas en Málaga. Al terminar el partido, salida de forma escalonada. Primero, las filas superiores, una a una, hasta desalojar. Da pena también que ahora justo que podría ser un impulso el público en los cruces decisivos se acabe la Eurocup. Fue también una experiencia de rodaje por si se permite el público en las jornadas finales de la ACB, algo que reclaman con insistencias los clubes. En competiciones europeas sí se permite porque no está tutelado por el CSD, algo que sí ocurre en las competiciones nacionales. El Unicaja perdió dinero por abrir el pabellón al público, pero era un gesto necesario para ir sembrando para el regreso de aficionados. Es un contrasentido que el sábado no haya nadie ante el Gran Canaria en el partido de ACB. Pero es un primer paso para acercarse a la ansiada normalidad, para la que todavía falta tiempo. Pero no se puede pasar de 0 a 100. Con un poco de calor humano ya es mucho.
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