El Unicaja, las expectativas y una identidad atracada

El Unicaja transita en un momento valle que vino con delay, derrotas llamativas ante Real Madrid y Gran Canaria por el cómo, pero que forman parte del proceso

Perry, mensaje de líder

Unicaja-Dreamland Gran Canaria, en fotos
Taylor se lamenta ante el Granca. / Carlos Guerrero

Málaga/El Unicaja se ha achicado en las últimas semanas. Han llegado dos derrotas seguidas en ACB, rara avis en la última etapa gloriosa del equipo malagueño. El último precedente, las tres seguidas en el inicio de la 23/24, y el equipo se rebotó y encadenó catorce triunfos seguidos. Un buen espejo para reforzar que es un equipo fiable en situaciones de deriva, aunque ya se firmaría siempre esta magnitud. Se perdieron seis partidos la pasada temporada en fase regular de ACB, un error establecer ese techo ante la Liga más competitiva que se recuerda, y de la que se ha sido líder hasta hace diez días. Recordar de dónde se viene, se han ganado dos títulos en septiembre, con un peaje que ahora se paga. Trimestre intenso, además con ese exilio durísimo de noviembre y una Ventana finalmente muy desfavorable. El equipo empezó con unas exigencias competitivas altísimas desde agosto. Y no es un mal momento para pasar este bajón, lejos de la zona de títulos y exámenes finales. "Tranquilidad, queda mucho. Igual nos viene bien pasar esto entre todos", decía Ibon con la voz entrecortada tras el Unicaja-Granca.

No hay alarmas encendidas, pero en el Unicaja se analiza el momento actual. Tranquilidad y fases de temporada. El bajón físico del equipo es generalizado, lo sufre Ibon Navarro, puede explicar su expulsión y esa frustración. Se puede perder por supuesto con el Real Madrid y el Gran Canaria, un superequipo el de Lakovic, pero sí es llamativa esa ausencia de identidad, quizá lo más preocupante en este frenazo. No ha sido tan reconocible el Unicaja en el grueso de la temporada, pero el equipo opacaba esos problemas con victorias y tirando de inercia. Concretamente, cuesta encontrar en estos dos partidos los rasgos baloncestísticos más reconocibles, ese ritmo alto desde una defensa de alto nivel y correr y ser agresivos en ataque. Y si no llegan, la seguridad que se iban a encontrar otras vías. Hubo esa sensación en el imaginario del Carpena con el Gran Canaria, llamativa la frialdad del Palacio, la certeza que el Unicaja iba a dar ese acelerón definitivo, también ante el Real Madrid, un equipo apático, falto de colmillo y estímulos. Se tiene plena confianza en pasar este bache y que el equipo salga reforzado. La tendencia a comparar con la temporada pasada es lógica, pero no fue normal tampoco esa ausencia de momentos críticos en un año entero. Ahora este mismo grupo está experimentándolo. Y ello debe valerle para crecer.

Urge ese paso adelante generalizado. Señales en un lenguaje corporal que tampoco es positivo. Llamativo el de Osetkowski, sin fuego, aún esperando una posible sanción que puede afectar a su estado emocional y al del equipo; Perry, jugador estructural, quemado por la Ventana y un inicio de temporada de responsabilidades. Y alguna otra causa de calado, como la integración de los jugadores nuevos, una inversión para que el equipo esté perfectamente estructurado de febrero para adelante. En la búsqueda de Ibon por remendar los boquetes también se ha visto algún quinteto forzado y sin mucho equilibrio, o la sorprendente no presencia de Barreiro con el Granca estando en convocatoria, que puede simplificarse a agitar el árbol y elevar la exigencia por parte del técnico. Cuesta digerir las derrotas para un equipo acostumbrado a ganar muchísimo, a vencer de manera precisa y matemática tres de cada cuatro partidos que jugaba durante una temporada completa. Es el momento ahora de persistir en la idea y recuperar progresivamente a jugadores que están desconectados o fuera de tono. Ser más equipo, ser mejores partiendo desde la defensa, desde un aumento de la actividad y la intensidad para poder hacer el juego en el que se siente más cómodo el Unicaja.

Que estas derrotas sirvan para nivelar las expectativas, desmedidas incluso desde dentro del vestuario. Disfrutar de un camino con sus complejidades. El Unicaja tiene los objetivos cumplidos hasta aquí, coqueteando con el liderato de la ACB aún, una clasificación para la Copa con forma y una BCL aparcada hasta enero. Viene una semana intensa por delante, el trámite de Polonia para preparar la visita al Buesa Arena, partido que adquiere importancia tras dos derrotas. El equipo ha respondido siempre.

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