La gloria del Unicaja es universal (75-60)

El Unicaja es campeón intercontinental y cierra otra semana para el recuerdo en Singapur, escenario del séptimo título y donde el equipo malagueño tomaba el cetro mundial

Manejó con maestría una final dominada en todo momento (75-60)

Las fotos de la final

Momento de la celebración. / FIBA

La gloria del Unicaja es universal, oficialmente rey del baloncesto mundial tras tomar Singapur y la Copa Intercontinental, séptimo título en la historia del club y tercero en una etapa dorada, que arrancó en Badalona, siguió en Belgrado con la BCL y se extiende a 11.500 kilómetros de Málaga. Antes Vrsac, Zaragoza, Vitoria y Valencia, mapa donde se siguen colocando cruces. Es una etapa gloriosa y fascinante, que hay que abrazar al máximo, abrir la vitrina de Los Guindos con esta frecuencia y una forma de ganar que cautiva. Un título con mayúsculas, como si ser campeón intercontinental no fuera suficiente motivo de orgullo. El Unicaja superó con maestría al G League United (75-60), una final guisada a fuego lento, en una versión inabordable del genial equipo malagueño que comanda Ibon Navarro, que ha forjado un equipo ganador y en constante crecimiento. Tercer título en 19 meses, proyecto ideado en 2022 e idealizado actualmente, que tiene a Málaga enganchada. Y esto parece que no quedará aquí. Temporada donde ya se ha tocado plata, pero vienen cuatro opciones de título para seguir sumando, la próxima semana en Murcia. Agárrense para lo que viene.

El partido adquiría la curiosisad de cómo se iba a comportar el equipo de G-League, la etiqueta de NBA establece un buen prejuicio, pero salvo Toscano no hay un jugador norteamericano en esa rueda. El Unicaja salió a la final con sentido y orden, el balón flotaba sobre un Singapore Stadium Centre con ruido, el equipo malagueño ofrecía rock and roll. Un parcial de 9-0 permitía soltar nervios (11-3) y Osetkowski hacía genialidades, el californiano es un escándalo cuando los cinco sentidos coinciden, sin un ruido o una mueca, el verso libre de un equipo guiado por Perry, motivado el de Florida, el flow callejero que florecería tras el pique con Anderson, el MVP de Belgrado estaba en su jardín. Buen inicio de Kravish, que dominaba los aros, y Kalinoski, al que le fluye el baloncesto y el acierto en estos días de verano. El equipo americano subía el músculo, pero el Unicaja es granítico, aguanta golpes, aunque el primer cuarto terminó con otra inclinación (22-17). El Unicaja estuvo cuatro minutos sin anotar, consecuencia de un ascenso del estado de ánimo de su rival, una mano, ayudas, jugadores de goma, había que contener. Osetkowski desatascó cerca del aro (26-20), momentos fugaces de Perry y Taylor, y un triple importante del genio de San Diego (33-22), al que respondían Toscano y Bowden. Lo paraba Ibon, que exigía nervio, y Kalinoski se elevaba como un ángel para tranquilizar. Sima cerraba una primera parte irregular, pero el Unicaja hacía lo que toca (38-32).

En un inicio de segunda parte áspero, emergía de nuevo Osetkowski, una entrada a canasta hiptónica de espaldas y varios robos élite, otro empujón al Unicaja en la final (43-32). El bonus, más el estrés de los americanos, permitían controlar, más los chispazos mágicos que se reproducían. Kalinoski, casi desde el logo, empujaba un triple de videojuego, y Sima machacaba tras un robo, el estado de ánimo se expandía en el equipo (52-34), una máxima ya considerable y planeando, pero la anarquía del G League United obligaba a no ceder. Una embestida antes de acabar el tercer cuarto e Ibon exigía agresividad y comunicación, el Unicaja pudo aguantar (57-44) y ese parcial ayudó a tensionarse. Momento Kam Taylor, con un crossover a lo Kyrie Irving ante Bowden, al que puso los patines, y un triple diagonal dieron tranquilidad (62-44), arengaba Ibon, consciente que ahí estaba la final. El de Maryland estaba en todas y el Unicaja temporizaba. La baraja es infinita. Lo terminó por romper el equipo malagueño, la directa hacia su séptimo título, a seis minutos de clavar la bandera en Singapur, un público que gozaba de las diabluras de Perry. Entregaba la cuchara el equipo americano. Algún pique, cositas al oído, ante la frustración del rival. Pero la Intercontinental no se iba a escapar. Otro título y los que pueden venir. Que no nos despierten.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último