El recuerdo de Murcia y la eterna duda
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El Unicaja puso al Real Madrid contra las cuerdas hace dos meses. Ya supone una heroicidad si se echa la vista atrás, por cómo ha arrancado el equipo blanco la temporada. Parece invencible la máquina de Chus Mateo, técnico que ha optimizado los recursos de una plantilla con más variantes que nunca, y ese colmillo bien afilado desde septiembre. Son dieciocho victorias, la mayoría aplastantes, salvo algún partido contado en ACB, lejos del WiZink, o el 65-64 del clásico en Euroliga, remontada del Barça que quedó en una posesión. Pero de la forma que el Unicaja sujetó al campeón de Europa, no existe analogía. Y un Real Madrid que en Murcia ya volaba, mientras el equipo malagueño subsistía en el límite, con una rotación fundida de la semifinal frente a UCAM. Final que dejó una resaca extraña, dentro de una dificultad extrema, no se estuvo tan lejos de sumar ese título. Ganaba el Unicaja a siete minutos del final (69-66), generando un estrés claro en el rival. Hasta que se entró en reserva.
Hay cierta espinita clavada en el vestuario malagueño, también dentro del club, por cómo se desarrolló esa final de Supercopa. Con demasiados factores adversos que impidieron cerrar ese fin de semana glorioso. La eterna duda, de si David Kravish o Yankuba Sima, o ambos, hubiesen estado aptos... Especular, pero debe surgir esa duda porque fue de lo que adoleció el Unicaja en ese partido. Puede ser una referencia útil, dentro de los cambios en estos dos meses, para acudir al WiZink con un estado de confianza alto. Por las ocho victorias seguidas, porque el equipo va recuperando armas, pero sobre todo por ese partido en la ciudad pimentonera. Nunca es buen momento para visitar una pista de tal dimensión, escenario que se resiste al Unicaja en la última década. En enero de 2013 se ganó en el WiZink, por aquel entonces Palacio de los Deportes, en un top-16 de Euroliga y con Repesa a los mandos de la nave malagueña. En el resto de pistas grandes, hay victorias recientes, pero Madrid se resiste.
La victoria en Girona permite afrontar la semana con tranquilidad. Nada que perder ante los blancos, sí un grupo que mantiene el orgullo competitivo y no olvida. El recuerdo de Murcia permanece latente, que servirá para incentivar a una plantilla que ya ha demostrado, también en el Costa del Sol, en otro contexto, que puede mirar con cierta firmeza al Real Madrid. A ver quién es el villano de acabar con la racha madridista.
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