El parqué
Jaime Sicilia
Jornada de caídas
Unicaja-Real Madrid
Late acelerado el Unicaja, el Carpena está bocabajo. El gen ganador de un equipo que un día reinó en España de la mano de Jorge Garbajosa se reactivó en el momento exacto para filmar una película delirante de final arrebatadoramente feliz. El triple de McIntyre sobre la bocina, tras una cabalgada por tres cuartos de cancha, desde ocho metros y tras un rectificado, fue un milagro, probablemente. Pero todos lo vimos y con eso basta. El diabólico Prigioni, que sonreía como el Joker de Batman, había cosido seis triples, tres de ellos en la prórroga, dos de ellos en el último minuto, para amargar la fiesta. Pero en toda película hay un malo que al final acaba rendido. Fue el base argentino el penúltimo en reír, el último fue un Unicaja hecho una piña en el centro de la pista congraciado con la afición, brindando por tiempos pasados y futuros.
El baloncesto nació para momentos como el de ayer, para irradiar magia tras dos horas de partido de calidad corta y alta tensión. Vale la pena esperar para un final sublime concentrado en un minuto de locos en el que el triunfo bailó como una peonza para quedarse en Málaga. La capital importancia de la victoria ante el Real Madrid (69-68) bien vale todo, el fichaje de Garbajosa y esta semana ilusionante que ha despertado al adormilado cajismo, desencantado con su equipo. Nunca dejó de creer en él, pero llevaba años esperando un momento así que le hechizase de nuevo. Medida la trascendencia del partido, no deja de ser un duelo de liga regular, muy importante, cierto. Sí, se había ganado al Real Madrid y al Olympiacos en Euroliga hace poco más de tres de meses, por ejemplo.
Pero el Unicaja había perdido en este periodo la autoestima. Dejó de creer en sí mismo, se sentía un equipo mediocre al que cualquiera le ganaba, que no iba a la Copa del Rey, despojado de esa aura de grande que ayer recordó que aún posee. Estar en el play off era y es el objetivo, no hay que perder la perspectiva. Es turno de los técnicos analizar errores y mejorar las carencias de esta plantilla. Garbajosa no lo sanará todo y la efusividad y magia que ayer desprendía el Carpena será difícil de mantener. Pero el madrileño otorga pluses en algunos de los peores aspectos del bloque, en términos de carácter y sapiencia baloncestística. La corriente que sopla debe llevar a los play off a poco que responda el equipo en las ocho jornadas finales.
El mito bajó a la tierra y se juntó con los humanos, nunca dejó de serlo, sobre todo en los dos últimos meses, desechado por el rival que ayer estaba enfrente. La camiseta verde se diseñó para él, es su color. Propició un ambiente eléctrico que el Carpena hacía varios años que no vivía. El final fue una locura suprema difícil de explicar tras un partido tosco, duro, poco brillante. Un inusual aroma de play off en marzo, desde antes que comenzara el partido hasta que acabó después con ese milagro de McIntyre.
Sobrepuesto a un inicio desalentador en el que quizá pesó la puesta en escena previa, toneladas de emotividad que no digirió bien de entrada el equipo malagueño. Dominaba 13-24 el Real Madrid en un ataque tremendamente espeso de los de Chus Mateo, sólo desatascado con Fitch y cuando se corría. Enfrente, el talentosísimo Tomic hacía daño, anotando y sacando a Archibald del partido, cargándole de faltas. Un alley hoop culminado por Freeland a pase de un Blakney mucho más centrado entonces que McIntyre prendió la chispa para un parcial de 10-0 que Fitch se encargó de mantener vivo hasta el descanso (32-32)
El peso del escolta de Columbia en el equipo crece cada día. Ayer sumó 26 puntos y sostuvo al Unicaja durante larguísimo tramo del encuentro. No tiene miedo a la responsabilidad y juega con un desahogo que produce taquicardia al espectador. El reverso es que pierde muchos balones (ocho ayer, a dos del récord histórico del club, en manos de Ricky Brown), pero no hay jugador que desequilibre como él en la plantilla, ni quizá tan completo. Por ello, Mateo le da los galones aunque deba en ocasiones pasar la bola un segundo antes. Es el peaje. Una vez cuaje en el engranaje, sólo puede ser positivo.
El tercer cuarto, con sólo ocho puntos del Unicaja, recordó las fatigas ofensivas y la falta de fluidez, sin negar una mayor dureza blanca atrás. Garbajosa anotó su primera canasta en una penetración acabada en un tiro a tabla a dos metros, con posible falta no pitada. Difuso criterio arbitral. Ya en el cuarto final, durante tres minutos el marcador fue 42-50. Varias bolas tuvo el Madrid para romper. No lo hizo y lo pagó de manera soberana. Volvió Fitch desde el banquillo para reactivar. Dos más uno y triple enlazado con otro de Berni para dar la primera ventaja del partido (53-51) antes de que Prigioni empezara su particular show.
Empata McIntyre a 55, Tomic anota dos tiros libres y quedan cinco segundos. Tiempo muerto y Freeland recibe en la línea de tres desde la banda. Se crea una canasta con tres rivales encima para forzar la prórroga gracias a que el forzadísimo tiro de Suárez postrero no toca ni aro.
En el tiempo extra, 2-2 de parcial tras tres minutos, con las canastas cotizadas a precio de oro, antes de una secuencia final en la que faltaban ojos. Triple de Prigioni, triple de Berni. Tiro libre de Freeland, triple de Prigioni desde nueve metros después de que Garbajosa le colocara un tapón. Triple de Garbajosa desde la esquina que merecía el final rosa de Hollywood. Lo negó Prigioni, el malo entre los malos, con otro triple de locos. Pero la cabalgada de McIntyre vale para redimirle a él, para ilusionar y para recordar que cuando Jorge Garbajosa viste de verde casi siempre gana.
Unicaja (13+19+8+17+12) 69: McIntyre 7, Fitch 26, Almazán 2, Freeland 11 y Archibald 0 -quinteto inicial-. Berni 7, Tripkovic 3, Blakney 3, Garbajosa 5, Rubio 2, Sinanovic 3 y Blanco 0.
Real Madrid (18+14+14+11+11) 68: Prigioni 21, Llull 2, Velickovic 6, Reyes 2 y TOmic 18 -quinteto inicial-. Suárez 3, Mirotic 6, Rodríguez 0, Vidal 2, Fischer 2 y Tucker 6.
Árbitros: Mitjana, Jiménez, Sánchez Montserrat. Eliminados: Archibald y Llull.
Incidencias: Palacio de los Deportes José María Martín Carpena. 26ª jornada de la Liga ACB. 11.000 espectadores en las gradas.
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