El problema está en la pista

Katsikaris lamentó la negatividad del entorno, pero los resultados y el juego retratan problemas más serios

Katsikaris se retira con sus jugadores a vestuarios.
Katsikaris se retira con sus jugadores a vestuarios. / Marilú Báez

Si desde el interior se apunta hacia fuera cuando no hay buenos resultados hay síntomas de que algo no funciona dentro. Es un clásico recurso del entrenador nervioso y dubitativo apuntar al entorno, apelar al enemigo que desea el mal. “Es lo que estáis esperando vosotros, que no nos clasifiquemos para la Copa”, respondía Fotis Katsikaris en la sala de prensa del Carpena tras la dolorosa derrota ante el Joventut. Estima que sólo se habla de lo malo y que se genera negatividad. Ninguna queja del público -“fantástico”, en sus palabras”-, que está teniendo un comportamiento ejemplar apoyando al equipo y que sólo ha pitado dos veces, en los descansos ante el Fuenlabrada y el Joventut, tras primeros tiempos de terror.

Es un guión ya visto y bastante antiguo. Pudiera parecer que el problema es el entorno, la prensa en este caso. No es el primer entrenador o directivo que llega a Málaga y piensa que se opina y se habla demasiado de baloncesto. La prensa no es un ente uniforme, hay pensamientos muy distintos entre los periodistas (cada vez menos, por desgracia) que se dedican a informar de baloncesto en Málaga. Pero de vez en cuando se emplea el comodín.

El problema está dentro, en lo que pasa en la pista. Se parte de una plantilla con deficiencias. No se pudo, no se quiso o no se tuvo la audacia en verano de meter el bisturí y tomar decisiones dolorosas (económicas o sentimentales) para reconstruir, para deshacerse de cromos repetidos, tomando decisiones con cierto riesgo, y fichar perfiles ausentes necesarios. El cambio de responsables en el club a mitad del estío diluye responsabilidades. “Fue un verano muy difícil”, recuerda periódicamente Katsikaris, también el sábado. Admitido ese desequilibrio, la realidad es que el Unicaja marcha undécimo en la Liga Endesa y, a tres jornadas del corte copero, las opciones son muy reducidas, aunque las matemáticas dan vida aún. El balance es de 6-8, los equipos de abajo aprietan y hay la misma distancia con el sexto que con el descenso. Empiezan a acumularse partidos pendientes por el Covid-19 y ya es una posibilidad, vista la tendencia de contagios, que no se puedan jugar todos los partidos y se apele al porcentaje de victorias, como sucedió la temporada pasada, para determinar los clasificados para Granada.

La duda con esas deficiencias es si hay equipo para estar entre los ocho primeros. Más profunda, si se puede jugar mejor al baloncesto con la plantilla, con sus virtudes y defectos. No hay un mal jugador en el plantel, al contrario, pero no se ven progresos desde que comenzó la temporada. Hay una mejora innegable en la competitividad del equipo respecto al que recogió Katsikaris, aunque ése se había clasificado para la Copa y también había pasado la primera fase de la Eurocup, como ahora se ha conseguido con la Basketball Champions League. Cuatro amplias victorias en cinco partido y una fea derrota en Dijon han permitido asegurar el primer puesto en esta competición en la que todavía se tantea el terreno que se pisa. “Ganamos partidos porque el otro equipo es malo, no porque nosotros hemos hecho un buen trabajo”, fue otro de los lamentos del técnico heleno en la sala de prensa del Carpena. Sí, el Unicaja ha dominado a Dijon, Lavrio y Nizhny. Cada cual le da el valor que considere a haberlo conseguido.

Es totalmente cierto que seis de las ocho derrotas en la Liga Endesa han sido por cinco puntos o menos, que se ha estado en partido casi siempre y que sólo en Andorra y Manresa se perdió por más. Pero sólo competir no basta, la mediocridad no vende. En el segundo tiempo, los últimos 15 minutos, ante el Joventut se vio una defensa de muy buen nivel, que pudiera ser un punto de partida después de 25 minutos inexplicables en un partido de máxima trascendencia. Pero sólo se ha conseguido esa agresividad en condiciones de excitación febril, en momentos de remontada, también sucedió ante el Barça, por ejemplo. Cuesta más a domicilio que en casa. Si fuera una plataforma para pensar que se puede alcanzar cierta solidez sería una gran noticia, pero sólo la continuidad permitirá albergar certezas de que sí. “Soy muy optimista, le vamos a dar alegrías este año a la afición”, era el mensaje que lanzaba finalmente Katsikaris.

El técnico griego recibió un voto de confianza desde el Unicaja tras ganar nueve de sus 24 partidos en el cargo tras coger al equipo al enero. Firmó dos años de contrato, sin cláusula de corte. Se le ha transmitido desde el club la confianza en su trabajo, en público y en privado. “Es el entrenador elegido para liderar el proyecto del Unicaja en los próximos años por su ética de trabajo y su estilo de juego, además de su amplia experiencia en la Liga Endesa y otras ligas europeas”, comunicaba el Unicaja sobre las razones por las que se renovaba a Katsikaris meses atrás. Es también motivo de reflexión interna, en ello trabaja la nueva dirección, por qué pasan entrenadores y jugadores de distintas características y acaban triturados, sin desplegar su mejor versión en Málaga.

El equipo viajó este domingo a Madrid, donde, con las PCR ya pasadas para poder desplazarse a Grecia, se toma un avión a Atenas para jugar el intrascendente último encuentro de la primera fase ante el Lavrio , para el Unicaja que no para ellos. Después del mínimo receso navideño, un partido a cuchillo en Bilbao, que ayer pasó por encima del Gran Canaria, que se sigue quedando a tiro de una victoria de distancia. El problema es de juego y resultados y sigue estando en la pista.

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