Sergio Rodríguez, cuando el Unicaja pujó por el genio tinerfeño

El club estuvo cerca de concretar en 2019 la llegada del canario, quien anunciaba su retirada del baloncesto este miércoles

Una realidad más que un sueño, pero finalmente se marchó a Milán con Messina

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Sergio Rodríguez, ante el Unicaja esta temporada
Sergio Rodríguez, ante el Unicaja esta temporada / ACB PHOTO

Melancolía en el baloncesto español al confirmarse la retirada de Sergio Rodríguez. Cuelga las botas el tinerfeño a los 38 años, en la élite, la siguiente leyenda será Rudy Fernández, que hará un último servicio con la selección, la última página a una memorable trayectoria de más de dos décadas, como la del Chacho, que hace unas temporadas pudo abrir una etapa en el Unicaja. El club de Los Guindos buscó un golpe de efecto en 2019, de esos jugadores que llevan a otra dimensión. Aparecía la oportunidad de Sergio Rodríguez, quien acababa contrato en un CSKA de Moscú que terminaría conquistando la Euroliga. Pero el Unicaja lo cocinó a fuego lento, primeros contactos que se iniciaron en la Copa del Rey de Madrid, siempre un hervidero. Y el Unicaja fue con fuerza a por el tinerfeño, en ese momento con 33 años y como un jugador de primera clase, como lo ha sido desde su regreso desde la NBA en 2010. Una oportunidad de mercado que ronda pocas veces. El Unicaja se encontró con unos imputs positivos desde su origen, un sueño que iba transformándose en una realidad cada vez más probable. Se estaba en condiciones de hacer el esfuerzo. El club malagueño hizo una oferta que rondaba el millón de euro neto por temporada, un presupuesto que apenas superaba los diez millones. Se abrían pronunciado los dos primeros escalones salariales, contrato que se asemeja a la época dorada del club. Pero si había que hacer esa excepción, tenía que ser por el Chacho.

Durante esas semanas de julio de 2019, el verano donde España conquistaba el Mundial en China, en el seno del Unicaja se vio como una opción muy real la contratación de una figura de relumbrón en el continente como el tinerfeño. En el Banco, la Fundación y en el club pocas personas conocían la operación. Desde la Copa se habían entablado contactos y la predisposición de Sergio Rodríguez era buena. Estuvo con frecuencia en Málaga, amigo desde la adolescencia de Carlos Suárez, que podía ser un imán para esas grandes figuras, y su relación con el entonces director deportivo, Carlos Jiménez, era óptima. Evidentemente, era una operación muy cara para los cánones actuales de la entidad. Se consultó a la planta noble y se recibió el OK para seguir trabajando en un fichaje de mucho impacto deportivo y mediático. Se consideraba una inversión rentable por la calidad y el nombre del jugador. Una carrera con Valencia Basket, Real Madrid y Armani Milán, duros contendientes donde el Unicaja se hizo fuerte. Pero aparecieron Messina y Milán para contraatacar con una oferta por encima de mercado, a la altura de su efecto en el baloncesto europeo. Otro tren transcurrió en 2003, cuando Sergio Rodríguez finalizó su etapa en el Centro de Formación Siglo XXI País Vasco. Antes de dar el salto como profesional, captó la atención de una mayoría de clubes del baloncesto español, entre ellos el Unicaja, pero se marchó a un Estudiantes que vivía una etapa próspera, paradigma de explotar esos proyectos.

Tres temporadas en Milán y otras dos en el Real Madrid, colgando las botas en la élite, determinante en la Euroliga de 2023 del Real Madrid y sin señales de declive en la 23/24. 17 títulos con los blancos. Con la selección, además del campeonato del Mundo en Japón, ha sido campeón de Europa en el Europeo de Francia 2015, donde fue integrante del quinteto ideal, ha ganado dos medallas de plata (Juegos Olímpicos de 2012 y Europeo de 2007) y 3 de bronce (Europeos de 2013 y 2017 y Juegos Olímpicos de 2016). El jugador, en su comunicado, quiso agradecer a todas las personas que siempre han estado con él, reconoció que ha podido “hacer realidad” sus sueños de niño, que “parecían inalcanzables”, y remarcó su pasión por el baloncesto. “Hoy es el día para afirmar que he sido muy afortunado por todas las experiencias que he vivido durante todos estos años. Sin duda ha habido momentos duros, pero siempre he trabajado mucho para desarrollar mi pasión por el baloncesto con un respeto inmenso por este deporte y por quienes habéis estado a mi lado”, expresó. Tuvo unas palabras de cariño Ibon Navarro. Se marcha una leyenda, difícil contemplar una magia similar.

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