Rodríguez, Cabezas y Díaz: la gran estirpe de bases del baloncesto malagueño
Los tres se reúnen con 'Málaga Hoy' para compartir durante casi una hora sus experiencias alrededor de la pelota naranja
Ignacio Pablo Rodríguez Marín (Málaga, 1970), Carlos Eduardo Cabezas Jurado (Málaga, 1980) y Alberto Díaz Ortiz (Málaga, 1994) forman una línea sucesora de bases malagueños que llevan 33 años jugando de manera ininterrumpida en la élite. Los mejores picos históricos del Unicaja (subcampeonato del 95, los títulos de principio de siglo y el repunte último con la Eurocup) coinciden con ellos al comando. En días en los que el baloncesto honra a Carlos Cabezas en su retirada tras más de 20 años en la élite, los tres bases internacionales se reúnen con Málaga Hoy para compartir durante casi una hora sus experiencias alrededor de la pelota naranja. Desde que en 1988 Nacho Rodríguez debutó en ACB con Maristas hasta el día de hoy, en que Alberto Díaz, que escucha con respeto reverencial a sus antecesores, se dispone a iniciar en una nueva temporada oficial, sólo en cuatro temporadas uno de ellos no estuvo en una plantilla de un club local. Pura escuela malagueña, con muchos trazos comunes pero con personalidad distinta.
–A los tres les viene el baloncesto en las venas, ¿no?
–Carlos Cabezas: En mi caso viene un poco marcado por mi padre, que era un apasionado. Me inculcó los valores desde la cuna. Mis primeros pasos fueron en Marbella porque mis padres vivían allí. Pude venir pronto a la cantera del Unicaja, donde me formaron y donde mi reflejo era Nacho. Era el base que jugaba en el ACB y al que miraba. Era la referencia en esa época en el Unicaja y en el baloncesto español. Un sueño cuando Maljkovic me hizo debutar y empezó mi carrera profesional. Así fueron mis comienzos.
–Nacho Rodríguez: Yo empecé en El Palo, en el colegio San Estanislao, allí jugaba a todo tipo de deportes. Los fines de semana iba a ver a mi hermano Juanma, que jugaba en Segunda División. Después fichó en Maristas. De verlo dejé los otros deportes y a los 13/14 me dediqué más al baloncesto. A los 16 fiché por Maristas y después debuté con 18 en la ACB, que había ascendido el año anterior. Tuve la suerte siendo junior de primer año, mi hermano se quedó en Primera B. Luego estuvo muchos años en el Unicaja. Si mi hermano hubiera jugado al fútbol probablemente hubiera jugado al fútbol, se me daban bien todos los deportes. Muy agradecido por toda una vida ligada a este deporte.
–Alberto Díaz: Como Nacho, cuando tienes un hermano es tu espejo y tu modelo a seguir. También empiezas por la buena época del Unicaja, Carlos era un base referente. A Nacho lo conocí por su campus, pasé muchos veranos ahí. Tienes unos ídolos y suma todo para el amor por el baloncesto.
–¿Alberto, se acuerda de ver jugar a Nacho?
–AD: Muy poco porque mi época es más de Carlos. Cuando tomo conciencia de Nacho era su época de Menorca. Al final no ves su plenitud, pero te fijas en su trayectoria.
–¿Nacho, cuándo tiene noticias de Carlos?
–NR: Con la selección llegamos a coincidir, pero en Málaga no. En el 1998 me fui al Barça y Carlos subió en 1999.
–¿Carlos, qué le llamaba la atención de Nacho?
–CC: Su liderazgo en la cancha, un base puro, defensivo también. La gente se veía reflejada en él por todo el pundonor que ponía en la cancha. Sobre todo, el equipo hacía lo que marcaba Nacho, se jugaba a lo que Nacho hacía. Es lo que más recuerdo. También su talento para jugar los momentos más difíciles en Ciudad Jardín, que apretaba mucho.
–¿Se acuerda del subcampeonato?
–CC: Perfectamente. Me fui a casa llorando. Estaba en Ciudad Jardín con unos amigos porque yo ya estaba en la cantera del Unicaja. Lo recuerdo perfectamente. Una de las cosas que me han quedado pendientes en el baloncesto fue jugar algún partido allí. Yo debuté ya en el Carpena. Hice algún entrenamiento, pero no jugar. Eran pelos de punta. 5.000 personas, una olla a presión. Era una presión brutal.
–Nacho, usted vivió el cambio del baloncesto en Málaga.
–NR: Sí. Cuando nos fuimos de Carranque a Ciudad Jardín iba poca gente, 2.000 ó 3.000. Poco a poco el club empezó a trabajar también con los colegios de la provincia y venían muchos. Conformamos un grupo de amigos, fue el éxito. Hicimos un grupo de amigos y nos llevábamos muy bien. Estábamos también muy bien entrenados. Cuando llegan los resultados el público comenzó a aficionarse. Era difícil que nos ganaran en Ciudad Jardín con el público muy encima y un equipo que lo daba todo. De los mejores momentos que recuerdo en un pabellón muy pequeño, recuerda a Grecia o Turquía. Los grandes equipos te ganaban, pero sufrían.
–Alberto, usted nació en el 1994 y no lo vivió. ¿Pero le llega?
–AD: Ya no es sólo escuchar, es el espejo donde uno se mira. Esa época me pilló sin consciencia, pero la responsabilidad que tenemos es defender lo de atrás. Es lo que se nos pide y exige, tener la competitividad que ellos tenían para estar el listón donde tiene que estar en el Unicaja. Es el orgullo de una ciudad donde emerge el baloncesto.
–Ningún equipo que no fuera madrileño o catalán había llegado a la final de la ACB.
–NR: Fue histórico. Históricos del periodismo como José María García retransmitiendo la final aquí en el quinto partido. Fue un antes y un después. Creamos una semillita para lo que ahora es el Unicaja. Aquellos éxitos empujaron a que se construyera el Martín Carpena. Si no hubiera un equipo de baloncesto que le pusiera dificultad a los grandes, toda la cantera de Los Guindos... Fue la primera vez que un equipo le hizo sombra. Luego llegó el Caja San Fernando a la final, pero fue 3-0. Siempre cuento la misma anécdota. El primer partido en el Palau salimos a calentar y el público nos aplaudió como pensando ‘Pobrecitos estos malagueños que...’ Ellos venían de ganar al Madrid en semifinales. Pero cambió porque en el quinto partido el recibimiento no fue el mismo. Nos respetaron. Fue la semilla para después una mayor aportación del Unicaja. Viene Maljkovic, se fichan a jugadores top de Europa y ahí se empieza a crecer. Los objetivos de ese Unicaja ya eran mayores de los que tenemos nosotros.
–Carlos usted vive la explosión, ¿qué recuerda?
–CC: Vivo esa transición que se ficha a Boza, te das cuenta que vienen extranjeros bastante importantes. Boza imponía mucho. Fue un cambio importante porque vino un entrenador que lo ganó todo. Siempre cuento la anécdota. Cuando venimos de ganar el Mundial los juniors de oro nos habíamos teñido todos de rubio y la primera charla con él fue tremenda. ‘Campeones del mundo, ahora hay que demostrar profesional’, nos dijo. Nos miramos los tres y al día siguiente nos pelamos Berni, Germán y yo. Fíjate cómo cambió todo. Ese fue el recibimiento del maestro. Nos dio la oportunidad a cada uno, tuvimos nuestra carrera. A mí me costó subir un poco, pero me dio la oportunidad de debutar en el Palau ante un gran Barça. Estaba Nacho.
–¿Se acuerda Nacho?
–NR: Para mí cualquier partido del Unicaja era especial. Encontrarte con tus amigos y tu gente.
–¿Le metió Carlos alguna ese día?
–NR: Algún reverso de los suyos, seguro (risas).
–CC: Ahí empezó todo. Luego vino Sergio Scariolo, cuando conseguimos los títulos más importantes del club.
–Nacho, para usted llega el momento que con 27 años su carrera le dice que dé un paso para ganar títulos.
–NR: Sí, para nosotros meternos en play off era un éxito. Llega un momento donde el Barcelona llevaba varios años detrás mía y yo quería vivir la sensación de conseguir títulos. No sé qué hubiera pasado. Posiblemente si el club trae antes un entrenador como Maljkovic y da ese paso me hubiera quedado. Pero yo quería vivir la sensación de mayor presión y ganar títulos. El Barcelona me lo daba. Estuve seis años y ganamos cuatro ligas, la Euroliga, tres Copas del Rey... El equipo cumplió el objetivo. En esos momentos el Unicaja empezó a crecer. No sé qué hubiera pasado, pero probablemente me quedo en Málaga.
–Carlos usted también salió. ¿Cómo lo vivió?
–CC: Muy intenso porque es una decisión muy importante, de las más de mi carrera. Dejar Málaga cuando era un referente total. Tenía muchos equipos de Europa interesados en mí. Al final con mis agentes y con la familia tomé la decisión que tenía que tomar también por el momento de mi carrera, de dar un paso adelante y probar nuevas experiencias. Decidí ir al Khimki de la mano de Sergio Scariolo, que ya había trabajado con él. Me costó porque estaba muy bien en el equipo con Aíto, pero son decisiones que se toman.
–Se quedan a una canasta de meterse en la final de la ACB en ese año.
–CC: Efectivamente, estuvimos a un paso. Fue un año difícil al principio, pero acabamos haciendo una gran temporada.
– Alberto cumple 28 el año que viene. No se va, ¿no?
–AD: De momento, no (risas). Tengo dos temporadas más, estoy tranquilo, cómodo y estoy bien. Podemos respirar ahora mismo.
–¿De Carlos qué recuerda?
–AD: Sobre todo su competitividad, para nosotros era un referente. Era el base que todo jugador malagueño quería ser por los títulos, por cómo jugaba, por cómo dirigía. Ha quedado demostrado que ha sido un referente a nivel nacional. Tiene casi todos los títulos. La única pega es no poder compartir con él vestuario. Incluso conocerlo tarde. Estar aquí con ellos dos es... estoy disfrutando de cada momento.
–Hablando con Jaime Fernández y Darío Brizuela me decían que para ellos era también un referente.
–AD: Sí, a nivel nacional.
–Darío decía que cuando era pequeño y el Unicaja iba a San Sebastián era como cuando iba un grande.
–AD: Sí, en mi generación el Unicaja era un equipo top. Le competía al Madrid y al Barcelona, luchaba por finales de ACB y Copa. Es lo que hemos vivido. Nos preguntábamos mucho cuándo retirarían la camiseta de Cabezas. Y luego pensábamos que aún no estaba retirado (risas). Para nosotros Carlos, Berni y Germán han sido nuestros referentes aquí en Málaga y nos demostraron que estábamos al nivel de otros equipos. Su generación nos demostró que podemos mirar tú a tú a los grandes equipos.
–Nacho, ¿desde fuera cómo veía el perfil del Unicaja?
–NR: Alberto lo ha resumido bien. En los últimos 20 años, desde la llegada de Boza y la construcción del Carpena, se veía que había un proyecto para muchos años y pasa a quitarse ese complejo de inferioridad y a mirarle a los ojos a cualquier equipo en Europa. Jugando muchos años la Euroliga y un equipo super respetado. Por aquí han pasado los mejores jugadores de Europa quitando la NBA. Era fácil ver que si un jugador no iba al Madrid o al Barça venía al Unicaja, o algunos que lo han elegido antes. Se veía que había un proyecto, que iban a apostar. La llegada de Sergio o Aíto fueron mensajes a todo el baloncesto europeo y español que se estaban haciendo bien las cosas y se buscaba lo mejor.
–¿Qué entrenadores le marcaron?
–NR: Javier Imbroda fue el que me dio la oportunidad, el que con 18 años te saca minutos que no es fácil. Aíto apostó mucho por mí en Barcelona, jugué con él cuatro años. Conocí el modelo serbio con Pesic, que es muy exigente. Conseguimos dos ligas y una Euroliga en dos años. He tenido la suerte de tener entrenadores variados y de todos sacas algo. Son muy diferentes.
–¿A usted, Carlos?
–CC: En mis comienzos Boza marcó un poco esa disciplina balcánica, una exigencia máxima a todos los niveles. Jugabas un partido bien y al día siguiente te hacía llorar. Tengo una anécdota buena. Juego un partido bien con él, era de los más jóvenes, y llego de los últimos a una charla, estaban ya los pesos pesados de la plantilla. Era a las seis y llegué a menos cinco, no es tarde. ‘Tú juegas un partido bien y llegas cinco minutos antes, no puede ser’. Me dejó sin jugar un partido. Yo no entendía nada. Era una exigencia máxima todos los días, me marcó mucho. Luego Sergio me pilló más asentado y con experiencia, son mis mejores años con él. Y el año de Aíto. Son los que tres entrenadores a nivel profesional me marcaron aquí en Málaga.
–¿Alberto?
–AD: No he tenido tantos. Luis Casimiro me hizo debutar con 18 años, confió en mi en Fuenlabrada y aquí me dio peso. Joan Plaza. Esa exigencia, esa profesionalidad, ese título que ganamos y significó mucho. Esos dos entrenadores marcaron el camino que estoy siguiendo.
–Los tres marcan los picos históricos del club. ¿Cómo ven la situación actual?
–NR: Está en un momento muy importante. En los últimos años no se han obtenido grandes resultados, hay dudas del proyecto. Ahora con la llegada del nuevo presidente para mí es básico diseñar qué quiere el Unicaja en los próximos 2/3 años. Es posible que haya movimientos en el baloncesto europeo en la Euroliga y Eurocup y a ver dónde queda la Champions. Es momento de que el Unicaja se posicione y vuelva a ser el equipo que aspire a estar lo más arriba posible. El error ha sido prometer títulos o llegar a Euroliga o soñar con la Copa del Rey. Las expectativas han estado siempre por encima de la realidad. Ahora es momento de asentar el proyecto. Hay una buena base de jugadores malagueños y españoles que saben lo que significa vestir la camiseta del Unicaja. Hay que darle la importancia que tiene porque es un equipo que tiene que estar regularmente peleando por el play off y metiéndose en la Copa del Rey. En un año igual no se puede conseguir, pero hay que diseñar y lo más importante es que el patrocinador, que es un lujo contar con Unicaja, te da la posibilidad de pensar en el futuro.
–CC: Lo ha definido muy bien Nacho. Estos años han sido difíciles. Viéndolo un poco como aficionado. Ahora es un momento de transición importante con la llegada de Antonio y la vuelta de Juanma. Están en ese proceso. El equipo es un grupo humano bastante bueno y toca unirse para fidelizar un poco a la afición, que la he visto más triste, desolada y con ganas de que, cuando se pueda volver, hacerlo. La afición es brutal y deben conseguir ilusionarla porque es parte del club.
–Le dijo a los jugadores en ese homenaje que esa camiseta pesaba, Carlos.
–CC: Me salió ahí, decir eso. Estaba viendo estos años la gente cómo venía. Veía perder y veía que a la gente le daba igual. Aquí pierdes tres partidos y alguien tiene que dar un puño encima de la mesa. Aquí, con todos los respetos, no puede venir Fuenlabrada y ganarte. Estamos hablando en general. En mi época eso no podía existir. Perdías dos partidos en el Carpena y seguro que algo iba a pasar. Alberto es un gran referente dentro del equipo por el carácter, por su actitud, lo da todo siempre. Alberto es el reflejo del aficionado malagueño, al que le gusta ese tipo de juego. Esperemos que en este año de transición se vuelva a recuperar esa ilusión.
–Alberto, usted, que es de aquí, ha debido sufrir.
–AD: Sí, sí. Se sufre y cuesta. Cuesta porque al final se ponen unos objetivos y los que se marcan desde fuera y desde dentro son diferentes. Ves que no se cumplen, que siempre vas con el gancho al cuello y hay presión. Cuesta porque a todos nos gusta ganar, conseguir los objetivos y que la afición esté contenta. Cuando llevas una racha que no se cumple nada duele, más como malagueño y aficionado. Se vive con dificultad porque el día a día no es fácil, porque quieres y no puedes. Estar a las alturas de los años atrás es muy, muy complicado. Tenemos que convivir con ellos y hacernos fuertes desde dentro y ver lo que queremos llegar a ser.
–¿En el vestuario notan esos cambios en el club?
–AD: Ahora es un cambio porque son métodos diferentes, pero nosotros somos jugadores y todo lo que pasa en oficinas son cosas ajenas. Nosotros tenemos un entrenador que es el jefe en la pista y tenemos que centrarnos en el baloncesto. Yo, como malagueño, me entero de más cosas, pero nosotros no notamos ese cambio.
–¿El feeling fue bueno con los nuevos responsables?
–AD: Sí, sí. Muy bien. Además ellos han venido, nos han comentado las líneas a seguir. El objetivo número uno es recuperar a la afición, estos años no ha estado encantada con nosotros y con motivo. Nosotros estamos de acuerdo y queremos que ellos también como jefes se sientan orgullosos de nuestro trabajo.
–Nacho, la posición de base desde que jugaba cambió mucho, ¿no?
–NR: Sí. En mi época había muchos más bases puros, directores, sabían en todo momento donde poner el balón. Recuerdo que los jugadores me decían que hiciera un movimiento para darle el balón en un sitio. Tienes que hacer el movimiento, pensarlo fuera del campo y practicarlo mucho para darle al tirador donde quiere el balón. Ha evolucionado mucho, es mucho más físico. En el puesto de base hay bases mucho más anotadores. El tipo que puede jugar de uno y de dos, que pueden anotar y van a jugar últimas posesiones de bloqueo directo. A Alberto lo veo jugar y me veo un poco reflejado. Muy buen defensor, director y en cada momento intenta jugar lo más adecuado para el equipo. Eso se ha perdido. Vemos los bases y puede haber un Albert Oliver o Pepe Pozas, que son de ese estilo. Ven en todo momento la ventaja. Ahora se estila otro tipo de bases.
–Carlos, usted ya hacía más cosas.
–CC: Pepe Sánchez fue un jugador buenísimo y yo era buen complemento. Tenía esa capacidad defensiva y ese desparpajo para romper los esquemas. Me salí a veces fuera del sistema. Con Pepe aprendí muchísimo porque era un base diferente, manejaba muy bien el ritmo. Fueron unos años muy buenos como aprendizaje. Con la edad el base también va madurando. Fui creciendo en lo que decía Nacho.
–¿Fue siendo más base cuando avanzaba su carrera no?
–CC: Quizá en mi juventud por las piernas que tenía a veces arrancaba la moto. Cada uno las características son diferentes. Me gustaba asumir los momentos importantes. En momentos puntuales tenía tanta confianza que iba para adelante con todo. Pero con los bases puros puros coincido en que ahora el baloncesto porque es más atlético y el uno puede jugar de dos es muy parecido. Muchos juegan los momentos importantes con dos bases.
–Alberto, ¿también nota que tiene que ir añadiendo registros a su juego?
–AD: No he vivido ese tipo de baloncesto, pero ya las posiciones se están perdiendo un poco, no sólo en el base. El baloncesto va cambiando, hay jugadores cada vez más polivalentes. Todo va cambiando. Yo me considero un base más puro, pero los jugadores cambian cada vez más las posiciones. Ahora es fácil jugar con dos bases.
–Nacho, usted fue el primer internacional. ¿Cómo fue esa etapa de la selección?
–Mi etapa en el baloncesto no ha sido buscada. No podía imaginar que iba a jugar en la ACB y cuando me llamaron en la selección fue un sueño. Estaba en un equipo de Málaga que no era muy conocido y compartía vestuario con Rafa Jofresa o Nacho Azofra, para mí jugadores que jugaban finales y torneos de Euroliga. En los veranos intentaba quedarme, sabiendo que iba de tercer base. Era intentar ganarme la confianza y evidentemente iba en otro rol, de dar descanso a los jugadores importantes. Recuerdo estar en Ciudad Jardín en un reportaje para un periódico con la camiseta de la selección española y me parecía un sueño. Me agarré a eso.
–Empezaron a ganar.
–NR: En el 98 nos ganó Grecia en Atenas en el Mundial con 20.000 espectadores y estuvimos a punto de meternos en semifinales. En el 99 ganamos a la Lituania de Sabonis en los cuartos y con Alberto Herreros, Alfonso Reyes, Angulo y Paraíso conseguimos la plata. Luego en Sidney, que teníamos muchas expectativas, no conseguimos pasar y quedamos novenos. En 2001, en Estambul, ya con Navarro, Raúl López y Pau Gasol, conseguimos la medalla de bronce. Ahí pusimos un poquito la semilla de lo que fue la selección después con Carlos, Berni y Germán, que también pudieron disfrutar de ella.
–Carlos, la selección fue su vida desde junior.
–CC: Sí, un orgullo muy grande. Ese momento de ponerte esa camiseta es brutal y ganar esos títulos... Contentísimo de aportar ese grano de arena. Obviamente tenía otro rol porque siempre en la posición de base era competir con los mejores. Empecé con Raúl, y luego con Chacho y Calderón, después Ricky... llegaban genios en esa posición. Siempre estaba luchando por un puesto. También tuve la suerte de que en Málaga conseguíamos títulos importantes. Me quedé alguna fuera y fueron momentos difíciles. Luego tuve la posibilidad de estar en momentos importantes, como el Mundial o el oro en Polonia.
–Alberto, también debutó, le falta el gran campeonato.
–AD: Es un sueño, una ilusión que tiene uno, tengo ganas de probar, pero eso lo que hace es motivarme para trabajar más. Algún día ojalá pueda vivir esa sensación. Estar aquí con ellos es un orgullo, como un niño chico en una tienda de juguetes. Nacho y Carlos son el reflejo de cómo uno quiere ser y competir. Seguiré intentándolo, pero es complicado por el nivel que hay. Hay que trabajar más duro.
–Nacho, Carlos empieza ahora el día después. ¿Es duro?
–NR: Es duro si no tienes claro lo que quieres hacer. Hay gente a la que el baloncesto le ha retirado y otra se ha retirado. Carlos se ha venido preparando con varios proyectos en Málaga y él ha querido retirarse. Podía haber seguido jugando. Si no lo tienes claro se hace duro. Porque llega un día y piensas ¿qué hago?. Empiezo a entrenar porque es lo único que sé hacer... Él lleva varios años con algunos proyectos y no va a tener problemas en la reinserción laboral. Igual que Alberto, que tiene la carrera de Magisterio. Tiene una formación que le va a abrir muchas puertas. Lo más importante a la hora de la retirada es tenerlo claro y que el baloncesto no te retire.
–¿Tiene miedo, Carlos?
–CC: Estoy en esta etapa, ya te lo diré en un año o en meses. Me he ido preparando porque al estar en varios países he vivido año a año. Mi cabeza empezaba a pensar este momento. Fue este año por muchos motivos cuando decidí y me fui preparando. Seguro que lo voy a echar de menos. Me retiro sano y sin una cirugía, me va a permitir hacer otras cosas. Tengo un poco las ideas claras y me voy preparando para que esa transición... conozco casos donde ha habido muchos problemas. Lo importante es estar bien contigo mismo.
–Alberto, le pilla lejos pero se va formando para el día después.
–AD: Es algo que siempre he tenido muy claro sobre todo por mis padres.
–Luis Casimiro contaba que cuando le convocó por primera vez sus padres fueron a hablar con él.
–AD: Sí, sí, fue en esa mesa (al lado de donde se estaba produciendo la conversación en el Carpena). Yo estaba detrás de mi padre con vergüenza porque no me lo creía. Mi padre le dijo a Luis que yo viajaba si tenía posibilidades de jugar, que si no me quedaba aquí haciendo los exámenes. En ese momento no quería a mi padre (risas). Es algo que me inculcaron, que una vez que me retire sea yo el que decida lo que tiene que hacer. Sigo formándome, es algo que me gusta y me hace desconectar del estrés del día a día.
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