Jean-Jacques Conceiçao, el dios del baloncesto en Angola que jugó en el Unicaja

Presente en el Angolazo de Barcelona'92, tiene un cargo de importancia en el desarrollo del deporte en el país y es también pastor evangélico, fe que abrazó en Málaga

Jugó en Ciudad Jardín en la temporada 1999/00, la de la final de la Copa Korac; era un ala-pívot de 2.02 metros

Toma de contacto con Singapur

Jean-Jacques Conceiçao, ante Scola con la camiseta del Unicaja.
Jean-Jacques Conceiçao, ante Scola con la camiseta del Unicaja. / ACB Photo

El Unicaja se enfrenta este jueves al Petro de Luanda de Angola en el partido que abre la Copa Intercontinental. En el país africano que fuera colonia portuguesa el baloncesto es un deporte con mucho arraigo. A finales del siglo pasado y principio de este fue el dominador del continente y solía ser la cuota en Mundiales y Juegos Olímpicos. Su icono fundamental fue Jean-Jacques Conceiçao (Kinshasa, 1964), que en la temporada 1999/00 fue jugador del Unicaja. Un ala-pívot de 2.02 metros, poderoso y atlético, que tenía ya entonces 35 años pero había desarollado una carrera sólida tras destacar en el Primero de Agosto, el club local más poderoso, en el Benfica y el Limoges, en el que estuvo tres temporadas antes de aterrizar en la Costa del Sol en la temporada 1999/00 con la venia de Boza Maljkovic, que le conocía bien de su experiencia en la Liga de Francia. Era Juanma Rodríguez el director deportivo cajista.

Rebobinando, Conceiçao había sido un jugado conocido en España por un hecho puntual. En los tremendos Juegos de Barcelona, actuación aún no superada por el deporte español, el baloncesto fue el patito feo. Era un deporte que en España era el segundo indiscutiblemente tras unos años 80 con el boom de la plata de Los Angeles en los que creció de manera tremenda. El equipo que dirigía Antonio Díaz-Miguel quedó eliminado en la primera fase después de una sonadísima derrota conocida en la posteridad como el Angolazo, una caída ante el equipo africano por 20 puntos (63-83). Aquello se entendió como una humillación y una sima histórica en el baloncesto nacional. Los dos equipos volvieron a verse en el partido por el noveno puesto y entonces ganó España (79-75) y hubo una tángana importante en la que Conceiçao fue protagonista con Andreu y Orenga. Él había hecho dos grandes partidos contra España, rozando el doble doble, y su nombre quedó ahí grabado.

Conceiçao jugó en tres Mundiales y dos Juegos Olímpicos, fue siete veces campeón de África con Angola (dos platas y un bronce), ganó 10 Ligas y 7 Copas de Portugal. Fue reconocido en 2011 como el jugador más valioso durante los primeros 50 años de FIBA Africa y entró en el Hall of Fame de la FIBA por su extensa trayectoria de 20 años en la élite del baloncesto. En 1983 ya había disputado el Mundial junior que se había jugado en Palma de Mallorca. En Málaga formó parte de aquel equipo que llegó por primera vez a una final europea, la Copa Korac del año 2000, la del famoso 22+1 que no se llegó a consumar y que fue el último momento mágico que se vivió en Ciudad Jardín.

Conceiçao promedió 5.6 puntos, 5.5 rebotes y 1.1 asistencias para 8.6 de valoración en 22 minutos en su etapa ACB. Sucede que Málaga cambió la vida de Conceiçao aunque sólo estuvo un año. Encontró la fe en la Iglesia Evangélica, en la que años más tarde sería ordenado pastor, un ministerio que ejerce mientras también un cargo de responsabilidad en el deporte angoleño para mejorar resultados. "Soy un siervo, yo estoy aquí para ayudar y para servir. Dios me llamó por mi nombre y yo lo vi y yo acepté", decía en una entrevista reciente, justo con los 60 años cumplidos. El Unicaja afronta este jueves a los hijos de Conceiçao.

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