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Que todo el esfuerzo en esta Copa Intercontinental valga la pena. El viaje a Singapur, que ha trastocado la pretemporada, y una semana que tendrá algún efecto negativo, en Murcia sin ir más lejos, además de algún cero menos en la cuenta porque la vuelta es nula. Pero no se toca pelo todos los días, y el Unicaja tiene una oportunidad única de sumar un nuevo título, el que sería séptimo en la historia del club, y que le colocaría como el rey del baloncesto mundial. La ilusión en el club supera al empaque de la competición, sí, pero se es ajeno al desprecio a una Intercontinental muy simbólica si se consigue. Son cuatro finales en 19 meses, la etapa que se vive en Los Guindos es maravillosa, sin parangón en una trayectoria con picos de lucidez. Los puristas dirán el trienio dorado, pero el Unicaja de Ibon Navarro maneja similitudes, otros tiempos y otra vida pero el cosquilleo se parece. ¿Cuándo volverá el Unicaja a una Intercontinental, a un escenario exótico como Singapur, que le da vidilla a este desaguidado? Es la única pregunta que hay que formularse. Por la tendencia, y los visos que da este grupo selecto, vendrán más alegrías. Pero el deporte profesional no es una ciencia exacta. El aficionado ya se ha acostumbrado a unos niveles, pero sería justo recordar de dónde se viene. El control de las expectativas.
Tendrá que ganar al G-League United (13:00 horas), al que Ibon apuntó desde el arranque del torneo. La fórmula, insistir en el nivel que se ha mostrado hasta ahora. El Unicaja ha exhibido una actitud asombrosa en Singapur, de actividad, estar focus, respetar a la competición, una línea de trabajo siempre por las nubes; el equipo transmite una seguridad que hace difícil pensar que esto se escape, pero es una final, pueden entrar elementos externos, la mayoría emocionales, y hay que guardar respeto a esos cuarenta minutos. En ese estado de ánimo, como define Ibon Navarro a este equipo de forma reiterada, se ve todo positivo, hasta sonríe, como Barreiro en el último triple ante el Al Riyadi. Es una autoestima arrolladora. El funcionamiento del engranaje es de febrero y no septiembre, señal de que el mensaje sigue llegando. No hubo problemas físicos de calado, que ayudaría a esa puesta a punto. Qué difícil ser Ibon Navarro en esa gestión de los descartes. Tillie y Sima en el primer partido, Ejim y Kravish en el segundo partido. Si Ibon observa los '5', no sería extraño Balcerowski, que ha sumado minutos muy útiles en Singapur, oro para acelerar su integración. Será estructural, pero ha sido el último en llegar. En una final, donde el jugador suele participar en dedos de una mano. Pero a largo plazo es un privilegio. Esa coyuntura afecta al buen nivel de la plantilla, del primero al último. "Están todos con las orejas tiesas", decía Juanma Rodríguez en vísperas del debut.
Enfrente, la G-League, con el pedigrí de la NBA, jugadores a caballo entre la Liga Desarrollo y la élite. El capo es Juan Toscano, campeón con los Warriors en 2022, el líder espiritual y que calentó la final con unas declaraciones engrandenciendo la G-League, que contestaba Perry. Un bloque físico, entrenado por Paul Hewitt, veterano entrenador con una larga trayectoria en la NCAA y que desde 2021 dirigr al San Diego Clippers, uno de los conjuntos más potentes de la G League. Le exigirá mucho más al Unicaja que los rivales anteriores, pero se llega sobradamente preparado. A cuarenta minutos de volver a tocar plata. Y que valga la pena esta aventura por Singapur.
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